La pandemia de coronavirus ha obligado a millones de personas a permanecer confinadas durante meses en sus casas. Pero ahora, con la progresiva vuelta a la normalidad y la llegada del verano, muchas planean cómo pasar sus vacaciones. La amenaza aún no ha desaparecido y viajar no será igual que antes de la enfermedad. Hemos hablado con siete grandes viajeros españoles que se han visitado todos los países del mundo —o casi todos— para que nos cuenten cómo van a vivir este verano y cómo ha sido pasar meses quietos, y encerrados, en el mismo lugar. Algunos de ellos nos contaron, hace justo ahora un año, su vida como viajeros y nos daban consejos para recorrer el mundo. ¿Cómo serán los viajes a partir de ahora para quienes llevan toda su vida viajando?
Jorge Sánchez: escribiendo en casa, lejos de la familia
Jorge Sánchez soñaba desde que era un niño con recorrer el mundo. Comenzó con Europa a los 18 años. En la actualidad, a sus 66 años, ya ha visitado todos los países que existen. Pero la pandemia le ha obligado a frenar y cancelar algunos viajes que ya tenía preparados. Ha pasado la cuarentena en su ciudad de origen, Hospitalet de Llobregat, lejos de su esposa y su hijo, que viven en Rusia. “En mayo tenía previsto viajar a Siberia a reunirme con mi familia, pero no pudo ser”, cuenta.
En los meses de confinamiento, Sánchez ha dedicado todo su tiempo a escribir libros de viajes y por el momento pretende permanecer en Hospitalet. El viaje a Siberia no es el único al que ha tenido que renunciar. Este verano también tenía planeado volar junto a su esposa y a su hijo a las islas Canarias y después volver con ellos a Siberia a pasar el invierno. Pero no le parece factible a menos que la situación cambie en las próximas semanas y abran las fronteras entre Rusia y España. En mayo, el 75% de los destinos mundiales habían cerrado sus fronteras al turismo internacional por el coronavirus, según la Organización Mundial del Turismo. Poco a poco algunos lugares han reabierto sus fronteras. Pero por si acaso, Sánchez tiene un plan b. Si la situación no mejora, hará él solo en septiembre lo que considera, tras el Camino de Santiago, “el peregrinaje más interesante de Europa”. Se trata de la Vía Francígena, que consiste en caminar desde la ciudad de Canterbury, en Inglaterra, al Vaticano. Calcula que esta ruta le puede llevar unos dos meses.
Tanto en este como en sus próximos viajes asegura que será “sumamente cuidadoso, mucho más que antes”. Ahora, nada más poner un pie en la calle, se pone la mascarilla y considera conveniente esperar “a que la situación mejore o se halle una vacuna contra el coronavirus antes de emprender un viaje a lugares remotos. Ya no soy un jovencito despreocupado”, comenta.
“Ningún viaje vale más que la salud. Quiero vivir muchos años para poder educar a mi hijo y amar a mi esposa el máximo tiempo posible”, afirma. No es la primera vez que una enfermedad obliga a Sánchez a tener más cuidado. Recuerda cómo en Costa de Marfil contrajo paludismo. Tras unos días de viaje por el país con varios españoles, comenzó a tener fiebre: “Mis compañeros me ingresaron en un hospital donde dormí tres días seguidos, aunque yo no recuerdo nada”. Una vez despertó, anuló el resto de su viaje por el oeste de África y regresó en cuanto pudo a España.
Marina Comes: sin salir de España
Marina Comes, de Tarragona, tuvo su primera cámara de fotos con ocho años y cuando jugaba con muñecas las hacía viajar. Estudió Derecho, trabajó de abogada mercantilista unos 12 años y “el día en el que se dieron las circunstancias perfectas” se tomó un año sabático para viajar. Ahora vive de ello. Es fotógrafa freelance, ha visitado 58 países y comparte sus experiencias en Instagram. En 2019, la revista Forbes la incluyó en su lista de mejores influencers de España.
