COVID-19: el invierno viene | Artículo

COVID-19: el invierno viene | Artículo

Grupo de trabajo en Epidemiología del Programa Universitario de Investigación en Salud, UNAM*

La evolución de la pandemia de COVID-19 sugiere que posiblemente lo peor ha quedado atrás, sin embargo esto no significa que no habrá problemas en los próximos meses.

En México, al mismo tiempo que la cobertura de vacunación ha aumentado (más de 130 millones de dosis aplicadas) y el porcentaje de habitantes con historia de infección sigue creciendo, todos los indicadores de la epidemia de COVID-19 han disminuido de forma sostenida desde hace más de 10 semanas en la mayoría de los Estados, ante lo cual se han reactivado prácticamente todas las actividades sociales y económicas, incluidos los eventos masivos en lugares cerrados y abiertos.

La llegada del invierno y las fiestas de fin de año suponen la suspensión de las actividades escolares presenciales por vacaciones y una muy intensa actividad social en nuestro país que incluye tanto eventos multitudinarios como aglomeraciones en zonas comerciales, celebraciones sociales en lugares cerrados, así como mucha movilidad por viajes.

Con este escenario inmediato, consideramos oportuno analizar las perspectivas de la epidemia en nuestro país en general, y en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) en particular, para los próximos meses.

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Los coronavirus son estacionales

El comportamiento habitual de los tres principales coronavirus causantes de catarro común en los últimos años en países del Hemisferio Norte ha seguido una clara tendencia estacional, con incremento de su actividad epidémica durante los meses más fríos (enero y febrero) y ligeras variaciones de acuerdo con los diferentes tipos virales en el tiempo (Figura 1). Este tipo de comportamiento no es exclusivo de los coronavirus, sino que también lo presentan la mayoría de los microbios (virus y bacterias) causantes de infecciones agudas del aparato respiratorio.

Figura 1. Prevalencia mensual (%) de coronavirus estacionales (sCoV) detectados en pacientes con enfermedad respiratoria con diagnóstico virológico en el Reino Unido entre 2005 2017). Tomado de https://bit.ly/3oiQhGl

Con el coronavirus causante del COVID-19, el SARS-CoV-2, aún no se establece una estacionalidad definida claramente, sin embargo en los dos años que han transcurrido desde la aparición de los primeros casos, se ha visto un incremento en la actividad epidémica durante los meses de frío, sobre todo en Europa y Norte América, lo que puede corroborarse con el reciente y sostenido incremento en el número de casos confirmados a nivel global, lo cual ha sido provocado por el aumento de contagios en la mayoría de los países de Europa y en los Estados Unidos de Norteamérica (Figura 2).

Figura 2. Curvas epidémicas Global y de varios países de Europa y Norteamérica. Se grafica el número de casos nuevos por semana desde el inicio de la pandemia y hasta el 11-Nov-21. Tomado de John Hopkins  University & Medicine Coronavirus Resource Center. Disponible en https://coronavirus.jhu.edu/map.html.

La campaña de vacunación

La correlación de la actividad epidémica con las tasas de vacunación es interesante también, en este momento (en el que la mitad de la población mundial ha recibido al menos una dosis de alguna de las) se han distribuido más de siete mil millones de dosis de vacunas contra COVID-19. El continente americano y Europa muestran las proporciones más elevadas de población vacunada (Figura 3); sin embargo, es preocupante que en los países de bajos ingresos solamente 4.1% de su población ha recibido al menos una dosis. Sudamérica ha tenido un ascenso acelerado de vacunación en el segundo semestre del 2021, rebasando incluso a Europa y Norte América. El promedio mundial está por debajo de la mayoría de las regiones debido a la muy baja cobertura alcanzada en Oceanía y África.

