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Cómo lograr que una conversación difícil no te amargue el día, en tres pasos


Son tiempos difíciles en los que aguantar el temperamento en una discusión puede resultar todo un arte. Hay quien evita tocar temas delicados con grandes amigos para no romper una relación de años, hay quien se salta un par de comidas familiares para no tener que enzarzarse con el cuñado en una nueva bronca y hay quien entra y sale de la oficina sin hacer ruido para no tener que meterse en una charla incómoda. Pero si a usted no le va meter la cabeza bajo el ala y quiere expresar sus opiniones de manera educada, más todavía, sin hacer sentir mal a su interlocutor, entonces deberá nutrirse de técnicas de control temperamental para salir airoso de cualquier situación.

De la mano de la psicología, la ciencia y la experiencia personal usted puede desarrollar habilidades que le permitan mantener siempre la calma, a pesar de que le estén tocando sus botones rojos. A veces se trata tan solo de controlar la melodía de su voz o gestionar la manera en que mira a su interlocutor, aunque en muchas ocasiones deberá recorrer un inevitable camino interior de autorreflexión que le sitúe en un plano en el que rápidamente consiga ponerse en el lugar del otro. Eso es, no hay fórmulas mágicas que valgan, la empatía es el primer paso para una victoria holgada en un debate. Dicho esto, hay pequeños trucos y técnicas que le pueden ayudar a completar su excelencia oracional. Veamos:

1. Evite el ‘sincericidio’

¿Cuántas veces ha vivido una discusión que tomaba una deriva dramática irreversible con final a gritos y descalificaciones? ¿Todas las discusiones han de acabar siempre así? ¿No sería mejor evitar discutir a toda costa? Sheila Estévez, psicóloga especialista en conflictos emocionales nos explica que “discutir no es malo, es positivo, sano y fruto de la madurez”. Para la especialista siempre es positivo conversar “y si hay desacuerdos, es preciso negociarlos mediante una discusión”.

El problema está cuando percibimos que el contenido de una conversación nos produce un sentimiento de injusticia, esto hace que “interpretemos una opinión como algo que ataca a nuestra persona y esta emoción, junto a la ira, enciende las alertas que transformarán un encuentro en desencuentro”, continúa Estévez. En estos casos, esas situaciones en que uno ya prevé de antemano que ese encuentro va a tener un punto de no retorno “ahórrese el sincericidio”, comenta la psicóloga. “No siempre es necesario decir lo que uno piensa. Ello dependerá de la finalidad, del coste emocional y del vínculo con la persona con quien estemos discutiendo. Hay situaciones en que entre exponerse y no decir nada, es más sano mostrar un ‘silencio administrativo’ si no queremos alimentar un posible conflicto a posteriori”.

2. Practique la escucha activa

La escucha activa es un conjunto de técnicas diseñadas para ayudarle a escuchar y entender lo que dice otra persona y, en consecuencia, que le ayudarán a expresarse con claridad. Lo primero que ha de hacer cuando aplique la escucha activa es “no tomarse a nivel personal la opinión de los demás, del mismo modo que los otros no se tomarán sus palabras como un ataque contra ellos”, explica Estévez. Una vez esté mentalizado de esto entonces debe “escuchar el mensaje en lugar de ir gestando la respuesta mientras le están hablando —cosa que se hace como contraataque, la mayoría de veces—, con lo que no estaríamos discutiendo inteligentemente”, relata la especialista.

Como la escucha activa se centra tanto en los hechos como en los sentimientos, consigue reducir la tensión y la actitud defensiva, y permite que los conflictos se resuelvan de manera más efectiva. Si quiere aprender más sobre el tema la Universidad de California ofrece un curso gratuito a través de la plataforma Coursera, con subtítulos en castellano, sobre esta técnica.

3. Cuidado con mirar demasiado a los ojos

Mirar a los ojos de su interlocutor ha sido considerado durante mucho tiempo una manera de demostrar honestidad y, además, atraer a su oyente y persuadirlo hacia su territorio. Bueno, pues parece ser que no es exactamente así. Un estudio publicado en la revista científica Psychological Science muestra que el contacto visual, en realidad, puede hacer que las personas sean más resistentes a la persuasión, especialmente cuando ya están en desacuerdo con usted.

