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China presenta una queja contra EE UU ante la ONU tras un incidente con la compañía de Elon Musk en el espacio


China ha emitido una queja formal contra Estados Unidos ante Naciones Unidas por el presunto accidente que estuvo a punto de ocurrir entre dos satélites lanzados por el programa Starlink de SpaceX, que pertenece al magnate Elon Musk, y la estación espacial del gigante asiático, Tiangong. China ha criticado este martes a Estados Unidos por constituir una “grave amenaza” al poner en riesgo la seguridad de sus astronautas, y le ha pedido actuar de manera más responsable. Después de las acusaciones, las redes sociales chinas se han ensañado con Elon Musk.

China presentó el pasado 3 de diciembre una queja formal ante la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior, en la que asegura que el 1 de julio y el 21 de octubre dos satélites de Starlink ―el proyecto con el que hombre más rico de la Tierra planea ofrecer internet a casi todo el planeta― estuvieron cerca de colisionar con la estación espacial china Tiangong, que se encuentra aún en construcción, pero en la que ya hay tres astronautas chinos. El incidente todavía no se ha verificado de manera independiente por la agencia espacial de la ONU, y desde la compañía de Musk no han hecho declaraciones al respecto.

“Por motivos de seguridad, la Estación Espacial de China se vio obligada a efectuar una serie de maniobras preventivas para evitar colisiones”, asevera Pekín. De acuerdo con el país asiático, en ambas ocasiones, los satélites Starlink (numerados 1095 y 2305, respectivamente) ingresaron dentro de la órbita de la estación espacial china, lo que obligó a sus operadores a cambiar de rumbo con el fin de prevenir un accidente. En el documento publicado este martes en la web oficial de la agencia internacional con sede en Viena, China también pide al secretario general de la ONU, António Guterres, “que distribuya la información proporcionada a todos los Estados que forman parte del Tratado sobre el Espacio Exterior”.

Algunos expertos consideran que una colisión podría demoler por completo la estación espacial del gigante asiático, cuyo nombre en español se traduce literalmente por “Palacio Celestial”. China inició la construcción de la Tiangong en abril de 2021 y se espera que esté completada para finales de 2022.

En la rueda de prensa diaria del Ministerio de Exteriores chino, el portavoz Zhao Lijian reprochó a EE UU “no cumplir con sus obligaciones internacionales en el espacio” y añadió que la nación norteamericana constituye “una amenaza para la vida y la seguridad de los astronautas chinos”.

Los científicos llevan años mostrando su preocupación por los riesgos de colisiones en el espacio y pidiendo a los gobiernos que compartan más información sobre los aproximadamente 30.000 satélites y otros desechos espaciales que orbitan la Tierra. Muestra del enorme problema que esto supone es que el pasado 3 de diciembre la NASA llegase a suspender una caminata espacial para reemplazar una antena averiada la Estación Espacial Internacional, tras recibir una alerta por la presencia de restos de viejos satélites en la ruta de la estación.

Jonathan McDowell, del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica, afirma en una entrevista concedida a The Guardian que este tipo de maniobras para reducir el riesgo de colisión en el espacio son cada vez más frecuentes debido al número y la asiduidad con la que se están realizando lanzamientos de satélites. Añade que Starlink es uno de los grandes contribuyentes a toda esa basura espacial (tiene permiso por parte de las autoridades estadounidenses de lanzar 12.000 satélites, de los cuales se calcula ya ha enviado alrededor de 1.900), al igual que lo es China: “Los chinos no tienen precisamente un historial limpio. Cuando más desechos se lanzaron al espacio fue durante la prueba antisatélite del Ejército chino de 2007”.

Fiel a la costumbre cuando se informa de que alguna empresa internacional ha ido en contra de los intereses del gigante asiático, Musk y sus compañías no han tardado en ser blanco de un aluvión de críticas en las redes sociales chinas. En la plataforma Weibo ―similar a Twitter, y en la que Pekín tiene un férreo control para promover un debate con el que cimentar el mensaje oficialista―, una propuesta de boicot a las firmas del multimillonario ya suma más de 90 millones de visualizaciones: “Qué irónico es que los chinos compren Tesla, contribuyendo a que Musk amase enormes cantidades de dinero para lanzar Starlink y, después, (casi) lo estrelle contra la estación espacial china”.

“Los riesgos de Starlink están siendo expuestos gradualmente; toda la raza humana pagará por sus actividades comerciales”, alerta Chen Huaiying en esta red social. Zi Gei, por su parte, escribe: “Su intrusión en el espacio exterior es como el despliegue del THAAD en Corea del Sur. La influencia de SpaceX arrastrará a Tesla al abismo”. China representa en torno al 30% de las ventas de Tesla y, a pesar de los recientes escándalos de la compañía ―el más sonado, la protesta viral de la propietaria china de un vehículo eléctrico de la marca tras sufrir un accidente―, Elon Musk goza de buena reputación en el país.

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