El escándalo de las fiestas en Downing Street durante la pandemia ha terminado por minar la continuidad en su cargo del primer ministro británico, Boris Johnson, cuyas excusas no han frenado la rebelión en el seno de su propio partido. Este lunes, entre las 18.00 y las 20.00 horas (una hora más en horario peninsular español), el Partido Conservador, votará una moción de censura interna en la que el jefe del Gobierno deberá obtener el apoyo de una mayoría simple (180) de diputados tories para continuar en su cargo. Este voto de confianza llega dos semanas después de que se publicara el informe de la vicesecretaria de la Oficina del Gabinete del Primer Ministro, Sue Gray, en el que se le pedían responsabilidades por haber consentido y participado personalmente en celebraciones, algunas con más de 100 personas, en la residencia oficial del primer ministro mientras los británicos permanecían confinados por la covid-19.
¿Cuál es el procedimiento de esta moción de censura interna?
El voto de confianza del líder del Partido Conservador puede iniciarse de dos maneras. La primera es a instancias del propio dirigente; la segunda, cuando al menos el 15% de los diputados de ese grupo político lo reclaman. En la actual legislatura, son 54. Para empezar el proceso, estos parlamentarios tienen que enviar una carta expresando el deseo de reemplazar a su líder a Sir Graham Brady, el diputado que desde 2010 preside el llamado Comité Conservador de Miembros Privados, más conocido como Comité 1922. El presidente del Comité anunció este lunes que ese quórum se había alcanzado.
Este sistema, que permite destituir al líder a partir de una iniciativa en el seno de la formación, fue adoptado en 1998 por el entonces cabeza de la oposición tory, William Hague.
¿Quién compone el Comité 1922?
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El comité reúne a los llamados backbenchers (literalmente, los diputados de los escaños traseros), la mayoría de los representantes parlamentarios conservadores que no ocupan un puesto en el Gobierno, por lo que se considera que son más independientes y tienen, por tanto, más lealtad hacia sus electores y hacia su propio futuro político que al líder del partido. Además, el voto es secreto.
¿Qué sucede si Johnson pierde?
Si Johnson pierde esta votación, dejaría de ser el líder de su partido y, como consecuencia de ello, tendría que dimitir del cargo de primer ministro. En el caso de que solo hubiera un candidato a reemplazarlo, este se convertiría automáticamente en el nuevo jefe de Gobierno, sin necesidad de convocar nuevas elecciones. Si se presentasen varios aspirantes, los diputados votarían en secreto para ir reduciendo el número de contendientes de forma progresiva: en cada ronda se caería de la competición el candidato con menos votos. El proceso se repetiría sucesivamente los martes y jueves, hasta que solo quedasen dos. Todos los afiliados con más de tres meses de antigüedad en el partido tendrían después la última palabra y votarían para elegir al nuevo líder conservador y primer ministro entre estos dos candidatos finales propuestos por el Comité 1922.
¿Este proceso puede terminar en unas nuevas elecciones?
Sí, aunque es improbable. Si el voto de confianza en el seno del Partido Conservador sale adelante, pero el partido no logra formar un nuevo gobierno en un plazo de 14 días, el Parlamento tendría que ser disuelto, paso previo a la convocatoria de elecciones.
¿Y si gana?
Para salir airoso de esta votación, el primer ministro británico precisa de una mayoría simple en su favor; 180 diputados conservadores. Un voto favorable blindaría su liderazgo de los tories durante un año, en el que no se permitiría nuevas mociones de confianza.
¿Una victoria garantiza la continuidad de Johnson?
Sobre el papel, sí, al menos por un año. En la práctica, no, pues una victoria considerada débil, inferior al 60% de votos, acabaría con la ya minada credibilidad de Johnson y podría volver inviable su permanencia en el cargo. La historia reciente de los votos de confianza en el partido conservador confirman que el primer ministro británico tiene pocas opciones de continuar siéndolo si no obtiene un respaldo sólido de su grupo político. Incluso la poderosa Margaret Thatcher tuvo que dimitir en 1990, ocho días después de ganar el voto de confianza. En 2018, Theresa May presentó su renuncia seis meses después de salir en teoría airosa de ese mismo reto. Ambas habían obtenido el respaldo de una mayoría simple de sus correligionarios conservadores, pero sus victorias pírricas terminaron por forzar su caída.
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