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Cómo y cuándo hablar con nuestras hijas de la sexualidad femenina sin tabúes


Llega la pubertad y las inevitables preguntas sobre el desarrollo que tienen las adolescentes. ¿Cómo explicarles de una manera sencilla y clara lo que les está pasando? Miriam Al Adib Mendiri, ginecóloga y madre de cuatro hijas, considera que no se trata de una fórmula mágica de sentarse a hablar un día D a la hora H ya que, según explica, es mucho más sencillo.

“Normalmente las niñas y las adolescentes están preparadas para recibir explicaciones cuando ellas mismas hacen las preguntas. Pero para que se atrevan a preguntar es necesario haber crecido en un entorno amoroso y seguro, un clima libre de coacción y tabúes, donde hayan disfrutado de una sana comunicación y confianza con sus progenitores”, sostiene la experta. “Desde el principio”, prosigue, “es necesario tener naturalidad, es decir, llamar a cada parte del cuerpo por su nombre, responder con sinceridad a sus preguntas desde que son pequeñas (nada de cuentos de cigüeñas que traen bebés), no estigmatizar la natural tendencia al autoconocimiento y autoplacer (desde la infancia es normal que se toquen o se masturben, solo hay que decirles que lo hagan en su intimidad, pero nunca darles a entender que esto sea malo) y, sobre todo, hablar de los cambios del cuerpo antes de que estos se produzcan”.

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Pero más importante que lo que decimos, es lo que hacemos y cómo somos: “No se suele hablar del impacto que tiene para la adolescente la relación que tiene su madre con su propio cuerpo. Si la madre está todo el día transmitiendo mensajes negativos como odio mi cuerpo, estoy gorda, me hago vieja y fea, qué asco tener la regla, no soporto el vello o si trata cosas tan normales como la regla o la desnudez con tabúes (por ejemplo, si le pilla la hija cambiándose de compresa y en lugar de aprovechar para explicarle qué es la regla cierra rápido la puerta como si tuviera que esconder algo malo), … La niña estará captando el mensaje de que ser mujer es de lo peor y que tenemos muchas cosas feas que hay que ocultar”, sostiene la experta. Ante este panorama, según continúa, “sería muy normal que cuando empiecen sus cambios en su cuerpo repita los mismos tabúes y este odio contra su cuerpo. En cambio si la madre tiene una buena relación con su cuerpo, buena autoestima, no tiene tabúes, vive sus procesos sexuales y reproductivos de forma sana, tiene buena comunicación con su hija y siempre le ha respondido a sus preguntas con naturalidad, todo esto tiene mucho más poder que darle largas parrafadas cuando llega la adolescencia”.

La vagina, esa gran misteriosa

Todo tipo de apodos por no decir su nombre como si ello fuese una vergüenza. Pero no solo eso, sino transmitir información errónea o directamente no transmitirla. “Parece mentira que en el año 2021 muchas madres no sepan afrontar una explicación sencilla y natural, pero a la vez seria sobre las vaginas y todo lo que ello conlleva: sus partes, no es lo mismo la vagina que la vulva, el vello púbico, el funcionamiento de la regla, la mucosidad en la ovulación y sobre todo el tabú de los tabúes: que no se sientan avergonzadas de su sexo”, se lamenta la doctora.

Y la pregunta que muchas madres se pueden estar haciendo al leer esto es ¿cómo explicar con esa naturalidad, entonces, lo importante? “Pues con eso, con naturalidad, confianza y buena comunicación desde la infancia y no tener tabúes porque si no hay un clima de confianza y libre de tabúes no se atreverán a preguntarnos, y el problema de esto es que buscarán información sobre sus inquietudes en internet, donde todo lo que se refiere al sexo va en la línea del porno y esto hace muchísimo daño”, advierte. Acaban creyendo, continúa, “que la realidad del sexo es que las mujeres no somos sujetos sino objetos sexuales, que las vulvas son rosas, con labios menores muy pequeños y vulvas sin pelos, que tratar a una mujer como una cosa es normal, que la hipersexualización de la mujer es lo más de lo más, toda esa violencia se va interiorizando y muchas jóvenes acaban teniendo serios problemas de vergüenza, frustración, culpa… por no poder entrar en ese estereotipo de mujer lineal e hipersexualizada que se nos vende por todas partes”, advierte.

