La batalla del Ebro fue definitiva, aceleró la derrota del bando republicano y determinó el final de la Guerra Civil.
El 25 de julio de 1938, el presidente Negrín y el jefe del Estado Mayor, General Rojo, habían lanzado su última gran ofensiva, pero fueron superados por la férrea disciplina militar de las tropas franquistas.
La Batalla del Ebro
En el final del verano de 1938 y en plena Guerra Civil, la situación del ejército de la Segunda República estaba muy comprometida.
Las derrotas se sucedían y estaban siendo cercados por el ejército franquista, que poseía mejor armamento y avanzaba sin pausa.
El presidente Negrín y el General Vicente Rojo intentaron una última maniobra, que pudo haber cambiado el curso de la guerra, pero solo sirvió para confirmar su final. La República se disponía a atacar con todo en la batalla del Ebro.
El año 1938 fue decisivo para ambos bandos. El norte ya había sido tomado por las tropas franquistas y estaban preparándose para una nueva ofensiva sobre Madrid, pero fueron sorprendidos por la toma de Teruel, el 7 de enero.
Franco ordena una contraofensiva y recupera la ciudad. Sus intenciones eran seguir avanzando hasta el Mediterráneo y así dividir el territorio republicano y conseguir aislar a Cataluña.
Después que los franquistas toman Castellón y Valencia, donde gobernaba la República, Negrín y Rojo comprendieron que debían enfrentarse si no querían perder la guerra.
El 25 de julio, las tropas republicanas cruzan el Ebro por Mequinenza y establecen el río como frente de batalla. Los enfrentamientos se extendieron desde Tarragona hasta Zaragoza.
La batalla del Ebro se considera la batalla más sangrienta y en la que murieron más de 20.000 combatientes y hubo más de 70.000 heridos entre los dos bandos.
La ofensiva del Ebro fue la última esperanza de la República. Después de ser derrotados, el avance franquista fue imparable.
Para febrero de 1939, Franco ya había tomado Cataluña y el gobierno republicano se desarticulaba lentamente. Negrín y los comunistas querían continuar la guerra, con la esperanza de que un conflicto mundial brindase apoyo, pero la población ya estaba cansada de las luchas y muchos fueron lo que buscaron una paz acordada con Franco.
Franco, sabiéndose vencedor, promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas en febrero de 1939 y confirmó públicamente que el único escenario que se aceptaba era la rendición total.
Así fue que, el 28 de marzo del año 1939, las tropas franquistas entraron en Madrid y el 1 de abril se anunció el fin de la guerra.
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