Por Luz Rangel
Una mujer que se abraza a sí misma y florece es la imagen del tatuaje que Esmeralda Millán lleva en su brazo derecho. La tinta de colores adorna las cicatrices que le quedaron tras el ataque con ácido al que sobrevivió.
El 2 diciembre de 2018, cuatro hombres la acorralaron de madrugada mientras caminaba con su mamá en el municipio de Cuautlancingo, en Puebla. Cuando estaban frente a frente, uno de ellos le lanzó a Esmeralda la sustancia corrosiva de una botella e, incluso, resultó salpicado; en ese momento, identificó que era el padre de su hija e hijo.
Esmeralda decidió resignificar sus cicatrices como regalo de su cumpleaños 27.
En entrevista, la investigadora Ximena Canseco cuenta que Millán se tatuó de forma gratuita gracias a la Fundación Carmen Sánchez MX, la primera asociación civil en México que brinda acompañamiento integral a mujeres atacadas con ácido y que ha documentado 28 casos; no hay cifras oficiales al respecto.
“Llevamos un registro de 28 mujeres atacadas con ácido, de las cuales seis no lograron sobrevivir al momento del ataque o en años posteriores. Al menos tres mujeres se han acercado con nosotras a raíz de la página de Facebook y antes se nos hacía un nudo en el estómago cuando nos enterábamos; hoy estamos preparadas para saber que tal vez son muchas más”, revela.
Como Esmeralda, Carmen Sánchez también está decidida a tatuarse luego de que el 20 de febrero de 2014 su expareja llegó a la que era su casa en el municipio de Ixtapaluca, Estado de México, sacó de su chamarra un envase con ácido y le aventó el químico en el rostro y el cuerpo.
“Me gustaría mucho que me hicieran una Medusa en la pierna, porque ahí tengo una de las cicatrices más grandes, perdí una parte para un injerto de piel en mi cuello”, afirma en entrevista la presidenta de la fundación que lleva su nombre.
La activista también se tatuará ambos brazos.
“En la mano derecha quiero a mis dos hijas y a mí, de espaldas con el cabello unido en una misma trenza. Cuando me atacaron con ácido eran muy pequeñas; sentí que el tiempo que estuve en el hospital las descuidé mucho y ahora yo quisiera que siempre nos mantuviéramos así, juntas, trenzadas”, expresa quien tuvo que estar ocho meses internada por quemaduras de tercer grado.
En el brazo izquierdo, Carmen quiere tatuarse tres hongos, como los de la imagen que distingue su página de Facebook.
“Si bien parasitan otros cuerpos de animales y plantas y no son particularmente bonitos, sirven de alimento, como las cicatrices”, asegura sobre sus planes en Taller de Tinta y Sangre, un estudio de tatuajes y perforaciones en la Ciudad de México en el que sólo trabajan mujeres.
“Lo fundó una de mis mejores amigas y por todas las complicaciones que tenemos la mayoría de las tatuadoras para iniciar en este rubro, decidió hacerlo exclusivamente para mujeres, pero sí recibimos clientes hombres”, dice en entrevista Paty Perón, una feminista que busca contar historias a través de la piel.
La tatuadora anunció en Facebook su nuevo proyecto.
“Mi intención es que si puedo ayudar en el camino de sanación de alguna víctima de violencia que tenga una cicatriz que quiera cubrir o transformar con un bello tatuaje, lo donaré”, escribió.
A Carmen Sánchez y a Ximena Canseco les encantó su publicación y se pusieron en contacto con ella para que sumara su iniciativa a la fundación de mujeres sobrevivientes de ataques con ácido. Paty Perón aceptó la invitación de poner tinta en las heridas de violencia, porque ella también ha sido víctima.
“Mi objetivo principal era llegar a cualquier mujer que hubiera vivido violencia, que eso hubiera dejado alguna cicatriz en su piel y que para su proceso de sanación fuera de ayuda un tatuaje para cubrirla o adornarla. Cuando yo encontré este estudio, pasaba por una situación difícil y años atrás ya había vivido violencia extrema con una pareja; te haces feminista con tu propia historia”, refiere Perón.
