Para el Alto Representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell (Pobla de Segur, 74 años), la semana que pasa en Santander al frente del curso que organiza en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo para debatir sobre el futuro de Europa es un tiempo “medio de vacaciones”. Pero como dicen sus próximos, Borrell viaja con 190 países a cuestas y durante estos días sigue pegado al móvil y con reuniones telemáticas. La actualidad obliga: Túnez, Turquía, Bielorrusia…
Pregunta. ¿Qué balance hace de su cartera en este curso, después de lo difícil que fue 2020?
Respuesta. Este año hemos vivido un punto de inflexión: el cambio en la Administración estadounidense. El verano pasado tenía de interlocutor a Mike Pompeo y este tengo a Antony Blinken y le aseguro que la diferencia es radical. Podemos hablar nos entendamos o no, pero es un diálogo de amigos y de colaboradores y es un gran alivio. Pero hay un elemento estructural que permanece: las visiones del mundo que tienen los Veintisiete son tan diferentes que es un muy difícil construir posiciones unánimes. Eso tiene un coste, si Europa quiere ser un actor geopolítico o queremos utilizar el lenguaje del poder, tenemos que tener una misma comprensión del mundo.
P. ¿Un ejemplo sería Rusia?
R. Con Rusia teníamos el encargo del Consejo Europeo de elaborar un informe que analizara la situación actual y las perspectivas de una relación que está en el punto más bajo en muchos años. La víspera de su presentación, Francia y Alemania hicieron pública su intención de proponer un encuentro entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y los 27 Estados y se apoderó del debate. La propuesta franco-alemana fue rechazada y de paso demostró cuán sensible es para algunos países la relación con Rusia. Se puede pensar que si [el presidente de EE UU] Joe Biden se reunió con Putin, por qué no pueden hacerlo los líderes europeos. Pero entre Biden y Rusia hay un Atlántico de por medio y a algunos países europeos lo único que les separa de Rusia es la valla de la frontera.
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P. ¿Es viable tener tan malas relaciones con una potencia vecina como Rusia?
R. Económicamente hablando Rusia no es una gran potencia, pero tiene una fuerza militar convencional y atómica, y no convencional por lo que afecta a las nuevas tecnologías, que no tiene demasiadas dudas en utilizar. Sin embargo, tenemos que buscar formas de entendimiento con Rusia en temas para los que la necesitamos, el Ártico, la energía… Con Rusia tenemos que tener una estrategia de contener, rechazar las iniciativas nocivas y establecer acuerdos en temas necesarios. No olvidemos que en las fronteras de Ucrania hay soldados que mueren casi todos los días porque hay un estado de guerra larvado y eso genera una tensión extrema que algunos países europeos viven con gravísima preocupación. Al mismo tiempo creo que Alemania y Rusia tenían razón al plantear que había que establecer un nuevo diálogo. Probablemente la forma en la que lo plantearon hizo que fracasara la iniciativa. Tampoco estoy muy seguro de que el formato más adecuado sea Putin rodeado por los Veintisiete. Primero, los 27 tendrían que ponerse de acuerdo en qué le dicen a Putin.
P. ¿Y para hacer frente a un vecino así son suficientes las sanciones?
R. Las sanciones personales aunque no lo parezca sí afectan. Prohibir viajar y congelar los activos de quien los tenga y los tenga localizables, son medidas efectivas. Las sanciones económicas también lo son pero tienen efectos colaterales, un coste. La política no puede basarse solo en sanciones, pero llega un momento en el que hay que aplicarlas porque lo contrario significaría que te limitas a hacer declaraciones.
P. ¿También con Bielorrusia?
R. A Minsk le hemos prohibido exportar sus productos a través de Lituania, que soporta un coste porque cobra derechos de paso. Pero todavía podemos hacer más. Bielorrusia está poniendo una presión migratoria artificial sobre Lituania, al estilo de lo que sucedió con las islas griegas o en Ceuta hace poco. Desgraciadamente se utiliza una vez más a los inmigrantes como arma.
