El ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, ha roto este jueves el silencio administrativo ―ese de “quien calla, otorga”― de su país en torno a la amenaza de Rusia sobre Ucrania. Y lo ha hecho para dejar claro ―todo lo claro que permiten los protocolos diplomáticos, y por si cabía alguna duda― que las simpatías de Pekín están con Moscú. En una conversación telefónica con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, Wang ha declarado que “las preocupaciones de seguridad de Rusia deben tenerse en cuenta y recibir una solución”.
Moscú ha enviado sendas cartas al Gobierno de EE UU y a la OTAN en las que exige una respuesta por escrito a su propuesta de un acuerdo que limitaría la expansión en el Este y la capacidad de actuar de la Alianza Atlántica. Tanto Bruselas como Washington se niegan. Pero Pekín se ha puesto del lado de su vecino, con el que le unen unos vínculos cada vez más profundos diplomáticos, económicos y de seguridad. “No se puede garantizar la seguridad regional a base de expandir un bloque militar. Deben dejar a un lado la mentalidad de Guerra Fría”, ha declarado el ministro chino a su homólogo estadounidense, según el comunicado oficial divulgado por Pekín.
La llamada telefónica entre los responsables de las diplomacias más poderosas del mundo llegaba una semana antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín el próximo viernes 4, para los que Washington y sus aliados han anunciado un boicot diplomático. En cambio, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha prometido su asistencia, en una ocasión que permitirá el primer encuentro cara a cara entre él y el presidente chino, Xi Jinping, en más de dos años.
La cercanía de los Juegos ha llevado a conjeturar que Rusia, a la que Occidente acusa de haber desplegado más de 100.000 soldados cerca de la frontera de cara a una posible invasión, podría respetar la tradicional tregua olímpica y aguardar a la clausura de la competición para tomar medidas más drásticas hacia Ucrania.
Entre quienes han apuntado esa posibilidad se encuentra la número dos de Blinken, Wendy Sherman. Según la subsecretaria de Estado, “todo indica” que Putin “hará uso de la fuerza militar en un momento dado, quizás entre estos días y mitad de febrero”, pero la inauguración de los Juegos podría influir en sus planes, para evitar ensombrecer un acontecimiento deportivo con el que China quiere asombrar al mundo y demostrar su poderío.
En la conversación con Blinken, Wang instó ―según la versión divulgada por su Ministerio― a que “todas las partes se abstengan de aumentar las tensiones y hacer que la crisis vaya en aumento”. En el siglo XXI, sostuvo, “ya no hay lugar” para las “política de bloques” y “es necesario establecer un mecanismo de seguridad europeo equilibrado, eficaz y sostenible mediante el diálogo”.
El secretario de Estado, por su parte, subrayó a su interlocutor “los riesgos para la seguridad y para la economía globales que representaría una nueva agresión rusa contra Ucrania”.
La conversación no se ciñó únicamente a los acontecimientos en el flanco suroriental de la antigua Unión Soviética. Wang y Blinken abordaron también la espinosa relación bilateral entre sus dos naciones y uno de los principales escollos en ella, la situación de Taiwán.
El ministro chino arremetió contra Estados Unidos por “no cambiar sus políticas” tras la reunión por videoconferencia el pasado noviembre entre Xi y el presidente estadounidense, Joe Biden, “Las relaciones siguen afrontando nuevas turbulencias dos meses después del encuentro”, apuntó. Asimismo, urgió a Washington a “dejar de jugar con fuego” con Taiwán, la isla autogobernada y de régimen democrático que China considera parte de su territorio.
China exige a Estados Unidos, entre otras cosas, que deje de injerir en la celebración de los Juegos Olímpicos a punto de inaugurarse, según Wang. “Biden nos aseguró que EE UU no busca una nueva guerra fría, que no busca cambiar el sistema de China, que no busca formar alianzas para oponerse a China y que no apoya la ‘independencia’ de Taiwán. Un mensaje diferente y positivo respecto a la Administración anterior. Pero lo que el mundo ve ahora es que el tono no se ha correspondido con los hechos”, sostuvo.
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