Este verano va a centrarse “por primera vez en muchos años” en destinos nacionales. La crisis del coronavirus trajo consigo la cancelación de los viajes que tenía previstos a Chile, Sri Lanka, Maldivas, Marruecos, el Reino Unido o Estados Unidos. Aún así, no se plantea moverse menos: “Viajar y la fotografía son mis dos grandes pasiones desde que era niña y no pienso renunciar a ellas”. Este año, “el sector turístico no ha podido planificar las campañas de verano con influencers” por lo que ha notado que los proyectos llegan con poca antelación y, a veces, de un día para otro. A corto plazo pretende visitar Navarra, Túnez, Mallorca, Asturias y Tarragona. “No descarto que aparezca algún proyecto más de última hora”, afirma.
Comes no tiene entre sus objetivos visitar todos los países del mundo: “Para hacerlo en poco tiempo, muchos de esos viajes tienen que ser de uno o dos días y eso no me llama la atención. Me da igual si repito un país ocho veces. Siempre hay nuevas rutas por descubrir”. No considera que el coronavirus vaya a cambiar mucho su forma de viajar: “Siempre me han gustado más los destinos poco masificados, los espacios naturales, los road trips, las carreteras secundarias, los rinconcitos inaccesibles… No me gusta estar rodeada de turistas”. Además, hace años que viaja con gel hidroalcohólico porque le resulta “muy cómodo”. A partir de ahora también llevará la mascarilla a todos sus viajes “como ya hacían los japoneses hace años. Nos reíamos de lo exagerados que eran por llevarlas siempre y creo que esta costumbre ha venido para quedarse”, añade.
Sabino Antuña: pequeñas excursiones en Asturias
Sabino Antuña, de 83 años, tenía pensado viajar este verano a la isla de Tasmania, en Australia. Pero ha decidido posponer sus planes y quedarse en Asturias, donde solo hará pequeñas excursiones. Aún así, no tiene ninguna intención de parar de viajar. “No pienso moverme menos, pero sí hacerlo a destinos adecuados y con medidas preventivas. En estos días contemplaré alternativas como países europeos con bajos índices de contagios y miraré si en octubre puedo ir a Uruguay, que ha tenido pocos, para visitar amigos en Punta del Este y seguir hacia la Polinesia”, afirma.
Como contó el año pasado a Verne, ha convertido su pasión por viajar en su proyecto de vida. Pero a partir de ahora y hasta que exista una vacuna, elegirá a dónde va fijándose en cada detalle: “El maldito virus, a mí y a todos los viajeros del mundo, nos debe condicionar a la hora de elegir los destinos y los medios de transporte”. Él evitará viajar en cruceros o en autobús e intentará solo montarse en trenes que le permitan reservar un asiento individual. También procurará no pernoctar en escalas intermedias “para evitar algún confinamiento de urgencia o bien hacerlo muy cerca del aeropuerto para poder huir rápidamente”. Además, asegura que no se quitará la mascarilla, se lavará las manos constantemente, exigirá una máxima limpieza en los alojamientos y lavará su ropa a diario.
Antes de comprar cualquier billete, cree recomendable “comprobar si nuestra nacionalidad u origen de procedencia pueden ser rechazados y enterarse bien del nivel de pandemia que atraviesa el país de destino”. Aunque recuerda que los brotes aparecen “donde uno menos se lo espera”. Por ello, aconseja reservar el vuelo a última hora aunque pueda resultar más caro, reservar el alojamiento con posible cancelación hasta 24 horas antes e intentar que el hotel pertenezca a una cadena que esté en varias ciudades, lo que “facilitaría el cambio de hotel sin coste alguno”.
En los cerca de 60 años que lleva viajando por todos los países del mundo, considera que ha pasado por situaciones parecidas. Por ejemplo, ha visitado países “que, lamentablemente, no reúnen ni las más elementales condiciones de higiene”. “Cólera, malaria, dengue… Son solo algunos peligros mortales que requieren cuidados extremos cuando se viaja con frecuencia por los muchos países que lo tienen”, afirma.
Carlos Useros Moyano: acabar el Camino de Santiago, si se puede
De pequeño, Carlos Useros Moyano leía libros de exploradores, ojeaba atlas o se quedaba embobado con algún mapamundi haciendo rutas imaginarias por países desconocidos. Tiene 50 años, ha visitado todos los países del mundo y en el último cuarto de siglo ha viajado durante una media de seis meses al año. El resto del tiempo, en verano, trabaja en hostelería en la Costa Brava para poder recorrer el mundo con el dinero ahorrado. “He empezado a trabajar a principios de julio cuando normalmente lo hacía en Semana Santa, en abril, por culpa del coronavirus”, explica.
