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Cormac McCarthy vuelve: dos novelas en otoño conectadas entre sí



El escritor estadounidense Cormac McCarthy.EFE

Cormac McCarthy, uno de los autores más respetados y huidizos de la literatura estadounidense, hará el próximo otoño justicia a su enigmática fama con la edición en Estados Unidos de dos novelas en el intervalo de un mes (que en español se agruparán en un solo volumen). Supondrán la vuelta al panorama literario del escritor, 16 años después de su última obra, La carretera, que le valió un premio Pulitzer y ensanchó su nómina de lectores.

Los libros son The Passenger (que se traducirá al español como El pasajero) y Stella Maris, según ha confirmado Alfred A. Knopf, la editorial neoyorquina de McCarthy, que habrá cumplido 89 años cuando se publiquen. De la primera, el autor de Meridiano de sangre ya había hablado en público (en 2015, cuando la definió como una historia sobre “locura y matemáticas”). De la segunda no se tenía noticia hasta que la adelantó este martes The New York Times.

Ambas novelas están conectadas entre sí. Y cuentan la historia de amor entre dos hermanos, los Western, obsesionados con su pasado: su padre era físico y contribuyó a desarrollar la bomba atómica. Según Reagan Arthur, su editor, McCarthy “explora en ellas elementos filosóficos y algunas de las preguntas trascendentales de la humanidad. No se parecen a nada de lo que ha publicado antes”.

Esto es lo que, de momento, se conoce de ambas novelas: The Passenger, cuya publicación está prevista para el 25 de octubre con una extensión de 400 páginas, transcurre en 1980 y cuenta la historia del hermano, Bobby, buzo profesional que se enreda en la investigación de un avión accidentado cuyos restos se han hundido frente a las costas de Mississippi. Stella Maris, por su parte, se centra en la figura de ella, Alicia. Se trata de una novela enteramente dialogada que adquiere la forma de la transcripción de 200 páginas de una sesión entre la protagonista y un psiquiatra de un manicomio en Wisconsin en 1972, después de que a ella, doctoranda en matemáticas de 20 años en la Universidad de Chicago, le sea diagnosticado un trastorno de esquizofrenia paranoide.

En español, ambas se agruparán en un solo volumen, que llegará a las librerías el 10 de noviembre, de la mano de Literatura Random House, editorial que cuenta con el resto de su catálogo. Los derechos ya se han vendido a 48 países.

A tenor de los argumentos, supondrán un cambio en los temas y el estilo característicos de su obra, así como un reflejo de sus abstrusas inquietudes científicas. Hasta ahora ausentes de su producción (una fascinante variación sobre el tema de la violencia), esos intereses los desarrolla como patrono del Santa Fe Institute, centro que trabaja, según define su web, en “comprender y unificar los patrones subyacentes en los mundos físicos, biológicos, sociales, culturales, tecnológicos e incluso en los hipotéticos universos astrobiológicos complejos”. El escritor reside desde los años noventa cerca de esa institución, apartado del mundo, en Tesuque, al norte de la capital de Nuevo México. Es legendariamente alérgico a las entrevistas y a compartir opiniones o detalles sobre su vida en la esfera pública.

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McCarthy ha entretenido estos 16 años —su mayor temporada en barbecho desde que comenzó en 1965, con El guardián del vergel, a publicar— en la escritura de un guion, El consejero (2013), una película de narcos de Ridley Scott que se quedó lejos de sus logros literarios, y en un ensayo sobre el origen del lenguaje publicado en una revista científica llamada Nautilus. La relación del escritor con el cine también ha dado sus frutos en estos años, con La carretera (John Hillcoat, 2009) y No es país para viejos (de Joel y Ethan Coen, que le supuso en 2008 un Oscar a Javier Bardem como mejor actor de reparto).

Los miembros de la Cormac McCarthy Society, sociedad formada por estudiosos y seguidores de sus obras, que esta semana anda comprensiblemente revolucionada, vienen hablando desde hace tiempo de The Passenger. En un foro dedicado a las hipótesis en torno al libro se discute, por ejemplo, cuánto tiempo, tanto como cuatro décadas, puede llevar el autor embarcado en ese proyecto. En 2015, en una de sus escasísimas apariciones públicas, el escritor habló en Santa Fe de la existencia de la novela, y hasta se leyeron algunos pasajes. Según explica The New York Times, Knopf disponía de los borradores de ambos títulos desde hace ocho años, tiempo en el que un gremio como el editorial, que vive de contar historias, ha sido capaz de mantener el secreto.


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