A su hermano le regalaron una máquina de tatuajes y así fue como empezó a practicar. Ahora tiene seis años de experiencia, pero no deja de tomar cursos para mejorar su técnica, pues considera que es una gran responsabilidad marcar de por vida la piel de alguien.
“Tatuar es sellar una experiencia y transformarla en arte, por eso hay que tratar de que se vea lo más estético posible. Para las mujeres que han sido víctimas de quemaduras por ácido es más complicado, porque a veces su piel no está apta, es bastante delicada y ahí sí necesitamos de opinión profesional. De cualquier forma, las personas que han estado en esa situación, no se hicieron el tatuaje precisamente en la cicatriz”, indica.
Ataques con ácido, una forma de violencia feminicida
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera a los ataques con ácido como una forma “devastadora” de violencia de género. Sin embargo, en México no están tipificados como delito; sólo son considerados como lesiones agravantes, según el Código Penal Federal. Pero el concepto “sustancia nociva” se emplea de forma general, sin especificaciones.
“Se presumirá que existe premeditación cuando las lesiones o el homicidio se cometan por inundación, incendio, minas, bombas o explosivos; por medio de venenos o cualquiera otra sustancia nociva a la salud, contagio venéreo, asfixia o enervantes o por retribución dada o prometida; por tormento, motivos depravados o brutal ferocidad”, dice el artículo 315.
Para ONU Mujeres, estos ataques además de causar daños psicológicos, provocan dolor agudo, infecciones y, a menudo, ceguera en un ojo o en ambos.
“Se debe garantizar que las sobrevivientes de ataques con ácido y otros agentes corrosivos tengan acceso a servicios esenciales, incluyendo tratamientos médicos, apoyo socioemocional, asistencia jurídica adecuada y reparación integral del daño. Es necesario reconocer que son formas de violencia en razón de género, asociadas además con la violencia feminicida. Debemos hacer todos los esfuerzos por erradicarlas ya”, puntualiza Belén Sanz, representante de ONU Mujeres en México.
Respecto a la legislación, esta área de las Naciones Unidas propone sancionar a toda persona que cometa un ataque con ácido y a quienes colaboren con esta práctica. Asimismo, sugiere tipificar como delito la venta de ácido sin autorización y los establecimientos que tengan permitido hacerlo deben tener un registro de la identidad del comprador.
El caso de Carmen Sánchez, no se ha procesado como lesiones agravantes sino como feminicidio en grado de tentativa. Por lo que podría sentar un precedente para las demás mujeres que han sido atacadas con ácido.
“Es un tema absolutamente estructural no reconocer ciertas violencias en contra de las mujeres y, en el caso específico de los ataques con ácido, el común es que las autoridades los clasifican como lesiones que no ponen en riesgo la vida, pero que dejan cicatrices de manera permanente y se tienen que dimensionar como una manifestación de la violencia feminicida”, señala en entrevista Karla Micheel Salas Ramírez, fundadora del Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social A.C.
La tentativa es una figura jurídica para sancionar la intención de cometer un delito, en este contexto, el feminicidio.
“Existe tentativa punible, cuando la resolución de cometer un delito se exterioriza realizando en parte o totalmente los actos ejecutivos que deberían producir el resultado, u omitiendo los que deberían evitarlo”, menciona el artículo 12 del Código Penal Federal.
Por ahora, el proceso penal del caso de Carmen Sánchez está detenido. El 12 de octubre de 2021, la audiencia fue interrumpida debido a un amparo interpuesto por la persona acusada de arrojarle ácido en su rostro y cuerpo.
“Se está esperando que se pueda continuar con el proceso, hay una audiencia muy importante que es la intermedia en donde va a haber una depuración de los medios de prueba que se van a presentar y se va a hacer una apertura a juicio donde lo que se buscaría no sólo tiene que ver con que él reciba una sentencia, sino también una serie de medidas de reparación que si él no puede cumplirlas, el Estado las tiene que realizar”, advierte Salas Ramírez, una de las abogadas que ha defendido a Carmen.
