Después de cortar, picar, marinar, batir, freír, cocer o guisar, la cocina y los utensilios se ensucian. Y, a poco que estés concienciado con el gasto responsable de los recursos y el respeto por el medio ambiente, sabes que se pueden evitar ciertas prácticas y adoptar otras tantas para limpiarlo todo de la manera más sostenible. Porque sí, comidisters: es posible eliminar la suciedad y los restos de comida sin derrochar agua y luz ni generar más residuos de la cuenta.
Si crees que tienes unos hábitos poco aconsejables en este tema o no sabes qué pasos seguir para una limpieza sostenible, a continuación te damos una serie de trucos y consejos para conseguirlo. Así, la próxima vez que dejes la cocina como los chorros del cloro -que son muchos más limpios que los del oro, por supuesto-, el planeta y el resto de la sociedad lo agradeceremos.
Mejor lavavajillas que fregar a mano
Cuando hablamos de limpiar en la cocina, fregar los platos y la cubertería es una de las tareas más frecuentes y de las que implican un gasto de recursos mayor. Ahora bien, no es lo mismo hacerlo a mano que utilizar un lavavajillas. Según un estudio del Canal de Isabel II publicado en 2009, el consumo de agua al fregar a mano es de 88,8 litros de media al día, mientras que en el caso del lavavajillas se reduce hasta los 54,2 litros. El ahorro que supone por tanto usar este tipo de máquinas se sitúa en unos 34,6 litros de agua diarios.
De los más de 88 litros de consumo al día de media por lavar a mano, según el mismo informe 52 de ellos son de agua caliente; si pones el lavavajillas, esta cifra baja hasta los 24,6 litros. Esto demuestra que con la utilización de este aparato no solo se evita malgastar tanta agua: también se ahorra electricidad -en el caso de disponer de un termo eléctrico- y gas butano (aquellos que tienen bombonas en casa). Más allá de favorecer la sostenibilidad, el uso del lavavajillas es positivo por otra cosa: nos libra de la ardua y odiosa faena de rascar los platos con el estropajo. Que no es poco.
Y con la cantidad justa
Otro aspecto que hace más respetuoso con el medio ambiente al lavavajillas tiene que ver con la dosis de detergente que necesita para limpiar los platos y vasos. Tal y como señala este artículo, la alternativa de fregar con esta máquina es más ecológica, “ya que al necesitar menos cantidad de detergente, por el desagüe se arrojan menos residuos”. Minipunto y punto para los lavavajillas.
Pero aún se puede ser más eficiente. Los programas ECO de los lavavajillas -los únicos que no presenta Ferreras- suponen un ahorro considerable de recursos con respecto al resto de modos de función. Según la OCU, poniendo esta opción se ahorra un 16% de agua, esto es, el consumo se reduce desde los 13,1 litros que emplea el programa normal hasta los 11 litros del ECO. Además, tal y como revela el mismo estudio, también desciende el gasto en electricidad, concretamente 1,06 kWh diarios.
Más allá de programas y series está la prescindible manía que tienen muchos de prelavar los platos, cubiertos y vasos antes de meterlos en el lavavajillas, tal y como decíamos en este vídeo. Si utilizamos este aparato entre otras cosas para ahorrar agua, no tiene sentido que abramos el grifo para después ponerlo en marcha. Máxime si tenemos en cuenta que la mayoría de lavavajillas puede eliminar la grasa acumulada sin necesidad de ese prelavado a mano (siempre que hayamos retirado bien los restos de comida acumulados, claro).
“Pero no tengo lavavajillas…”
No te preocupes, no te estás cargando el Amazonas tú solo por no tener este electrodoméstico. Entendemos que hay cocinas en las que no entran y caseros más agarrados que una pelea de monos. Si eres de los que friega a mano, debes tener en cuenta un consejo que, aunque repetido miles de veces, es fundamental: no dejes correr el agua. Como ya hemos dicho, el consumo diario al fregar es considerable, así que mejor ir abriendo y cerrando el grifo para no que no dejes secos los embalses después de preparar un cocido.
