El sentido del olfato, tanto para el ser humano como la mayor parte de los animales es fundamental. No tanto como en tiempos primitivos, donde era fundamental para sobrevivir. Actualmente hemos perdido buena parte de nuestro olfato. Aunque hoy por hoy hemos perdido buena parte de nuestro olfato, distinguiendo millones de olores diferentes. Más de un millar de genes de nuestro ADN se ocupan de esta tarea.
El olfato nos acompaña a a hora de tomar decisiones durante nuestra vida, ayudándonos a identificar a nuestros padres. Después nos ayuda a que podamos apreciar el gusto de una buena comida o nos dirá si un alimento estará en mal estado o va a condicionarnos a la hora de elegir pareja.
Dentro de la nariz se pueden encontrar 3 cornetes nasales dentro de cada fosa nasal. Los cornetes están rodeados por la pituitaria, la cual calienta el aire antes de llegar a nuestros pulmones, humedeciendo y protegiendo las paredes nasales con un moco que segregan los senos nasales que rodean nuestra nariz.
La pituitaria contiene cilios, los cuales tienen receptores olfativos, todavía o se conoce el número exacto de receptores, pero se piensa que hay cientos o miles. Son los que se encargan de recoger sustancias químicas que mandan al bulbo olfativo mediante fibras nerviosas y a la vez al cerebro para que se identifiquen los olores.
El proceso del olfato comienza cuando el aire y las moléculas de olor entran atravesando nuestras fosas nasales. Cada olor se compone de varios componentes químicos diferentes que recogen los receptores. Cada receptor manda el impulso con su compuesto químico y en el bulbo toda la información se une para componer un olor.
El sentido del olfato está muy relacionado con el sentido del gusto
Esta relación hace que cuando estamos resfriados y segreguemos mucho moco, este taponará los receptores olfativos que impedirán que podamos detectar olores o se aprecie el gusto de la comida.
El sentido del olfato es más débil que es de muchos animales como por ejemplo los perros. Estos estímulos olfativos nos afectan de forma importante al estado emocional y anímico. Algunos olores con determinadas composiciones químicas nos pueden excitar sexualmente, pero otros olores los asociamos con aspectos negativos y pueden tener como consecuencia el que nos sintamos enfadados o tristes.
Al revés, un buen olor estimulará a nuestro cerebro para que se produzca un torrente de emociones altamente positivas y de lo más agradable.
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