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Cómo elegir bien el agua que bebemos: un sencillo gesto que nos ayuda a estar mejor

¿Cuántas veces hemos escuchado aquello de “somos lo que comemos”? Este mantra lleva tiempo empujándonos hacia una mejor alimentación, en la que la verdura y la fruta son la base. Pero faltaría añadir aquí que también somos lo que bebemos, porque si hay un elemento omnipresente en nuestro día a día ese es el agua. Y casi nunca le prestamos la suficiente atención. Por eso, el libro Más claro que el agua (Editorial Amat) de la doctora Magda Carlas, pone las cosas claras sobre los conceptos y propiedades del agua mineral natural. Una bebida fundamental y necesaria para nuestro organismo. Y más en los tiempos que corren, en los que todos nos preocupamos por lo que comemos y lo que bebemos.

Un ‘cóctel’ mineral saludable

Beber agua mineral natural nos calma y nos sacia, pero también nos ayuda a conseguir los minerales que se aconseja tomar día a día. “El agua contiene minerales de los que muchas veces carecemos debido a una deficiente alimentación causada por un trepidante ritmo de vida”, explica la dietista Laura Jorge (@ljnutricion en Instagram) en el prólogo del libro. La clave está en el residuo seco, presente en la aguas minerales. La Dra. Carlas puntualiza que, pese a las connotaciones de la palabra “residuo”, no se trata de “nada malo, sino simplemente de la relación de minerales que contiene cada agua”. Por tanto, y tal como insiste la doctora Carlas, “los minerales dan un plus nutritivo al agua”.

Así, por ejemplo, en cada trago de agua bebemos magnesio, que interviene en el metabolismo del calcio y en las funciones nerviosa, cardíaca y muscular de nuestro cuerpo, entre otras. Hasta un 30% de la población española adulta ingiere cantidades inferiores a las recomendadas de calcio y magnesio, por lo que el agua mineral natural puede funcionar como un buen complemento para que nuestro organismo no eche de menos estos minerales.

Y no hay que temer al sodio, un sospechoso habitual de hacernos retener líquidos, pero que, en el caso del agua, se encuentra en cantidades insignificantes. Si contienen menos de 20 miligramos por litro de sodio son aptas para las dietas hiposódicas, algo que debe indicarse en el etiquetado. En España, el 80% de las aguas minerales naturales cumplen con este requisito. Esto hace que, para ingerir los 59 gramos de sodio que nos tomamos en la tostada del desayuno, habría que beberse hasta tres litros de agua.

Los minerales son también los que nuestro cuerpo echa de menos cuando hacemos cualquier tipo de ejercicio. “Para garantizar un buen rendimiento durante la práctica de algún deporte, es bueno tomar agua mineral natural con una composición adecuada antes, durante y después. Nos hidrata, permite rendir más y ayuda a nuestro cuerpo a reponer los oligoelementos perdidos por el esfuerzo físico”, añade la experta.

Entre estos aliados que nos echan una mano para tener un estilo de vida más equilibrado está también el calcio, un mineral básico para la contracción muscular, la coagulación, la formación de neurotransmisores… “En algunos casos el calcio contenido en dos litros de agua mineral natural es casi similar al de 100 mililitros de leche”, puntualiza la Dra. Carlas.

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Guía para hidratarse correctamente

¿Cuánta agua tenemos que beber cada día? “Esta es una buena pregunta, pero resulta más difícil de contestar de lo que parece”, explica la Dra. Carlas, que señala que la cantidad exacta varía en función de factores como la edad, el peso, la actividad física, el clima e incluso la dieta. No obstante, añade que “es aconsejable seguir unas ingestas basadas en valores medios”, como los propuestos por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, que recomienda beber 2 litros de agua diarios en el caso de los hombres y 1,6 litros en el de las mujeres.

Por supuesto, esto es lo básico, pero siempre podemos aspirar a sacar un cum laude en hidratación. “Es preferible no esperar a tener sed para beber, porque esa sensación aparece cuando ya hemos perdido un 1 % de agua de nuestro cuerpo y esto puede provocarnos cansancio o una mayor dificultad para pensar o concentrarnos”, comenta la experta. Los mayores riesgos de deshidratación se encuentran en los primeros años de vida, por la falta de autonomía de los pequeños, y en la tercera edad, cuando la sensación de sed disminuye. Por eso, es importante crear una cultura del agua y “fomentar el hábito de beber agua desde la infancia y no dejar de hacerlo en cada una de las comidas”, recomienda la doctora. Para que la buena salud, nunca mejor dicho, fluya adecuadamente.

Un poco de agua con langostinos, por favor

El agua mineral natural lleva un tiempo siendo considerado como un elemento importante del menú en países como Francia, donde puede elegirse entre varias. Este fenómeno, aún incipiente en España, da lugar a interesantes maridajes. Para las ensaladas van bien las aguas ligeramente gasificadas, porque estimulan los receptores gustativos de aceite y vinagres. En el caso del marisco, su sabor suave se lleva mejor con aguas de mineralización débil o muy débil. Las carnes especiadas funcionan a la perfección con un agua carbonatada, mientras que con los pescados van mejor las de mineralización débil. El café también tiene sus reglas particulares: debe prepararse con agua que tenga mineralización débil o muy débil. Y si no queremos complicarnos, tan solo hay que recordar la norma general en la que están de acuerdo todos los expertos: que, durante las comidas, la complejidad del agua vaya de menos a más. Igual que ocurre con los vinos… Aunque, a nivel organoléptico, el agua de mineralización débil combina con casi todos los alimentos.

En ‘Más claro que el agua’ (editorial Amat) la doctora Magda Carlas presenta el agua mineral natural como un pilar fundamental dentro de un estilo de vida y una alimentación saludables, concienciando sobre la importancia de la hidratación y la importancia de su contenido en minerales. En tiempos de pandemia y estrés, pone el énfasis en una bebida esencial, capaz de ayudarnos a sentirnos mejor, tanto física como mentalmente.




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