La defensora de los derechos humanos indica que es un mandato legal incorporar la perspectiva de género al juzgar el caso de Carmen Sánchez. Esto implica que se analicen los antecedentes de violencia por parte de su agresor y no sólo el momento del ataque con ácido, que a él se le dicte una sanción penal privativa de libertad que sea proporcional y que a ella se le reparen los daños no sólo en términos económicos.
“Para las sobrevivientes de feminicidio se necesita apoyo integral. Las mujeres que son atacadas con ácido requieren de una atención permanente, no sólo en términos de salud, sino de un acompañamiento para que puedan recuperar su proyecto de vida y garantizarles el derecho a una vida libre de violencias”, apunta la abogada feminista.
Una línea de atención emocional para recuperar la alegría
Cuando Carmen llegó a manifestarse a la Glorieta de las mujeres que luchan, una antimonumenta en Paseo de la Reforma, las colectivas feministas ya habían reservado unas vallas para escribir los nombres de las mujeres atacadas con ácido y poner una cruz por aquellas que perdieron la vida.
“Cuando empecé a visibilizar los casos me costó mucho trabajo que mi voz se escuchara. Y ese día ya tenían nuestro espacio, porque mirarte en el espejo es una lucha”, admite.
Ahora se sabe respaldada por todas las iniciativas que forman parte de su asociación, como la Línea de Atención Emocional para Mujeres en Crisis.
“¡No estás sola! Si nos necesitas, contáctanos”, se lee en una publicación en redes de la red de psicólogas y terapeutas feministas que brinda asistencia gratuita y terapia con costo sororo, además de contención emocional a la Fundación Carmen Sánchez MX.
“Trata de ser un espacio seguro donde se dé salida a las emociones, pero que también haya aceptación al silencio, donde vas a encontrar un profundo respeto a tu proceso y también una compañía para que puedas verter toda esta experiencia de vida. La contención tiene que ver con eso”, define en entrevista la psicóloga educativa Yazmín Ramírez Martínez.
Ella junto con América Morales Ruiz y Laila Romero Moreno son las voluntarias que guían cada sábado, de manera quincenal, las intervenciones con las sobrevivientes de ataques con ácido. La Línea de Atención Emocional para Mujeres en Crisis surgió en 2020, durante la pandemia de COovid-19, por eso y porque las participantes están en diferentes entidades del país, las sesiones son de manera virtual.
“Se planteó en dos fases: la primera, 12 sesiones de manera grupal donde el eje principal fuera escucharse, que se identifiquen con otras mujeres que han pasado por lo mismo para que pudiéramos, a través de esta pscioterapia feminista, identificar las principales necesidades emocionales. La segunda fase consiste en un acompañamiento que será individual para cada una de ellas”, detalla Ramírez Martínez.
La especialista sostiene que en las mujeres sobrevivientes existe un duelo de identidad, ya que hay un antes y un después del ataque con ácido. Por eso, la terapia individual y colectiva les ayuda a resignificar quiénes son.
Para la historiadora Ximena Canseco, el acompañamiento que realizan desde la Fundación Carmen Sánchez MX es una forma de, en palabras de la sanadora feminista Lorena Cabnal, recuperar la alegría sin perder la indignación.
“Ellas tienen derecho a recuperar lo que se les arrebató porque hay otra justicia que no cabe dentro de las instituciones, que implica comer algo rico, tomar cerveza, festejar su cumpleaños, hacerse un tatuaje”, alienta.
Frente a la Glorieta de las mujeres que luchan, Carmen Sánchez alza la mano en la que lleva un pañuelo violeta.
“No sólo soy la mujer a la que atacaron con ácido, tengo un nombre y ganas de seguir viviendo”, declara.
Luz Rangel, periodista independiente
@LuzGrimaldy
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