P. La inmigración como arma diplomática…
R. Y quien la puede usar la usa. En este momento se ha establecido una ruta, en la que inmigrantes iraquíes vuelan desde Bagdad a Minsk y luego los transportan en autobuses a la frontera con Lituania, que cruzan irregularmente. Es la respuesta que ha encontrado Bielorrusia a las sanciones.
P. Menciona el caso de Ceuta, un ejemplo de malas relaciones con el vecino del sur.
R. Hay dos países europeos que han pasado por un momento difícil en la relación con Marruecos: España y Alemania. Pero los problemas bilaterales deben arreglarse a nivel bilateral, aunque la frontera de Ceuta es una frontera europea.
La frontera de Ceuta es una frontera europea
P. El cambio en la Administración en EE UU no ha favorecido una mejora en las relaciones con Rabat.
R. Está claro que la decisión de la Administración de Donald Trump ha cambiado el problema del Sáhara. Marruecos se ha sentido reconfortado en sus posiciones y ha querido que los países europeos adopten la misma decisión. Tal cosa no ha ocurrido y la mayoría de los países europeos se siguen ateniendo a las resoluciones de Naciones Unidas.
P. Sí se ha producido, en cambio, un cierto acercamiento con Irán.
R. La Administración de Biden ha movido ficha en dos acuerdos trascendentales: los acuerdos de París del cambio climático y el pacto nuclear con Irán. No lo ha hecho, o no todavía, en el caso de Cuba, que nos preocupa mucho. Pero solo con eso el mundo ya es mucho más seguro. Con Irán, Biden ha mostrado la voluntad de intentar recomponer el estropicio que Trump organizó. Ahora estamos en un momento de espera porque hay un nuevo presidente en Irán que quiere estudiar la situación, pero espero que, como coordinador de las negociaciones que me toca, cuando haya nuevo ministro de Exteriores iraní y tras el verano, se retomen y se llegue a un acuerdo. EE UU lo quiere, si no no se habrían embarcado en una negociación, y los iraníes lo necesitan, porque las sanciones le están haciendo muchísimo daño no. Debería haber un punto de encuentro, esperemos que en otoño. El mundo será mucho más seguro y los europeos en particular estaremos mucho más seguros si Irán no se convierte en una potencia nuclear.
P. En el caso de Cuba, EE UU ha vuelto a optar por las sanciones en contraposición con la UE.
R. Las sanciones importantes las tomó Trump en sus últimos días [de presidencia]. Algunas de ellas tan importantes y tan injustificadas como prohibir las remesas de los cubanos en Estados Unidos a sus familiares. De esas remesas el Gobierno cubano no se beneficiaba en absoluto eran los ciudadanos cubanos. Ciertamente, la situación en Cuba es muy mala desde el punto de vista económico, lo cual ha generado manifestaciones de descontento comprensibles. pero no podemos olvidar que la agudización de la situación económica en Cuba, la falta de inversión, el temor de muchas empresas a invertir en Cuba es consecuencia del bloqueo de Estados Unidos.
P. ¿No cree entonces que esas protestas vayan a tener más consecuencias?
R. No quiero restarle importancia a esas protestas. Cuba vive una situación que puede derivar en cambios políticos. Hemos pedido al Gobierno cubano que permita la libre expresión y manifestación de sus ciudadanos y le animamos a una mayor apertura. Aunque en este caso eso que llamamos “desinformación” y que tanto criticamos a Rusia y China también se ha producido, porque hay fotografías de manifestaciones supuestamente en el malecón de La Habana que no son ni en el malecón ni en La Habana.
Cuba vive una situación que puede derivar en cambios políticos
P. ¿Cree posible que el diálogo sí se consolide en Venezuela?
R. El verano pasado estuvimos en contacto con el Gobierno y con la oposición para ver si era posible que las elecciones a la Asamblea Nacional se pudiesen celebrar con un mínimo de garantías y haber enviado una misión de observación electoral. No fue posible y bien que lo lamento. Ahora, con muchas críticas por parte de los partidos derechas, tanto en España como en el Parlamento Europeo, he decidido mandar una misión técnica que analizara las condiciones en las que se van a celebrar las elecciones locales y regionales. Y decidiremos si mandamos una misión electoral en función de estos informes técnicos y la respuesta del Gobierno venezolano. Hay que tener en cuenta que la oposición ocupa puestos importantes a nivel local y de Estados, por lo que querrán presentarse a las elecciones y sería bueno que pudiera hacerse con un mínimo de garantías. Creo que es un camino a explorar.