La vacunación contra COVID-19 ha demostrado proteger de manera muy efectiva contra la enfermedad grave, la hospitalización y la muerte por esta enfermedad en quienes la reciben. Los estudios que han evaluado la utilidad de las vacunas para prevenir contagios a nivel comunitario con los contactos cercanos de los enfermos han concluido que si bien las vacunas pueden reducir la cantidad de virus que son eliminados por una persona contagiada (con o sin síntomas) y la duración del periodo de excreción de los mismos, no son lo suficientemente efectivas para prevenir la diseminación del virus en condiciones de alta transmisión (numerosos contagios), por lo tanto, el número de casos puede aumentar aún en poblaciones con coberturas de vacunación altas (60% o más de toda la población), donde tarde o temprano el virus encontrará a los individuos susceptibles (no vacunados y sin antecedente de contagio) y a los más vulnerables (personas vacunadas pero con enfermedades predisponentes o comorbilidades). Adicionalmente, conforme aumenta el número de casos se incrementa de manera proporcional el riesgo de generación de nuevas variantes virales potencialmente más peligrosas, que se pueden diseminar nuevamente a todo el mundo como lo han hecho tanto el virus original como todas las variantes de interés y preocupación que circulan globalmente.

Figura 3. Número de vacunas contra COVID-19 administradas por cada 100 personas y proporción de personas vacunadas hasta el 11-Nov-21 en los cinco continentes (periodo del 28-Jun-21 a 11-Nov-21). Tomado de Our World in Data. Coronavirus (COVID-19) Vaccinations. Disponible en https://ourworldindata.org/covid-vaccinations.

 

México: perspectivas para el invierno 2021-2022

La epidemia de COVID-19 en nuestro país ha tenido un comportamiento parecido al del resto del mundo; se han presentado tres olas a nivel nacional con una muy importante carga de enfermedad y muerte, agravada por la precariedad del sistema de salud, decisiones erráticas,  el retraso en la búsqueda de atención médica y la preexistencia de una inmensa carga de comorbilidades que aumentan el riesgo de desenlaces fatales en los enfermos. Aún cuando una proporción muy importante de los casos, hospitalizaciones y muertes se ha concentrado en la Zona Metropolitana del Valle de México (donde se encuentra la mayor concentración poblacional del país y de los servicios de salud), el comportamiento de la epidemia en nuestro país no ha sido homogéneo en todas las regiones sino que ha ido presentando la actividad en diferentes momentos y lugares, lo que se ha relacionado con varios factores como la actividad turística, la apertura de actividades comerciales e industriales, mensajes políticos e incluso cambios en el clima.

Desde diciembre de 2020 se implemento el Plan Nacional de Vacunación Contra COVID-19 que ha enfocado las acciones en inmunizar a los adultos mayores de 18 años de edad con cuando menos una dosis de alguna de las vacunas disponibles, meta que para ahora se ha alcanzado en prácticamente todo el país y cuyo impacto se ha reflejado positivamente en la disminución de la proporción de hospitalizaciones y decesos durante la tercera ola (entre junio y agosto de 2021) en comparación con la primera (entre marzo y agosto de 2020) y la segunda olas (entre noviembre de 2020 y marzo de 2021). Actualmente cinco de cada diez personas en el país han recibido el esquema completo de vacunación; sin embargo, la  cobertura no es homogénea, y hay estados que tienen niveles más bajos que pudieran tener mayor riesgo de casos graves, hospitalizaciones y muertes en comparación con los estados con las coberturas más altas.

