En los últimos tiempos se ha avanzado sensiblemente en el estudio de los volcanes, lo que ha permitido a los científicos determinar la peligrosidad de un volcán, es decir, las probabilidades de una posible erupción. No obstante, no es una medición cien por cien fiable.
A ello han contribuido los grandes avances en los métodos estadísticos y los modelos de simulación, los que incluyen inteligencia artificial. Veamos qué se sabe al respecto.
Aprende cómo se determina la peligrosidad de un volcán
Tomando en cuenta la periodicidad de las erupciones, los volcanes pueden dividirse en tres tipos: activos, inactivos y extintos.
Los volcanes activos generan peligros diversos como la emisión de lava, fragmentos sólidos arrojados a grandes distancias, lluvia de cenizas, gases, etc. La probabilidad de que uno o varios de ellos afecten a un área en determinado lapso de tiempo, es lo que determina el grado de peligrosidad de un volcán.
La jefa de la Unidad de Las Palmas de Gran Canaria, del Instituto Geológico y Minero de España, IGME, Inés Galindo, indica que, para llevar a cabo un análisis de peligrosidad, los geólogos caminan por el volcán con su libreta, su brújula, el martillo para las muestras, así como un GPS, un mapa y el móvil.
El trabajo de campo y el estudio de las muestras ayudan a reconstruir la historia eruptiva del volcán. Con toda esa información se realiza un mapa que, mediante métodos estadísticos y modelos matemáticos, puede determinar diversos factores sobre la peligrosidad de un volcán: dónde es más factible que ocurra una erupción, de qué tipo sería y las consecuencias que acarrearía.
Entre los países con más volcanes activos en su territorio se encuentra Chile con 95; Indonesia, con más de 120; Estados Unidos de Norteamérica tiene alrededor de 130; Japón 66 y Rusia cuenta entre todos sus volcanes, con el Bolshaya Udina, situado a 2.920 metros sobre el nivel del mar, declarado volcán extinto, pero según los últimos datos vuelve a estar activo.
La información publicada por el Journal of Volcanology and Geothermal Research indica que ha aumentado el nivel de actividad sísmica en este volcán desde diciembre del año 2017 y que ello podría estar indicando un posible nuevo despertar.
En el año 2018 se instalaron cuatro estaciones sísmicas en las cercanías para monitorizar la peligrosidad de un volcán que parecía extinto y se creía inofensivo. Pero los resultaron fueron alarmantes, pues durante dos meses se detectaron y localizaron casi 600 eventos sísmicos vinculados.
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