Vamos a tratar la «Conspiración del triángulo». Hablamos de una conspiración de la que no se suele hablar y que se montó en secreto en febrero de 1816. Un grupo de masones, que encabezaba el general Ramón Vicente Richart, un antiguo jefe guerrillero de la Guerra de la Independencia, no se le ha ocurrido otra cosa mejor que el intento del secuestro del monarca a la hora de forzar a reinstaurar el liberalismo y la Constitución de 1812, la de Cádiz.
Conspiración del triángulo, un episodio no muy conocido de la historia
Al haber aprendido de otros intentos, que protagonizaron otros sujetos, en esta ocasión, se organizaron de manera triangular. Todo esto quiere decir que siguiendo la doctrina de los Illuminati, cada conspirador solo conocería a otros dos y nadie le iba a sacar ningún otro nombre aunque fuera torturándole.
En esta conspiración se dice que estaban militares muy conocidos y funcionarios de Palacio. El plan inicial consistía en secuestrar al rey, algo que no se hizo por considerarlo muy arriesgado, por lo que pensaron en matarte de forma directa.
Fernando VII contaba con fama de persona campechana y dado a las faldas ajenas. Acostumbraba a ir de juega disfrazado para no ser reconocido, con un tal Chamorro y el duque de Alagón.
A Chamorro le contrató el que era el entonces príncipe, para espirar al resto de los criados, ya que no se fiaba de nadie, pues le llegaron rumores de que le querían envenenar.
Un rey que le gustaba el «alterne»
El rey solía ir a la casa donde trabaja una prostituta llamada «Pepa, la malagüeña», la idea que tenían era ir allí y aesinarle. Otro plan que falló, pues dos sargentos de la Armada que se ficharon para el complot, no controlaron el secreto y se lo contaron al capitán Rafael Morales.
Al enterarse Richart de que se descubrió la conspiración, fue a avisar a estos dos sargentos para que huyeran. Los dos sargentos detuvieron al general a punta de pistola y lo llevaron ante el capitán Morales.
Los cabecillas del complot, fueron detenidos, caso de Richard y Baltasar Gutiérrez, que algunos dicen que era barbero y otros sastre. Junto a ellos se detuvieron 50 sospechosos, que después terminaron puestos en libertad por escasez de pruebas.
Los dos se juzgaron y sentenciaron a muerte por intento de magnicidio. La plaza de la Cebada fue el lugar donde se decapitaron. La historia de un complot fallido.
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