“Nuestros hallazgos muestran que el contacto visual directo hace que los oyentes escépticos tengan menos probabilidades de cambiar de opinión, no más, como se creía anteriormente“, relata el investigador principal del estudio, Frances Chen.

Para investigar los efectos del contacto visual en situaciones que involucran la persuasión, Chen y sus colegas se aprovecharon de la tecnología de seguimiento ocular y expusieron a los participantes a distintas situaciones en las que debían mirar a los ojos de sus interlocutores. Los investigadores descubrieron que cuanto más tiempo pasaban los participantes mirando a los ojos de un orador menos convencidos estaban de sus argumentos.

4. Module el tono

“Es importante tener en cuenta el tono y las palabras que se utilizan a la hora de discutir. Han de ser expresadas en un tono cercano, pero no invasivo, nunca alzando la voz, ni utilizando palabras que puedan herir la sensibilidad, hecho que naturalmente encendería las alertas defensivas de quien nos escucha o de quienes estamos escuchando”, nos aconseja Sheila Estévez.

De hecho, el tono podría ser un factor incluso más crítico que la semántica en una discusión. En un estudio publicado en Proceedings of Interspeech se diseñó un algoritmo informático que puede predecir el éxito de una relación de pareja con un 79% de precisión (mejores resultados comparados con las habilidades predictivas de un terapeuta de pareja, por cierto) con tan solo analizar el tono de voz de sus miembros. “Lo que dices no es lo único que importa, es muy importante cómo lo dices”, recuerda en su estudio Md Nasir, uno de los investigadores.

5. Respete las creencias y valores de su interlocutor

Una de las reglas de oro para no acabar una discusión cual pelea de gallos es evitar a toda costa entrar en el plano personal. Hay que pararse a pensar unos segundos en la visión y experiencia del mundo que tiene su interlocutor (y que probablemente difiere mucho de la suya) y, con ello, “esté abierto mentalmente, no juzgue y quédese con aquello que le aporte de lo que su interlocutor comparta con usted”, recomienda la psicóloga.

6. Asegúrese de tener ‘aliados’

Credibilidad. Esa es la palabra que le separa de ganar una discusión o perderla por la puerta grande (sí, esa que abre el camino de la bronca). La credibilidad es clave en una conversación para convencer al otro de que sus argumentos son válidos y difíciles de rebatir. Y aunque nuestros argumentos tengan toda la verdad del mundo si no les damos una pincelada de credibilidad pueden ser ninguneados rápidamente por un experto orador.

¿Cómo conseguirla? Asegúrese de encontrar aliados en su entorno que opinen igual que usted. En un estudio de la Universidad de Cornell analizaron durante un año el foro de Reddit ChangeMyView y concluyeron, entre otras cosas, que cuanta más gente piense diferente que usted más sensación de estar equivocado tendrá y por lo tanto de menos credibilidad gozarán sus ideas. Y lo mismo al revés, le será más fácil convencer a su interlocutor si tiene un gran número de personas de backup que defiendan su posición.

Si lo del apoyo de las masas no es lo suyo entonces apóyese en el método científico, en otro estudio, bastante curioso publicado en Public Understanding of Science se explica que, en general, la gente cree a pies juntillas lo que los científicos dicen. Esto, extrapolado a una conversación, podría ser una ventaja competitiva para poder ganarla. Cuanta más empírica y más datos contenga su respuesta más capacidad persuasiva tendrá: enseñe algún gráfico con el móvil, algún dato de una fuente contrastada o un mapa del conflicto y su caché debatístico subirá rápidamente.

7. Alerta con el poder de persuasión

La mezcla de asertividad, escucha activa y otras herramientas de la psicología pueden ser un cóctel fabuloso que le ayude a mantener la calma. Además, si está determinado a hacer valer su opinión entonces deberá usar técnicas de persuasión, pero cuidado: “La persuasión es un estilo comunicativo que tiene como objetivo principal cambiar la actitud o el comportamiento de una persona, o un grupo de personas, hacia un evento o idea, de manera premeditada […]. En este sentido, que la propia opinión tenga más peso que la de las demás personas es una arma de doble filo si no se sabe gestionar trascendiendo el propio interés”, concluye Sheila Estévez. En definitiva, plantéese si de verdad quiere hacer cambiar la opinión de los demás o tan solo quiere exponer sus ideas. Merece la pena la reflexión.

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