Otro truco que apuntan desde la Organización de Consumidores y Usuarios consiste en llenar el fregadero “con una solución de 5 mililitros de detergente por 5 litros de agua”, sumergir los platos y cubiertos en él y, por último, pasarlos a un barreño con agua para aclararlos. De esta forma hacemos más sostenible una práctica que implica un gasto de recursos algo elevado.
Una medida que también nos ayudaría sería apostar por detergentes que sean compatibles con la sostenibilidad. Un estudio realizado en abril de 2021 como parte del proyecto CLEAN -que reúne a diversas organizaciones de consumidores a nivel europeo- concluyó que, de los 115 analizados, “solo el 35% de los detergentes para máquina y 56% de los detergentes para lavar a mano tiene bajo impacto ambiental”. Para ello han tenido en cuenta el nivel de degradación de sus ingredientes, si son renovables los materiales que componen el envase y, por último, la claridad del etiquetado. Según la OCU, una manera fácil de identificar productos que no resultan dañinos para el medio ambiente es fijarnos si tienen el sello Ecolabel, “que garantiza que el detergente cumple una serie de requisitos de protección ambiental en las diferentes etapas de su ciclo de vida”.
Asimismo, supermercados como Carrefour -con su marca Eco Planet, por ejemplo- tienen una línea de productos de limpieza más respetuosos con nuestro entorno, es decir, que en la fase de producción “se han reducido los niveles de contaminación” y que los envases “están hechos con materiales certificados como respetuosos con la naturaleza o renovables”.
Reutilizar lo que sirva y reciclar lo que no
Una recomendación que va más allá del fregado es la de no excederse con el papel de cocina. A ver, con esto no queremos decir que no lo vuelvas a comprar en tu vida, pero sí que a la hora de limpiar las superficies es mejor utilizar trapos, que son reutilizables (lavándolos posteriormente a diario en agua fría y lejía para evitar la proliferación de bacterias). De esta forma no generamos tanto desperdicio y de paso te queda papel para cuando te llenas la boca de tomate frito.
No está de más recordar que si queremos mantener la cocina con conciencia, el reciclaje de los residuos es fundamental. Cada español genera de media 471 kilos de basura al año, según datos del Instituto Nacional de Estadística; casi media tonelada en la que entran por supuesto desechos propios de la limpieza de la cocina. Si nos centramos en el caso de los estropajos, bayetas, trapos o esponjas, debemos saber que, una vez se haya acabado su vida útil, hay que tirarlos al contenedor gris. Por su parte, los sprays que estén hechos de metal y plástico, siempre que estén vacíos, al amarillo; si el aerosol no se ha consumido del todo o está lleno, se tiene que llevar a un punto limpio o a un lugar de recogida habilitado.
Intenta ensuciar lo menos posible
Para terminar, una perogrullada, sí, pero es que hay platos cuya elaboración precisa de manchar el 97% de utensilios y ollas que tenemos en casa, esos que tardas menos en cocinar que en fregarlo después todo. Y ya conocéis esa frase de abuela: no es más limpio quien más limpia sino el que menos ensucia. Empezar con la cocina lo más recogida y vacía que puedas, decidir antes qué quieres cocinar para no liarte sobre la marcha, tener organizadas la nevera y la alacena y limpiar lo máximo posible mientras guisas son algunos de los trucos básicos -pero no los únicos- para no encontrarte después la cocina como el escenario de Mad Max.
Otra posibilidad es optar de vez en cuando por recetas en las que se utiliza lo justo y necesario, que aúnan todos los pasos en un mismo perol. En El Comidista hemos demostrado que es posible cocinar pasta con verduras, unas habitas a la catalana, un suquet de rape o postres como piña caramelizada y coco usando una cazuela, una ventaja que también nos aportan electrodomésticos como la olla lenta o slow cooker.
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