El riesgo en invierno

Para estimar el riesgo de una cuarta ola en invierno en México, tomamos en cuenta dos de los indicadores más relevantes relacionados con la protección de grupo (inmunidad de rebaño): la cobertura de vacunación y la cantidad de personas no infectadas en cada estado (considerando el número de casos y defunciones). Con esta información construimos una herramienta que nos permitió identificar Estados con riesgo general de reactivación epidémica elevado (Chiapas), seguido por aquellos con riesgo intermedi (Veracruz, Campeche, Estado de México, Colima, Jalisco, Nayarit, Durango, Sonora y Coahuila); destaca el caso de Baja California, Guanajuato y Yucatán, que aunque tienen bajo riesgo por la alta cobertura de vacunación con al menos una dosis a mayores de 18 años todavía mantienen un nivel de riesgo alto en función de la proporción de la población susceptible a la enfermedad; la Ciudad de México, que ha concentrado gran parte del impacto de la epidemia desde el principio, presenta un riesgo bajo en función de la vacunación, pero un riesgo medio con relación a la población susceptible, fenómeno que se repite en Tabasco, Querétaro, Zacatecas, Nuevo León y Quintana Roo.

Figura 4. Estimación de riesgo de reactivación de la epidemia de COVID-19 en México (al 9-Nov-21). Elaborado con los datos publicados por la Secretaría de Salud Federal, disponibles en https://www.gob.mx/salud/documentos/presentaciones-de-las-conferencias-de-prensa-2021 y en https://datos.covid-19.conacyt.mx/#DOView. 

Estamos conscientes que este trabajo tiene múltiples limitaciones y que no es sino una aproximación preliminar que busca advertir oportunamente dónde pudieran presentarse situaciones de riesgo de reactivación epidémica, sobre todo si a nuestro análisis se agregan otros riesgos que favorecen la propagación de contagios de COVID-19 como son las actividades turísticas (nacionales e internacionales), la recepción de grandes grupos de personas en condición de movilidad humana y el clima frío, que provoca que la mayoría de las actividades se lleven a cabo en interiores con baja ventilación y alto riesgo de hacinamiento. De igual forma,  nuestras estimaciones podrían verse afectadas por el número de personas en cada población con protección inmunológica por contacto con el virus sin haber presentado manifestaciones clínicas, así como por aquellos que estando vacunados continúan contagiando a otros incluso de forma asintomática

Por el momento, será conveniente que en los estados con mayor riesgo de reactivación refuercen las acciones de información a la comunidad para advertir sobre la importancia de mantener las medidas de cuidado general, como son el uso del cubrebocas al salir de casa y al convivir con personas de otras casas, ventilación de lugares cerrados, higiene de manos y etiqueta respiratoria, evitar aglomeraciones y permanecer mucho tiempo en sitios concurridos, buscar diagnóstico y tratamiento oportunamente, aislarse en caso de tener síntomas o estar contagiado, no auto-medicarse y vigilar la evolución de los enfermos. Estamos a tiempo de evitar una nueva ola intensa de COVID-19 durante el otoño e invierno. 

Frente a la cuarta ola

Hoy, ante el invierno y una alta probabilidad de una cuarta ola en el país tenemos muchos elementos a nuestro favor que pueden hacer que la transmisión no ocurra tan explosivamente; hemos aprendido dónde están los riesgos de contagio (aerosoles y contacto directo sin protección con un enfermo o asintomático), quiénes y porqué se complican con la enfermedad (retraso en el diagnóstico y tratamiento, no vacunarse y co-morbilidades); contamos con excelentes herramientas para el diagnóstico y vacunas seguras y efectivas para la prevención. 

Hoy deben enfatizarse las medidas de precaución generales como el cubrebocas, la ventilación y el aislamiento de casos y contactos de alto riesgo, que en conjunto nos ayudarán a evitar que aumente también la actividad de los virus de influenza y los otros patógenos del tracto respiratorio que año con año ocurren en estas fechas.

La pandemia continúa , pero estamos aprendiendo a vivir con esta nueva realidad de riesgos y precauciones. Solo anticipando y preparándonos para lo que viene, lograremos tener mayor control sobre los riesgos de la vida cotidiana en las próximas semanas. 

*Por Gustavo Cruz Pacheco, Mauricio Rodríguez Álvarez ([email protected]), María de Lourdes García García, María Eugenia Jiménez Corona, Fernando Bustamante Castañeda, Daniela de la Rosa Zamboni, Samuel Ponce de León Rosales.


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