China y Estados Unidos han anunciado un acuerdo para relajar las restricciones en los visados de prensa que imponían a los periodistas de cada país respectivo, un día después de la reunión por videoconferencia entre sus presidentes, Xi Jinping y Joe Biden, para tratar de reducir tensiones entre ambos gobiernos. El pacto llega un año y medio después de que las tensiones entre Pekín y Washington a raíz del estallido de la pandemia de covid dieran como resultado la expulsión de más de una docena de reporteros estadounidenses en China, y de cerca de 90 empleados de prensa chinos en Estados Unidos.
El acuerdo, confirmado por el Departamento de Estado y por el Ministerio de Asuntos Exteriores chino, hará que ambas partes vuelvan a conceder visados de un año, como había sido habitual hasta la crisis, a los reporteros del otro país. Desde la ola de expulsiones, los permisos de estancia que se emitían tenían una duración de solo tres meses.
Además, Pekín se ha comprometido a dejar salir y volver a entrar a los periodistas estadounidenses que permanecían en su territorio, algo que hasta ahora no les permitía.
El pacto es resultado de meses de negociaciones entre funcionarios de los dos países y abre la vía a la solución de uno de los motivos de fricción en las relaciones entre ambos gobiernos. Permitirá que los medios que padecían vacantes en sus corresponsalías debido a las expulsiones puedan cubrirlas, aunque hasta el momento se desconoce si se permitirá el regreso de los periodistas forzados a marcharse. El periódico China Daily, el primero en informar del acuerdo, citó a funcionarios chinos sin identificar que indicaron que los visados se emitirán “de acuerdo con las leyes y regulaciones existentes”.
“Este logro que ha costado conseguir es algo que conviene a los medios de ambas partes. Esperamos que Estados Unidos cumpla sus compromisos y ponga en marcha las medidas y políticas necesarias tan pronto como sea posible”, ha declarado este miércoles el portavoz de Exteriores chino Zhao Lijian, en su rueda de prensa diaria.
Por su parte, el Departamento de Estado se ha declarado “contento de que los corresponsales [estadounidenses] puedan volver a la República Popular de China a continuar su importante labor”. “Damos la bienvenida a este avance, aunque consideramos que es solo un primer paso… Seguiremos trabajando para expandir el acceso y mejorar las condiciones para los medios de Estados Unidos y de otros países, y seguiremos defendiendo la libertad de prensa como un reflejo de nuestros valores democráticos”.
La expulsión de periodistas como herramienta de represalia entre los dos países se desencadenó en febrero del año pasado, cuando la Administración de Donald Trump en Estados Unidos decidió clasificar como “misiones extranjeras” a las corresponsalías de los medios estatales chinos. Esta medida permitía un mayor escrutinio sobre su funcionamiento. Entre otras cosas, las oficinas estadounidenses de estos medios, incluidos la agencia Xinhua y la televisión estatal china, debían facilitar listados de sus empleados al Gobierno estadounidense.
Un mes después, China expulsó a trece periodistas de tres medios estadounidenses: The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal. En febrero ya había expulsado a tres corresponsales de este último medio, en protesta por el titular de un artículo de opinión que consideró insultante.
“Estamos alentados por la dirección aparente de estas negociaciones, y seguimos creyendo que la información independiente y precisa desde dentro de China es necesaria para nuestros lectores y para la propia China”, ha indicado en un comunicado el editor de The Wall Street Journal, Almar Latour.
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