Cuando hablamos de absolutismo lo hacemos de una manera de gobernar que se produjo en Europa entre los siglos XVI y XVIII. En el sistema absolutista, el poder lo podíamos ver concentrado en una única persona, que en aquellos tiempos era el rey o monarca. Él era el que tenía el poder para hacer las leyes y tomar todo tipo de decisiones. En el continente europeo, una vez acabadas las guerras de religión es cuando apareció este modelo para gobernar que tenía como principal rasgo, el contar con una única autoridad.
El absolutismo daba total mando al rey
En aquella época en Europa la teoría imperante era la del derecho divino del poder, que decía que el representante de Dios en nuestro planeta era el rey y que quien estuviera en su contra, también lo estaba de Dios. Uno de sus representantes más populares era el rey de Francia, Luis XVI, con su legendaria frase «el Estado soy yo».
El monarca tenía el apoyo de un grupo de nobles, que eran los que tenían un papel de consejeros cara a las múltiples decisiones a tomar.
Principios del gobierno absolutista
Vamos a ver los principios en que se basaba:
- Derecho divino: el rey tenía unas actuaciones que realizaba en nombre de Dios, haciendo lo que su voluntad quería.
- Mando hereditario y perpetuo: cuando moría el rey, el poder pasaba al primogénito y lo ostentaba hasta que fallecía.
- Un poder completo: en el poder absoluto el monarca no necesitaba asesoramiento para tomar las decisiones que él estimara.
- Sociedad estratificada: en aquella época, la sociedad se dividía en clases. Monarquía y claro eran la clase privilegiada y las clases más bajas la conformaban los burgueses, campesinos y demás asalariados.
- Monopolio de la administración: los impuestos que se recaudaban pasaban a ser parte de la fortuna de un monarca que lo usaba para el aumento de la riqueza y el sostenimiento del ejército.
Este sistema tuvo muchos países que lo siguieron, caso de España. Suecia, Austria, Portugal, Inglaterra o Francia, donde en este último caso se llevo a cabo por completo.
Conviene dejar claro que durante el periodo absolutista se produjo un aumento de la desigualdad y el deterioro de las clases más bajas, puesto que los privilegios eran para los representantes de la iglesia y la nobleza, que tenía unos derechos por encima de la mayoría de la población, sin hacerles caso. La Revolución Francesa puso fin a esto.
Source link