No tenía ningún viaje planeado a corto plazo. Pero seguramente opte por terminar el Camino de Santiago. “La pandemia me obligó a dejarlo a mitad del camino francés”, recuerda. Por el momento, cree que es mejor visitar lugares de España y esperar para ver cómo evoluciona la pandemia y a qué países se puede viajar y con qué garantías. En los próximos meses, cree que viajará menos que antes de la pandemia y a destinos bien ventilados como “parques naturales o lugares donde pueda estar más tiempo en la naturaleza y disfrutar del aire libre”. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos indican que la probabilidad de contagio es mayor en lugares cerrados y poco ventilados.
Viajar a partir de ahora no será lo mismo: “Creo que viajaré más estresado porque tendré que estar pendiente de muchos factores cuando antes no debía preocuparme por casi nada”. Antes de la pandemia se fijaba en que nadie le robase, si había terrorismo en su destino o cuándo le iba a caducar el visado. Ahora entra en juego “el temor de contagiarse en cualquier momento y en cualquier lugar”. Para evitar contraer la covid-19, huirá de aglomeraciones y planeará de antemano a qué lugares es seguro ir y qué actividades o visitas hacer.
Los síntomas de la enfermedad generada por el coronavirus le recuerdan a los que él sufrió cuando contrajo malaria en un viaje a Camerún, en 2011. “Llevaba varios días pálido y sin fuerzas, con dolores en los huesos y fiebre alta”, relata. Le diagnosticaron malaria y pasó una semana en cama “con tratamiento y sudando muchísimo”. Hasta que recobró las energías y pudo seguir con su viaje. “Regresé a España después de varios meses aunque en un primer momento estuve a punto de comprar un vuelo”, afirma.
Sofía Pozuelo: en autocaravana por el norte de España
Sofía Pozuelo, bloguera de viajes de 26 años, estaba en Túnez cuando en España el sistema sanitario empezó a colapsar por el coronavirus. Decidió volver a casa y poco después la pandemia también la obligó a cancelar un viaje a Pakistán que tenía previsto en abril. “Para el verano no tenía aún nada planeado cuando la situación empeoró, ya que suelo organizar mis viajes con poco tiempo de antelación. Soy de improvisar”, afirma.
En las últimas semanas ha recorrido Aragón, Navarra, País Vasco y Francia. Su próximo plan es un viaje en autocaravana por el norte de España y a corto plazo pretende moverse principalmente por Europa: “No sé si viajaré menos. Todo dependerá de cómo vaya avanzando la situación. Estamos viviendo algo inédito para nuestra generación”. Es consciente de que probablemente no pueda llevar el mismo ritmo que antes de la pandemia. Ha visitado 34 países y en los últimos dos años ha pasado varios meses en el sudeste asiático y Sudamérica. Aunque considera que hay lugares en el mundo en los que “ser mujer puede suponer un aumento de riesgo de que te pase algo”, a ella eso es algo que no le frenaría para visitar cualquier país.
No le cabe duda de que el coronavirus influye en las decisiones que se toman al viajar: “Ya sea por el destino, el cómo llego al destino, qué meto en la maleta, la hora a la que voy a los sitios para que haya menos gente…”. Ahora prefiere escoger destinos donde se está haciendo una mejor gestión de la pandemia y priorizar el turismo de naturaleza y el rural. También optar por reservas con cancelación gratuita y ponerse en contacto con cualquier alojamiento para asegurarse de que toma medidas especiales de higiene. Además, considera “más importante que nunca” contratar un seguro de viaje que incluya la cobertura de gastos médicos por coronavirus si se viaja al extranjero y los gastos de anulación de viaje por contagio de la covid-19 o los gastos de hotel por prolongación del viaje debido a cuarentena médica tanto en viajes nacionales como internacionales.
Álvaro Rojas Encinar: en coche por el este de Europa
El instagramer de viajes Álvaro Rojas Encinar (Wander Reds) volvió a coger un avión el pasado 10 de julio después de cuatro meses. “Ha sido un largo parón, teniendo en cuenta que los dos últimos años me he dedicado a viajar para intentar cumplir mi objetivo de visitar todos los países del mundo”, explica. Se ha convertido en el español más joven en conseguirlo, a sus 31 años, tras visitar Cabo Verde el 6 de diciembre de 2019, según recoge el portal de viajes Nomad Mania, que lleva la cuenta de las personas que han recorrido todos los países: “Tuve mucha suerte, ya que de haber aplazado mi sueño, ahora sería imposible conseguirlo”.
