Por David Ordaz
Si caminamos por las calles de Isabel la Católica y Venustiano Carraza, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, pasamos frente un edificio virreinal que deja muestra de la historia de nuestro país. Y aunque podría pasar por cualquier otro inmueble, lo cierto es que ese fue el primer sitio donde se estableció el Banco Nacional de México (Banamex).
En 1884, empresarios españoles y franceses fusionaron el Banco Mercantil Mexicano y el Banco Nacional Mexicano, convirtiéndolo en un solo banco que en un futuro se convertiría en el grupo financiero más importante del país.
En 1982, durante el gobierno de José López Portillo, se nacionalizó la banca privada, entre otras cosas por la devaluación del peso. Una década después, a la mitad del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, se otorgaron a diversos empresarios, alrededor de 18 bancos, entre ellos, Banamex, Bancomer Serfin, Comermex y Somex, entre otros.
El 1 de mayo de 1990, Salinas de Gortari envió al Poder Legislativo, un proyecto de ley que modificará la propiedad de los bancos estatales mexicanos.
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“Los recursos que se obtengan de la enajenación de la participación estatal en el capital de la banca contribuirán a fortalecer la estabilidad económica del país, ampliarlas perspectivas de desarrollo de largo plazo y atender las demandas más urgentes de quienes menos tienen”, decía la iniciativa.
Banamex fue adquirido por los empresarios Roberto Hernández y Alfredo Harp Helú, que eran parte de inversionistas que conformaban Acciones de Valores de México, S.A. de C.V. y Casa de Bolsa, con lo cual se constituyó el Grupo Financiero Banamex-Accival.
A más de un siglo de su fundación, Grupo Financiero Banamex-Accival fue adquirido por el gigante estadounidense, Citigroup, que posteriormente se fusionó a las empresas subsidiarias del Grupo Financiero Citibank, creando Grupo Financiero Citibanamex.
En ese tiempo, el entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, criticó el movimiento financiero, argumentando que la operación se hizo de forma irregular para evitar el pago de impuestos por más de 3 mil millones de dólares y señaló que la empresa estadounidense se beneficiaría del dinero público, pues aún recibía recursos provenientes delrescate de la banca nacional, conocido como Fobaproa (Fondo Bancario de Protección al Ahorro).
A través de un pagaré proveniente del Fobaproa, de 1995 a 2005, Banamex recibió recursos públicos estimados en 82 mil millones de pesos, derivados del Programa de Capitalización y Compra de Cartera que hizo el gobierno para dar liquidez a las instituciones financieras.
Por los siguientes años, el grupo financiero se vio envuelto en varios escándalos que le representaron millones de dólares en pérdidas y multas.
Los años de 2007 y 2008 fueron particularmente complejos. En 2007, participó junto con 14 socios en la compra de acciones de Grupo Aeroméxico, por 249 millones de dólares. La compra fue muy cuestionada, pues la aerolínea fue otra empresa rescatada con recursos del gobierno y administrada en gran parte por el Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB), resultado del Fobaproa.
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De acuerdo con la Ley del IPAB, Banamex estaba impedido de inyectar capital a otra empresa, pues parte de sus activos debían dirigirse a reducir el costo fiscal del rescate bancario de 1995.
Entre 2007 y 2008, buscó adquirir la mayoría accionaria de la empresa Vitromex, líder en producción y comercialización de vidrio en el país. Las negociaciones no fueron fáciles y la vidriera interpuso una demanda a Citigroup por violaciones estatutarias y prácticas irregulares.
Vitromex aseguró ser víctima de una compra hostil, ya que Citibanamex aprovechó una crisis temporal que hizo bajar el valor de sus acciones para adquirir un porcentaje mayor no autorizado.
En medio de todo ese escenario, Citigroup enfrentaba en Estados Unidos el impacto de la crisis hipotecaria que le hizo perder más de 18 mil millones de dólares. Al cierre de 2009, Banamex aportó 13 mil millones de pesos (apenas unos 880 mdd) al tipo de cambio de ese momento.
En 2011, previo a la llegada de Ernesto Torres Cantú como director general, Citibanamex decidió vender parte de las acciones de Aeroméxico a un grupo de empresarios, encabezados por Eduardo Tricio Haro, entonces presidente de Grupo Industrial Lala. Mientras tanto, y tras un pleito que duró tres años, llegó a un acuerdo con Vitromex para quedarse únicamente con el 8% de la empresa.
Después de un respiro y cuando se pensaba que el grupo financiero retomaba el rumbo, en febrero de 2014, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, la Secretaría de la Función Pública (SFP) informó que estaba investigando a la empresa Oceanografía por lavado de dinero y emitió una alerta dirigida a todas las instituciones de gobierno para evitar negocios y vínculos con dicha firma, que tenía contratos millonarios con Petróleos Mexicanos (Pemex).
El escándalo alcanzó a Citigroup y Banamex cuando se dio a conocer un fraude por 580 millones de dólares, que, bajo la denominación de ‘descuentos por cobrar’, otorgaba líneas de crédito que respaldaban operaciones y contratos por diversos servicios que brindaría a Pemex como empresa productiva del Estado.
