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Colonia menonita enfrenta el coronavirus y la desconfianza de sus vecinos


BUENOS AIRES, Argentina –
Primero llegó el virus, luego el recelo. Los dos positivos por coronavirus
detectados en la colonia menonita El Tupá, en la céntrica provincia argentina
de San Luis, desataron la desconfianza entre los habitantes de los pueblos
cercanos.

Tanto Abraham Blatz, un líder de
la comunidad menonita, como Sergio Moreira, intendente de Nueva Galia, uno de
los pueblos vecinos, comparten ese miedo.

Una mujer que viajaba por Minnesota se sorprendió al ver al hombre haciendo piruetas en la nieve.

Los menonitas de El Tupá, que
llegaron a la región hace cerca de tres años desde México, rechazan el uso de
mucha de la tecnología moderna y llevan su vida dentro de su colonia, sin
demasiado contacto con el exterior, lo que no ha sido problema para desarrollar
una “relación muy buena” con los pueblos más cercanos, según Moreira.

El intendente del pueblo vecino
cree que se suman dos factores: el miedo de las personas a la enfermedad y que
la colonia menonita fuera el primer foco de coronavirus en la provincia, que a
día de hoy registra once casos, la mayoría de ellos con orígenes
epidemiológicos que no están relacionados con la colonia.

Un hombre de la comunidad religiosa aclaró lo que pasó días pasados con su hijo y otros adolescentes, quienes huyeron por el bosque ante la policía.

Los menonitas son una rama del
cristianismo, en este caso cristianismo anabaptista, que fue perseguida tanto
por luteranos como católicos desde su creación en el siglo XVI, lo que hizo que
gran parte de sus fieles migraran por varios países de Europa hasta instalarse
en Estados Unidos y Canadá y, posteriormente, en México y Suramérica, en la
búsqueda de una zona donde aceptaran sus costumbres.

Pese a que existen menonitas que
viven en ciudades, algunos seguidores de esta fe suelen asociarse en el
imaginario popular con los colonos que viven en lugares como El Tupá e intentan
mantener el estilo de vida de sus ancestros del siglo XVIII, explica Jorge
Scampini, profesor de la Universidad Católica Argentina (UCA).

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Scampini, no obstante, alerta
sobre la posibilidad de confundirlos con los Amish, otra rama del anabaptismo
más radical en la no utilización de tecnologías modernas, ya que el profesor
destaca que los menonitas sí han introducido ciertos avances tecnológicos en
campos como la producción agropecuaria.

“Hasta ahora en las colonias han
conservado ‘una cierta endogamia’”, explica el profesor de la UCA, que señala
que los matrimonios menonitas se dan en el marco de la colonia y es raro que
tengan contacto con personas del exterior, además de que se mantienen los roles
heteropatriarcales de género: el hombre trabaja fuera de casa y la mujer en el
ámbito doméstico.

Eran los únicos que estaban preparados para la pandemia del coronavirus.

Entre otras características de
este pueblo, se encuentra la decisión de desvincularse del Estado en todo lo
posible y que, por ejemplo, sus hijos estudian en escuelas dentro de las
propias colonias.

A Argentina, cuenta Scampini,
estos feligreses llegaron inicialmente como misioneros en los años cincuenta
del siglo pasado y, varias décadas después, fundaron su primera colonia en La
Pampa, en el centro del país, a la que siguieron otras en la norteña provincia
de Santiago del Estero o la ya mencionada en San Luis.

Todo comenzó en marzo, cuando
los menonitas recibieron una visita de México, el lugar de origen de la mayoría
de las aproximadamente 60 familias que viven en El Tupá, según Blatz.

Tras la visita,
once personas empezaron a tener síntomas similares a la gripe, lo que motivó la
intervención de la Sanidad provincial, que tomó tres muestras, de las que dos
fueron positivas por coronavirus, según explicó el gobernador de San Luis,
Alberto Rodríguez Sáa.

Ante el hallazgo, tanto los
menonitas como Nueva Galia, la localidad más cercana a la comunidad, quedaron
aisladas por completo y se prohibieron tanto las entradas como las salidas.

El intendente de Nueva Galia
contó a Efe que él mismo se encargaba de llevar víveres y suministros a los
menonitas en su vehículo personal, que luego desinfectaba.

Durante el periodo de
aislamiento, que en el caso de Nueva Galia ya se relajó y pasó a ser una
cuarentena como la del resto de Argentina, los enfermos se recuperaron en la
colonia sin necesidad de hospitalizarlos.

“No tenemos nada de ingresos,
estamos tirando la leche”, destaca Blatz sobre la situación económica de la
colonia, cuyo motor económico es una fábrica de quesos, que luego venden a
proveedores del exterior, pero que ahora no pueden ir a buscarlos.

Cuarenta familias poseen vacas,
cuya leche se utiliza para los quesos, mientras que el resto de colonos vive
también de la agricultura, la ganadería y algunos talleres que fabrican aperos
agrícolas.

El líder de la comunidad asegura
que no pedirán ninguna ayuda al Estado para recuperarse de la crisis, en
consecuencia con su religión, que prohíbe este tipo de demandas al Estado.

El intendente de Nueva Galia comparte la
preocupación por el futuro económico de sus vecinos y subraya que se está
“viendo con ellos” para ver cómo “evolucionar” el modelo de negocio de la
colonia una vez se normalice la situación.

“Obviamente ninguna persona
quiere pillar el virus para poder contagiarse, pero bueno la psicosis de la
gente les lleva a que se pueda pensar eso por el miedo”, se lamenta Moreira,
quien asegura tener una buena relación con los menonitas y mantener contacto
telefónico para llevarles diversos productos como medicinas, a la espera de que
termine la cuarentena y se pueda hacer algo por tender nuevos puentes entre
ambas comunidades.




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