Durante el confinamiento ha escrito un libro. Y ya está de nuevo preparado para retomar los viajes. “Va a ser un verano poco ambicioso para lo que estoy acostumbrado”, afirma. Aún así, tiene planeado visitar multitud de lugares. Primero ha empezado con un pequeño road trip por el este de Europa en el que planea visitar Eslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Serbia. También intentará visitar destinos nacionales y pasar por Portugal para conocer Coimbra y el Alentejo. Después, le gustaría ir a Turquía y en septiembre, “si los destinos fuera de Europa siguen cerrados”, hará un viaje en coche por el sur de Francia, Mónaco, Suiza, Liechtenstein, Austria, Italia y San Marino.
Si algo ha generado la expansión del coronavirus por el mundo, es incertidumbre. “Todo está en el aire, claro, depende de cómo vaya evolucionando la situación con la covid-19”, reconoce. La pandemia le ha hecho cambiar la forma de planificar sus viajes. Desde hace años, cuando trabajaba como financiero en una multinacional, acostumbra planear sus escapadas con mucha antelación. Ahora su intención es “improvisar según la situación, aprovechando oportunidades o gangas que van apareciendo”. “La normalidad en los viajes no llegará hasta que no aparezca una vacuna y se democratice su uso”, subraya.
En la medida de lo posible, hará viajes en coche y evitará transportes públicos y aglomeraciones: “Conducir por Europa y visitar destinos rurales o al aire libre puede ser el plan ideal con los tiempos que corren”. “Quizás, si todo va bien, sea un buen momento para desempolvar mis planes de recorrer Canadá y Rusia en coche. Con todas las restricciones para viajar, lo último que quiero es estar cruzando muchas fronteras y tramitando varios visados complicados. ¡Sería una locura logística!”, sostiene. Por ello, cree conveniente “simplificar”. Es decir, “buscar un país con mucho que ofrecer, en lugar de ir saltando entre varios en un mismo viaje”.
Román Hereter Pascual: en espera de la vacuna
El periodista y fotógrafo Román Hereter Pascual, de 61 años, visitó en enero Etiopía. En febrero, Japón. Y en marzo, tenía previsto ir a la Toscana. Pero la situación generada en Italia por el coronavirus le llevó a cancelar el viaje al igual que otro a Japón en abril, otro a Rusia en mayo y otros a Armenia y Georgia en junio.
Por el momento, no ha planeado nuevas aventuras porque no siente “la necesidad imperiosa de viajar”. Se encuentra, según cuenta, “a la espera de la ansiada vacuna y tiempos mejores”. Con la pandemia, considera que “las incomodidades propias de los aeropuertos se han multiplicado exponencialmente” y recuerda la situación generada en algunos cruceros, que se han convertido en focos móviles de la pandemia en los que los pasajeros han permanecido confinados durante más de un mes.
Hereter, si finalmente decide viajar, lo hará en coche. Así es posible “decidir en todo momento si dar media vuelta” si surgen nuevos rebrotes. “El año pasado realicé una vuelta al mundo a través de Califonia, Polinesia, Nueva Zelanda y Hong Kong. Ahora sería impensable”, afirma. Por el momento, toca “renunciar al exotismo y apostar por la cultura”: “Cambiar la lejanía por la cercanía y tener un control directo sobre el propio viaje para no depender de terceros que nos puedan coartar la libertad”.
A los 45 años, Hereter terminó de visitar todos los países del mundo. Está acostumbrado a realizar una media de 10 viajes al año. Pero asegura que “no pasa nada” por estar uno sin viajar. En sus recorridos, según asegura, también ha vivido momentos complicados. En Nicaragua afirma que presenció en directo un enfrentamiento entre la guerrilla y el ejército que se saldó con 45 muertos. En Tuvalu estuvo “a punto de morir” por ingerir un caracol marino que resultó venenoso. En Namibia se quedó colgado en el desierto con dos ruedas pinchadas viajando solo sin comida ni agua cuando no existían móviles. “Estoy habituado a convivir con cierto riesgo, pero este es invisible. Y con la edad te vuelves algo más conservador, también a la hora de viajar”, concluye.
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