Durante la investigación, la entonces Procuraduría General de la República (PGR) encontró nexos entre Citibanamex, Pemex y Oceanografía, que derivó en una multa por 30 millones de pesos al banco por dar préstamos irregulares y tener deficiencias en sus controles de seguridad.
Al año siguiente, el Departamento de Justicia de Estados Unidos, informó que, derivado de una investigación, Banamex USA, filial de Citigroup, pagaría una multa de 97 millones de dólares por no aplicar controles apropiados en materia de prevención de lavado de dinero. Las consecuencias costaron a Citigroup otros 140 millones de dólares, por cual, anunciaron el cierre de las operaciones en ese país.
Después de una década de escándalos, multas y pérdidas financieras, la imagen del banco perdió la confianza de inversionistas, mientras que sus clientes lo colocaron entre las cinco instituciones con más quejas ante la Condusef. De 2017 a 2021, recibió 491 mil 982 quejas relacionadas con la mala atención, pocos controles de seguridad, mal uso de información personal, cargos no reconocidos, entre otros. El hecho llevó a Citigroup a anunciar un reinicio de su marca.
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En 2016, Citibanamex comenzó su operación y anunció una inversión histórica en el país de 25 mil millones de pesos, a fin de renovar su imagen, su plataforma tecnológica, la creación de la banca digital, así como abrir nuevas sucursales y cajeros automáticos.
Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en 2018, el banco mantuvo un perfil bajo, intentando sortear miles de quejas y viendo la caída en la confianza de sus clientes.
De hecho, en los últimos dos años, perdió 2.6 millones de clientes de su Administradora de Fondos para el Retiro (Afore) y disminuyó en promedio alrededor de 10 millones de clientes.
Su Afore ocupa el tercer lugar por número de cuentas administradas, por debajo de Afore Azteca (15 millones 977 mil clientes) y Afore Coppel (13 millones 800 mil clientes).
ANUNCIO RADICAL
El pasado 11 de enero, Citigroup dio a conocer su salida en México de la banca de consumo y empresarial, la cual incluye la venta de su marca, licencia, así como sus carteras de nómina; consumo como tarjetas de crédito; hipotecas; la red de sucursales, la Afore, seguros e inmuebles históricos.
La directiva de Citigroup puntualizó que se trata de una decisión corporativa derivada de su política general de salir de la banca de consumo de casi todos los países, excepto Estados Unidos y que ésta es consistente con su salida, desde 2021, de la mayoría de las naciones en Europa, Asia y el resto de Latinoamérica.
“La medida va en línea con la evolución histórica de este banco, cuya prioridad siempre ha sido la banca corporativa, hasta las fusiones que realizó en la década de los 90, por lo que el banco regresa a su negocio tradicional a nivel mundial, en el que siempre se ha desempeñado con éxito”, indicó en un comunicado.
Al respecto, la Secretaría de Hacienda, aseguró que la salida de Citigroup no afecta la confianza de los inversionistas en el país y destacó que la presidenta del grupo, Jane Fraser, vino personalmente a México a explicar esta decisión, y enfatizó que Citigroup mantendrá en nuestro país sus actividades de banca corporativa mayorista, lo que implicará nuevas inversiones.
“Consideramos significativa y relevante la postura que han externado respecto a que México seguirá siendo un mercado clave y un importante destino de inversión global, refrendando su confianza en nuestro país (…) La presidenta del grupo, Jane Fraser, vino personalmente a México a explicar esta decisión, y enfatizó que Citigroup mantendrá en nuestro país sus actividades de banca corporativa mayorista, lo que implicará nuevas inversiones”, consideró.
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En tanto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en voz de su secretaria ejecutiva, Alicia Bárcena, dijo que México no ha perdido la confianza de inversionistas, y la decisión de Citi de vender su división de banca de consumo en el país nada tiene que ver con la coyuntura de México.
“Existe (confianza) y hay que mantenerla, se deben propiciar mayores capacidades productivas, de innovación, de infraestructura y de las personas (…) La decisión de Citibank es una política corporativa de carácter global que tiene poco que ver con las coyunturas de nuestros países. Lo han hecho en Asia y en otros países”, dijo.
Por su parte, tras su segundo contagio por COVID-19 y en medio de su confinamiento, el presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró que la salida de Citi se debe a su estrategia global y que es una oportunidad para que el banco regrese a manos mexicanas.
El mandatario propuso “mexicanizar” la venta de Citibanamex y respaldó el interés de compra de empresarios como Ricardo Salinas Pliego, Carlos Slim y Carlos Hank González.
“Celebro que Ricardo Salinas Pliego haya manifestado su interés de comprarlo. Él tiene ya Banco Azteca y yo creo que tienen los recursos suficientes para hacerlo; lo mismo podría pensarse de Carlos Slim, de Inbursa y de Carlos Hank González, de Banorte”, dijo.
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De acuerdo con información de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), Citibanamex es el tercer banco más grande en México, con un total de 1 billón 433 mil 851 millones de pesos, 31 mil 406 empleados, mil 276 sucursales bancarias, 9 mil 012 cajeros automáticos, 7 millones 168 mil 038 tarjetas de crédito y 209 mil 373 tarjetas de débito. Además, según datos de Bank of America Securities (BoFa), el valor del grupo financiero ronda entre los 12,500 y 15,500 millones de dólares.
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