El analista político Sergio Aguayo señaló que las consultas realizadas por el gobierno federal son utilizadas a conveniencia, para aprobar una decisión ya tomada.
La discusión en el Senado sobre la Guardia Nacional fue un precedente positivo, ya que los legisladores escucharon las voces de la oposición y organizaciones civiles; en cambio, las consultas públicas, como la que se hizo el fin de semana sobre la termoeléctrica de Huexca, Morelos, son discrecionales y se usan para aprobar una decisión ya tomada, afirmaron expertos.
En #MesaPolítica con la periodista Carmen Aristegui, la politóloga Denise Dresser observó que hay razones para celebrar, reflexionar y estar preocupados por la aprobación de la Guardia Nacional.
“Celebrar porque vimos una dinámica legislativa, en la cual se escuchó a expertos, analistas, donde la oposición se mantuvo firme, donde Morena escuchó en lugar de desacreditar o tratar de imponer una mayoría que, además, no logró conseguir, vimos que todos ganaron. Ganó Morena porque supo negociar y supo escuchar, ganó la oposición porque se mantuvo en un frente unificado, y ganó la sociedad civil porque incorporó al debate lo que al final de cuentas resultó ser la iniciativa modificada. El texto aprobado contiene muchas aportaciones de grupos que arrastraron el lápiz durante semanas tratando de frenar la iniciativa aprobada en la Cámara de Diputados”, abundó.
Entre las razones para reflexionar, apuntó, están el hecho de que a pesar de los esfuerzos de la oposición, la sociedad civil y la izquierda progresista en Morena, “queda ahí una iniciativa que tiene transitorios y tiene espacios que se abren, vía la elaboración de las leyes secundarias en esta semana, donde todavía habrá que seguir peleando para impedir lo que podría usarse de la iniciativa aprobada para saltar lo que tratamos de frenar, y ya se advierte en columnas hoy, en reacciones que hubo incluso después de reconocer lo que había que celebrar: el presidente va a tener un gran margen de maniobra con esta iniciativa“.
La gran interrogante y la gran razón para estar preocupado, señaló, es que los gobernadores y el Ejército se pongan a la altura.
“Ganamos una batalla, pero se viene una guerra muy importante para ir civilizando la seguridad pública en México. Nos quedamos más o menos en el escenario que estábamos antes de la terrible minuta que aprobó la Cámara de Diputados. Eso no significa que estemos necesariamente en un mejor lugar a futuro”, añadió.
Desde el punto de vista del historiador Lorenzo Meyer la discusión sobre la Guardia Nacional es un precedente muy positivo para la complejidad democrática.
“No lo había visto tan claramente como ahora, la negociación se hizo a puerta cerrada en ciertos momentos, se había visto a (Ricardo) Monreal decir ‘ahí vamos avanzando’, pero no sabemos exactamente qué se dijo en cada momento adentro, pero sí lo suficiente para saber que tuvieron que escucharse mutuamente y que el Poder Legislativo sí es un poder”, anotó.
Observó que la Guardia Nacional mantiene lo que para Andrés Manuel es importante: la disciplina militar en su interior.
“La temporalidad de cinco años es un compromiso que se va a poder, no acabar, pero sí acotar, hacer retroceder el poder del crimen organizado que todavía hoy tiene control de ciertas zonas geográficas del país, lo cual es una aberración”, sostuvo.
El analista político Sergio Aguayo señaló que el voto de la semana pasada es la unanimidad en el disenso, lo cual es muy positivo.
En su opinión, esto lanza dos señales muy claras a las fuerzas armadas “se les dice te respetamos, te queremos, te aplaudimos, pero nos preocupa que acumules tanto poder, por lo tanto, queremos acotarte”.
Por otra parte, anotó, logró construirse un enorme contrapeso que agrupó a partidos políticos, cámaras empresariales, organismos civiles y voces de especialistas.
Esto “refleja un estado de ánimo muy amplio, de que no queremos ni un Ejército ni un presidente sin contrapeso, que la democracia se construye poniendo barreras a la concentración efectiva del poder”, subrayó.
Respecto a la consulta sobre el gasoducto de Huexca, Morelos, Dresser observó que López Obrador nunca ha perdido en uno de estos ejercicios.
“Sería fascinante que las perdiera porque se demostraría que este es un ejercicio verdaderamente democrático, pero él manda un mensaje y sus seguidores salen a votar de una manera que siente que están refrendando el mensaje enviado”, acotó.
La politóloga percibió que “las consultas se están aplicando de manera absolutamente discrecional y para avalar resultados que el presidente quiere, aunque sean contradictorios a posiciones que asumió durante la campaña, cuando se oponía a construcciones de obras de este tipo”.
En tanto, Meyer afirmó que más allá de discutir si se pone en operación la termoeléctrica, el gobierno debe descartar que exista algún peligro para la población.
“Yo desearía que no se diera por cerrado el tema sino que se fuera a seguir negociando lo que aún se puede, por ejemplo, esto del gasoducto, cambiarlo de dirección o de lugar”, indicó.
Aguayo dijo que la consulta no le gustó, porque es un contraste muy grosero del trabajo de bisturí que se hizo en el Senado de la República para aprobar la Guardia Nacional.
“Las consultas parece que sustituyen al machetazo, es decir, son consultas para aprobar una decisión ya tomada, porque un 40 por ciento de oposición en una consulta de esta magnitud es bien importante, mucho mayor que los resultados de la consulta sobre el Tren Maya, por ejemplo. Es decir, ahí creo que están desperdiciando capital político por esas consultas porque las utilizan cuando les conviene y cuando hay asuntos que también merecerían una consulta ahí no recurren a ellas, como es la Guardia Nacional”, expuso.
Sobre la premiación de los Óscar la politóloga dijo que le sorprende y disgusta que una película tan plana, predecible y hollywoodense como “Green Book” le haya ganado a Roma o a otras que estaban en contienda en la categoría de Mejor Película.
Meyer comentó que Roma toca temas propios de la sociedad mexicana y urbana, no nada más de los años 70 sino de la actualidad, como el clasicismo y el racismo.
“Lo toca de una manera tan cuidadosa que me manda un mensaje, que entiendo, creo yo plenamente, y también he encontrado discusiones de críticos de la película que no toca a fondo los dos temas fundamentales, según algunos de mis interlocutores, que es el racismo y el clasicismo, a mí me parece que sí… Ambos problemas profundos vienen de la época colonial y llevamos 500 años con ellos“, abundó.
Por su parte, Aguayo consideró extraordinario que rescatara temas relacionados a la población indígena y a las trabajadoras del hogar.
“Es una película que sacude las buenas conciencias de quienes se aprovechan del trabajo doméstico o de las indígenas que vienen a la Ciudad de México a vender su fuerza de trabajo”, agregó.
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