P. ¿Cuándo estará listo ese informe?
R. Lo deberé tener sobre mi mesa a la vuelta del verano y habrá que analizarlo técnicamente. He de decir que me ha preocupado mucho que durante la presencia de esa misión se produjeran detenciones de responsables políticos de la oposición, a los que el Gobierno acusa de cargos muy graves. La misión ha tomando buena nota de estos hechos y los incorporará en su informe.
P. ¿Aún cree posible que la UE una relación con China independiente de EE UU tras la reciente acusación de los ciberataques?
R. La Unión Europea siempre estará más cerca de Washington que de Pekín, siempre estaremos más cerca de un país que tiene el mismo sistema político que el nuestro, una economía de mercado, una democracia multipartidista con concurrencia en elecciones, que no un país de partido único. Lo cual no quiere decir que nos tengamos que alinear sistemáticamente con las posiciones de Washington con respecto a Pekín porque tenemos nuestros intereses específicos. En el caso concreto que cita, fueron distintos comunicados emitidos en el mismo momento y tampoco decían lo mismo. Y claro que necesitamos encontrar nuestra propia posición. A la vuelta del verano presentaré un informe al Consejo Europeo junto con la Comisión analizando nuestra relación con China, para ver si es necesario revisar la estrategia actual. Independientemente de que tengamos puntos de vista muy diferentes en los casos de Hong Kong o de los uigures, lo que Trump llamaba la desconexión económica con China es algo que está fuera de nuestras intenciones y es contrario a nuestros intereses.
P. A su larga lista de tareas se ha sumado esta semana Túnez.
R. Túnez era prácticamente la única democracia efectiva de ese entorno, pero por lo visto no era tan satisfactoria en su funcionamiento. La vacunación en Túnez ha sido un desastre, la población ha reaccionado con protestas muy fuertes contra lo que podemos calificar de clara ineficacia del Gobierno. Nosotros pedimos que se respete el orden constitucional, que si se sale de él por circunstancias extremas se vuelva a él tan pronto como sea posible, que se eviten los enfrentamientos violentos y un llamamiento a la calma y a la cooperación política.
Vamos a tener una red de bases turcas y rusas frente a las costas italianas
P. ¿Qué país le quita el sueño?
R. Bueno, hemos hecho un buen repaso. Yo añadiría la relación con Turquía y la situación en el Mediterráneo oriental, una cuestión estructural de la política exterior europea. He de decir que desde que estoy en el cargo me he esforzado mucho en mantener puentes con Turquía, un país que tiene 3,5 millones de inmigrantes, que en realidad son exiliados y refugiados sirios. Vamos a renovar el acuerdo con Ankara para ayudarle con esa situación, un acuerdo muy cuestionado pero que yo defiendo. Igual que vamos a ayudar a Jordania o Líbano. Además, hay que tener en cuenta que Turquía ahora está muy presente en Libia y se ha convertido en un actor incuestionable. Turquía y Rusia han tenido un papel activo en el país y ahora son los que controlan la influencia en Libia. En cambio, nosotros hemos estado divididos y eso tiene un precio. Ahora vamos a tener una red de bases navales turcas y rusas frente a las costas italianas. Y eso quiere decir que Turquía va a influir en la vía de la migración por el Mediterráneo central, como ya hace en el Mediterráneo oriental.
P. No le va a resultar fácil encontrar una posición unánime.
R. Hay que trabajar mucho para conseguir puntos en común, pero este no es un puesto para quien se desanime fácilmente.
El post “Con Rusia hay que buscar formas de entendimiento” aparecio primero en La Neta Neta.
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