¿Cómo saber si el pollo está malo? Las claves a tener en cuenta

El pollo es uno de los alimentos más populares del mundo, el cual tiene una serie de beneficios para la salud gracias a su alto valor nutricional. Además, es de fácil digestión y tiene un bajo contenido en grasas. Ahora bien, a la hora de cocinar y consumir el pollo, debes comprobar si está malo, y hay una serie de claves para saberlo.

Cómo identificar el pollo en mal estado

Del mismo modo que ocurre con otros alimentos, la forma más fácil y sencilla de saber si el pollo está malo es fijándote en su color. Si se encuentra en buenas condiciones, tiene un color rosado. Mientras, cuando empieza a estropearse, se torna gris.

El olor es una de las maneras más seguras de evaluar el estado del pollo. Cuando está estropeado, tiene un olor amargo, fuerte y desagradable, similar al del amoniaco. Si huele de esta manera, la carne en ningún caso es apta para el consumo.

La carne de pollo tiene que ser tersa, pero cuando se pone malo se torna viscosa y pegajosa. Por supuesto, si tiene una capa negra o verde de moho, no hay ninguna duda de que el pollo hay que desecharlo. No es suficiente con cortar la parte infestada, ya que las bacterias se propagan por toda la pieza, aunque no se vea.

¿Qué debes hacer si sacas el pollo del congelador y tiene una gruesa capa de hielo sobre la superficie? Es una señal inequívoca de que ha estado en el congelador más tiempo del recomendado, por lo que no debe consumirse.

Al igual que ocurre con las altas temperaturas, las bajas temperaturas también hacen que los alimentos puedan sufrir quemaduras. Por este motivo es tan importante introducirlos en un recipiente hermético cuando se van a congelar.

Consejos de conservación

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) advierte lo siguiente: «La mayoría de las intoxicaciones alimentarias están causadas por el huevo y las salsas crudas, pero el pollo también tiene mucho que ver, pues las condiciones higiénicas de la carne de pollo no siempre son las mejores».

Recomienda ser lo último que se compre antes de abandonar el supermercado, y transportarlo en una bolsa térmica para que no se rompa la cadena del frío. Una vez en casa, se debe consumir en un plazo de 24/36 horas.

A la hora de cocinarlo, hay que hacerlo bien para destruir todas las bacterias. La carne de pollo cocinada dura un máximo de dos días en la nevera.


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