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China lleva sus cerdos a la Bolsa

Granja porcina en la provincia china de Guizhou.Deng Gang

En China un cerdo es símbolo de buena fortuna y felicidad. Mientras más gordo es el animal, más suerte y riqueza trae consigo, según la tradición del gigante asiático. También es un alimento esencial en la dieta diaria, pues constituye la principal fuente de proteína entre la población. De hecho, los chinos son los mayores consumidores de carne porcina en el mundo (engullen casi la mitad de toda la producción del planeta), y cualquier variación en su coste incide de forma relevante en la tasa de inflación de ese país. Dar certeza y transparencia a los precios, sin embargo, no había sido cosa fácil hasta hace unos meses, cuando China abrió su mercado de futuros de gorrinos, tras dos décadas de planificación y después de haber sufrido los estragos de una plaga que ha destrozado millones de piaras.

Comerciantes, ganaderos y otros participantes del mercado comenzaron a comprar y vender contratos para entregas de cerdos vivos en septiembre y diciembre de 2021, así como para marzo de 2022. Los intercambios se realizan en la Bolsa de Materias Primas de Dalian, donde se comercializan futuros de arroz, soja, huevos y otros productos agríco­las. El instrumento financiero busca crear una red de seguridad ante los vaivenes de la industria. “Los futuros de cerdos juegan un papel importante en la mitigación de riesgos para las empresas productoras a gran escala que adquieren animales vivos para sacrificarlos, procesarlos y venderlos”, dice Maria Lettini, directora general de la consultora Farm Animal Investment Risk & Return (Fairr).

“[Con los futuros] se tiene la esperanza de poner un freno a los movimientos de los precios, así como proporcionar una plataforma para alentar a los inversores en la producción”, indica Rupert Claxton, analista de la consultora internacional Girafood. Desde 2018, los productores de carne han hecho frente a la peste porcina africana: una enfermedad altamente contagiosa que no se transmite a los humanos, pero que es letal y muy contagiosa entre los animales, y para la cual no existe una vacuna. Desde entonces, el coste de esta carne ha escalado niveles históricos y se ha sumergido en una imparable montaña rusa, a pesar de que el Gobierno chino declaró controlada la epidemia a finales de 2019 y de la cual aún se reportan algunos brotes esporádicos.

La enfermedad redujo en un 60% la población de cerdos entre 2018 y 2019, según las estimaciones de Reuters. Las estadísticas oficiales sugieren que China tenía alrededor de 418 millones de cerdos en julio de 2018. En septiembre de 2019, la piara llegó a 264 millones (un 36,8% menos). “Pero no hay datos fiables”, advierte Jim Huang, director ejecutivo de la consultora de análisis China-America Commodity Data Analytics. “La reducción pudo haber sido hasta de un 70%”, asegura. ¿La razón? La gran producción de traspatio que tiene el país.

Lo que es un hecho es que controlar la crisis sanitaria se convirtió en una cuestión de Estado. Sobre todo porque el coste de la materia prima tiene un impacto directo en la inflación. Por ejemplo, en octubre de 2019, cuando el precio de la carne de cerdo escalaba niveles históricos, el IPC se colocó en un 3,8%, superando el objetivo del Gobierno del 3%. Para enero de 2020 —ya con la covid-19 en ciernes, que obligó al confinamiento y al suministro y el acopio de alimentos—, el IPC llegó hasta el 5,4%, su mayor subida desde 2011. El precio de la carne, en general, repuntó un 76,7%, lo que contribuyó a elevar el IPC en 3,38 puntos porcentuales. En concreto, el coste de la de cerdo al consumidor aumentó un 116% en términos interanuales y fue responsable de 2,76 puntos porcentuales del alza de precios, según la Oficina Nacional de Estadística (ONE).

Pero conforme las piaras se fueron recuperando (gracias a la inversión millonaria de 30.000 millones de dólares que hizo el Gobierno para reactivar al sector) y se relajaron las medidas de confinamiento, la inflación fue cediendo. Ya en octubre del año pasado, el mercado de cerdos mostraba signos de recuperación, con 64 millones de cerdos incorporados a la piara, según las cifras de la consultora CEIC Data. Entonces, el IPC llegaba al terreno negativo (-0,5% en noviembre), su primera contracción en 11 años. Al cierre del año, el índice terminó en un 2,5%.

Suministro estable

“La prioridad del Gobierno es garantizar un amplio suministro y un precio del cerdo estable”, agrega Huang. La recuperación aún está en curso. Será hasta 2024 cuando el mercado aún sienta los estragos de la epidemia, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Para este año la estimación es que el tamaño de la piara crezca hasta el 80% de la cantidad de animales que había antes de la peste, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. La epidemia, de acuerdo con un análisis de la agencia Bloomberg, ha cambiado el panorama dando ventaja a las empresas de mayor escala. En 2019, alrededor del 48% de la producción porcina provenía de agricultores con una producción anual de menos de 500 cerdos. Un 36% correspondía a aquellos con entre 500 y 50.000 animales. Los grandes productores, con más de 50.000 porcinos, representaban menos del 15%. Y son estos últimos los que mejor se podrán adaptar a las exigencias del mercado de futuros. “China quiere dar seguridad a sus productores, sobre todo a los grandes”, afirma Daniel de Miguel, director internacional de Interpoc. Cumplir con los estándares no es sencillo.

Cada uno de los contratos que operan en el mercado de futuros equivale a 16 toneladas métricas, el peso de 130 o 135 cerdos. Los animales deben caminar de forma natural, sin hernias, sin bultos ni protuberancias en la piel y deben tener una buena respiración. “Los productores en China deberán de estar felices por tener carne de cerdo a un precio que es público”, explica Claxton. Los futuros para entrega en septiembre, los primeros en ser liquidados, han aumentado un 6% desde que se lanzaron al mercado.


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