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Claves de la cumbre de la OTAN en Madrid: Rusia, ampliación y terrorismo

Claves de la cumbre de la OTAN en Madrid: Rusia, ampliación y terrorismo

La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha cambiado los planes iniciales de la OTAN. Las grandes amenazas del siglo XXI para los aliados parecían ir por otros derroteros: terrorismo, consecuencias del cambio climático, inestabilidad en países más o menos próximos (Siria o los del Sahel) y las oleadas migratorias que provocan, ciberataques… Los nuevos desafíos incluso habían provocado el debate sobre si la vieja Alianza creada en 1949 tiene sentido hoy. Pero Vladímir Putin decidió agredir a Ucrania el pasado 24 de febrero y puso en marcha la máquina hacia atrás en el tiempo al devolver a los aliados la realidad de los desafíos que se planteaban durante la Guerra Fría: Rusia —hace décadas la Unión Soviética— era el gran enemigo.

El regreso de esa amenaza histórica consumirá la mayor parte de horas y atención en la cumbre de Madrid, el segundo gran evento de la OTAN que se celebra en España (el anterior fue en 1997). Pero la agenda, que se prolongará hasta el jueves, incluirá también otros desafíos. Estos son los puntos más calientes que tratarán los 30 aliados en los pabellones de IFEMA:

1. Refuerzo del flanco este. También se podría decir freno a las ambiciones rusas. “Se ha convertido en la amenaza más directa e inmediata a nuestra seguridad”, ha declarado el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en algunas de las múltiples entrevistas que ha dado previas a la gran cita madrileña. Para eso, los aliados discuten aumentar el despliegue de tropas que hay en los países del este: Polonia, Rumania, Bulgaria, Letonia, Estonia, Lituania… Sobre la mesa está dar un salto en lo que se refiere a unidades militares, pasar de los batallones actuales desplegados a las brigadas. Esta jerga militar se traduce en que los grupos actuales están constituidos por entre 1.000 y 1.600 soldados; pasar al siguiente estado supondría duplicar esa cifra. Los países del este incluso quieren ir más allá y contar directamente con divisiones, unidades de unos 15.000 soldados.

2. Entrada de Finlandia y Suecia. La adhesión a la OTAN que buscan estos dos países da una idea muy clara de lo que ha supuesto la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Ambos habían desechado dar este paso hasta ahora, pese a que se habían acercado cada vez más a la Alianza y han trabajado mucho, especialmente Finlandia, para que su ejército sea plenamente operativo con los de los miembros de la organización transatlántica. Su entrada parecía fácil en principio, pero Turquía la está bloqueando por postura tradicional que ha mantenido Suecia hacia las organizaciones kurdas, que Ankara considera terroristas. Si se vencen las resistencias de Erdogan, el presidente turco, en Madrid, será un gran éxito, aunque hay mucho escepticismo sobre la posibilidad de lograrlo ya esta semana.

3. Referencias al sur del Mediterráneo. Hasta que estalló el conflicto del este, el Concepto Estratégico, la hoja de ruta para la próxima década que la Alianza aprobará en Madrid, parecía destinado a dar un amplio espacio a los países del Sahel y la inestabilidad de la zona como un elemento clave para la OTAN. España pelea para que la nueva coyuntura no haga caer este objetivo inicial en el olvido.

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4. Financiación. El refuerzo del flanco oriental ya supone más dinero por sí mismo, pero la cuestión de los recursos que los aliados destinen a defensa y a la organización no acaba aquí. Elevar el gasto militar hasta el 2% del PIB es un objetivo que se fijó ya en la Cumbre de Gales en 2014, pero del que hasta ahora muchos socios continúan alejados, entre ellos España, en el 1%. Este compromiso no volverá a discutirse, pero sí es probable que algún mandatario, como Pedro Sánchez, lo reedite. Está, además, la propia financiación de la organización (el presupuesto con el que opera), algo que ahora cuesta unos 2.500 millones de euros al año. Aumentar considerablemente esta partida es uno de los objetivos de Stoltenberg. ¿Cuánto? Hay fuentes que hablan de llegar a los 30.000 millones al año en una década, aunque es poco probable que se alcancen esos niveles.

5. China. El gigante asiático no aparecía siquiera mencionado en el concepto estratégico todavía vigente, el que se aprobó en 2010 en Lisboa. Ahora se corregirá la omisión. No se le calificará de “amenaza” como a Rusia, pero sí de desafío geoestratégico y sistémico.

6. La relación entre la OTAN y la Unión Europea. Hasta la caída del Muro de Berlín, los papeles estaban claros: la Alianza se encargaba de la defensa de Europa Occidental y la entonces Comunidad Económica Europea de los aspectos económicos y civiles. Esto cambió desde 1989, básicamente porque la organización militar perdió su sentido inicial y trató de buscar nuevos retos. La guerra en la frontera este lanzada por Rusia lleva a revisar de nuevo esta relación y, probablemente, volverán a verse las fricciones que ya se veían durante la Guerra Fría, con Francia tratando de impulsar la autonomía europea.

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