Miriam Al Adbiri es autora del exitoso libro Hablemos de Vaginas, un título que, por increíble que parezca, todavía sigue escandalizando.“Parece increíble, pero sí, hasta me han censurado varias veces la portada del libro en redes sociales, no se censuran las barbaridades que dicen con ciertos comentarios y canciones de adolescentes en las redes donde literalmente se cosifica y veja a las mujeres hasta el extremo y en cambio se censura la portada de un libro por el hecho de poner la palabra “vagina” y tener un dibujo que no es más que una alegoría de la entrada a la vagina, ni siquiera se ven los genitales de forma realista”, se lamenta. “Lo mismo me ha pasado con la portada de mi nuevo libro Hablemos de nosotras. Reflexiones de una ginecóloga rebelde, donde se hay un dibujo donde se ve un simple pezón”.

La ginecóloga tiene una intensa actividad en Instagram y ha repetido por activa y por pasiva que la higiene de la vulva no pasa por sacarle brillo y la razón de esto es porque el PH tiene su función. “Existe la idea generalizada (muy alimentada por la industria de la higiene íntima) de que los genitales huelen mal y que hay que utilizar productos de todo tipo para estar limpias. Hasta hay quienes creen que la depilación integral de la vulva es buena por higiene (evidentemente no me meto en eso de depilar sí o no, cada cual que haga lo que quiera, pero si lo haces no lo hagas por higiene ni por vergüenza, no es mejor para la higiene y nada en tu cuerpo debería ser motivo de vergüenza)”. La vagina (que es ese tubo elástico que llega hasta el útero), continúa, “no se debe lavar por higiene, las duchas vaginales son contraproducentes y la vulva (la parte que vemos por fuera) no requiere de ningún producto especial para la higiene. La microbiota y el pH de la zona vulvar y de la vagina se pueden alterar cuando utilizamos jabones y productos no adecuados para la zona, también con el rasurado integral. Todos ellos, precisamente, favorecen más las infecciones”, advierte.

Primera visita a la ginecóloga de una adolescente. ¿Cuándo y en qué consiste?

Habría que hacer esta visita en cualquier momento que hubiera algún problema que requiera valoración ginecológica (puede ser necesario cuando hay exceso de sangrado menstrual, dolor intenso, infecciones vaginales de repetición, etc). En caso de no tener ningún problema, se recomienda una primera visita cuando se inicia la actividad sexual. “Normalmente en esta primera visita no solo nos centramos en la parte médica como tal, sino que aprovechamos para hacer educación sexual, hablamos de cómo protegerse de las ITS o embarazos no deseados. Es también un buen momento para aclararles sus inquietudes, preocupaciones o problemas derivados de las relaciones sexuales y de cómo se relacionan con sus parejas”, explica la ginecóloga. Para evitar que entren en situaciones de vulnerabilidad y abuso debería haber una educación sexual de calidad que aborde estos temas, “y esto no es solo para una consulta de ginecología, pues ahí deberíamos estar todos a una: sus padres, profesionales de la salud, profesionales de la educación, toda la sociedad entera. Aunque me temo que de momento esto es un poco utópico”, sostiene.

Según la experta, una niña no puede haber pasado toda la infancia sin hablar de absolutamente nada de sexualidad con su madre y de repente un buen día al llegar a la adolescencia decirle “Pepita, hija, tenemos que hablar sobre cómo evitar una ITS” y ni mucho menos decir en tono amenazante cosas como “mucho cuidadito con lo que haces” como si el sexo fuera algo malísimo. “La sexualidad como bien dice la OMS es inherente al ser humano desde que nace hasta que muere”, prosigue. “En las primeras etapas de la vida y en la infancia es importante desarrollar lo que llamamos un apego seguro con la madre, ya que se ha demostrado a través de numerosos estudios que un apego seguro favorece el neurodesarrollo del bebé, repercutiendo positivamente en su salud mental futura y por ende en su salud psicosexual, es decir, favorecerá que en su etapa adulta disfrute de una sexualidad sana, con vínculos saludables y relaciones simetrías libres de abusos”, argumenta. En este contexto donde se ha disfrutado de una infancia amorosa, con una buena base segura donde hay confianza y comunicación y donde no se les ha generado tabúes, “saldrá de forma espontánea y natural el momento idóneo para hablar de este tema concreto de la prevención de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados”.

La ginecóloga incide en que hay que insistir en que el preservativo hay que ponerlo desde el principio hasta el final, que no se la pueden jugar en esto, y que si dan con alguien que se niega a usarlo nunca jamás cedan en esto. “No hace mucho salió un adolescente muy mediático jactándose diciendo que él engaña a todas diciéndoles que es estéril y que no le hace le falta usar preservativo. Esto es gravísimo (de hecho legalmente es un delito), hay que explicárselo todo esto muy bien para que sean conscientes de lo que puede suponer hacer estas cosas sin pensar, y que aunque tomen anticonceptivos siempre deben usar el preservativo porque no solo hay que evitar embarazo sino también las ITS”, concluye rotunda.

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