La exprincesa Mako de Japón aterrizó este domingo en la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos, con su marido, Kei Komuro, después de que, tras contraer matrimonio a finales de octubre, tuviera que abandonar la nobleza pues su prometido no pertenecía a la alta sociedad.
Mako y Komuro, compañero de universidad de la princesa, se casaron en una boda alejada de la ceremonia tradicional imperial, reservada a los miembros de la familia, pues con el enlace la princesa certificó su salida da la alta sociedad del país.
Ahora ambos vivirán en la ciudad estadounidense donde Komuro trabajará en un bufete de abogados y se presentará al examen para optar a una plaza estatal, apunta la radiotelevisión japonesa NHK. Después de la boda, Mako recibió su primer pasaporte para poder acompañar a Kei a Nueva York.
La relación y posterior matrimonio de ambos estuvo acompañado de polémicas. Uno de los puntos de conflicto se debía a la disputa que rodeaba a la madre de Komuro y a un antiguo prometido suyo en torno a un dinero empleado, en parte, en la educación del joven.
Este asunto dominó la prensa sensacionalista japonesa hasta el punto de que provocó el aplazamiento de la fecha inicial de la boda, prevista en un momento para 2018.
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La pareja, de 30 años de edad, pasó junto a los periodistas que esperaban en el Aeropuerto Internacional Haneda de Tokio antes de abordar un vuelo de ANA. Después de llegar al Aeropuerto Internacional JFK de Nueva York, fue fotografiada con un abrigo verde y una mascarilla blanca mientras se cargaba el equipaje en un vehículo.
El matrimonio de la pareja cautivó a Japón e inició un diálogo público sobre los roles de género y la cobertura mediática de la familia real.
A Mako se le diagnosticó un trastorno de estrés postraumático este año después de que su compromiso se viera plagado de un escándalo de dinero, un intenso escrutinio de los medios y la separación de tres años de la pareja.
(Con información de Europa Press y Reuters)
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