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Crecer sin ETA: “Nos lo han explicado todo muy por encima”

El primer recuerdo de ETA que tiene Alexander Urbano —18 años, estudiante de FP en Errenteria—, es un meme que le enviaron sobre Carrero Blanco. El de Uxue Ruiz, trabajadora social de Sestao, 23 años: los atentados de Atocha del 11-M. “Estaba en el coche con mi aita y la radio no paraba de decir que la culpa era de ETA… luego resultó que no”. Del final de la banda, Iván Izaguirre —20 años, de Astigarraga, “un pueblo muy proindependencia”— recuerda ver “a los encapuchados” en la tele, y a su madre diciendo “ya era hora”.

Once jóvenes que tenían alrededor de 10 años cuando ETA anunció el cese definitivo de la violencia se han prestado a contar lo que saben de la banda terrorista (en general, no mucho) y lo que supone en su vida el conflicto vasco (en general, tampoco demasiado). No fue fácil encontrarlos. Una docena de centros educativos vascos, así como infinidad de jóvenes contactados de forma aleatoria en la calle o a través de conocidos, declinaron participar en este reportaje. “Buf, es que muchos no tendrán ni idea, y además luego la gente habla de si has dicho esto o lo otro”, justificaban dos chicas que no quisieron dar su nombre frente a Deusto.

Y eso a pesar de que los que sí quisieron participar afirman que ya no existe “un tabú”. Sí admiten que sigue siendo “un tema delicado”. “Hay gente que lo sufrió que todavía sigue viva, depende con quién puede costar hablar de ello”, opina Joane Guerediaga, 19 años, estudiante de Relaciones Internacionales. “La otra persona puede tener un familiar preso o que le hayan matado a su abuelo… pero hablarlo y recordar la historia es bueno”, piensa Uxue. “Algo que causó dolor no suele ser algo de lo que te guste hablar”, opina sin embargo Unai Muñoz, de 22 años, estudiante de Enfermería.

En vídeo: ¿Cuándo fue la primera vez que escuchaste hablar de ETA?

La mayoría cree que ETA acabó porque perdió el apoyo “de la gente”. Lo primero que repiten todos es que nació para “luchar contra el franquismo”, algunos añaden “y contra la opresión del pueblo vasco” o “por la libertad de Euskal Herria”. Explican sus orígenes como un grupo reivindicativo “que tomó el camino erróneo”. Saben que Carrero Blanco murió en un atentado. De otras víctimas, conocen solo a Miguel Ángel Blanco, y a algunos les suena Irene Villa. De terroristas, apenas uno menciona el nombre de Iñaki Bilbao. Solo un par saben qué fueron los GAL, organización de la que el resto no ha oído nunca. Y dos son capaces de cifrar el número de víctimas en torno al millar. “¿Cuántos muertos? No sé, demasiados en cualquier caso”, responde Joselyn Cunalema, 23, que llegó desde Ecuador hace 17 años, y se enteró “de lo que pasaba” cuando una noche vio que “unos vándalos estaban pintando en las paredes del bulevar y había mucha gente asustada”.

A pesar de haber vivido de pequeños los coletazos del conflicto, lo consideran algo del pasado. Germán Navascués, 19, estudiante de Ciencias Políticas: “Ha sido una época oscura, todo el mundo agradece que se haya acabado, y se ha querido pasar página, no es un tema que hay que tocar en el sentido de que ya no es relevante, hoy la sociedad vasca está preocupada por la covid, por los fondos europeos…” Algunos han visto Maixabel, las series Patria o ETA: El final del silencio, pero muchos creen que poner a ETA en el debate público solo interesa a los políticos. “Hablan de ETA aunque ya no esté activa por puro politiqueo, para acaparar votos de gente que hayan herido”, dice Iñaki Asua, 22.

Los 11 coinciden en que se les debería haber explicado mejor el tema. “Tengo un vago recuerdo de hablarlo en clase, pero la profesora tampoco quiso meterse…”, dice Unai. “Acabó cuando éramos pequeños, y aun así no tenemos conocimiento alguno. A medida que pasen las generaciones va a quedar como algo que pasó en el 1200″. Joane, para quien “aquel que no conoce la historia de su pueblo está condenado a repetirla”, lamenta que solo se tenga “un año para dar toda la historia de España”. “Al final solo un tema o dos tocan el asunto y te enteras por lo que escuchas en la calle”, expone. Javier Izquierdo, 21, estudiante de automoción, buscó lo que no aprendió en el colegio “preguntando a familiares y conocidos, en Internet o viendo series”. “En el instituto nos lo han explicado todo muy por encima”, dice. “Yo lo poco que sé lo he aprendido de amigos que apoyan el tema”, dice Berta Barrachina, 21 años, nacida en Barcelona y residente en Donosti desde los dos.

En vídeo: ¿Cómo aprendiste lo que sabes de ETA?

“Con ETA se replica el fenómeno que ocurrió con la Guerra Civil”, reflexiona el filósofo Martín Alonso Zarza. “Este episodio de la historia de España apenas ha formado parte de la socialización de los alumnos durante la educación. El vacío es sustituido por construcciones mitológicas que vienen del lado de la memoria y no del lado de la historia”.

En los centros, la aplicación del currículum del departamento de Educación es voluntaria. La deslegitimación de la violencia y la empatía con las víctimas se trabajan de manera genérica en primaria y un poco más a fondo en la ESO, aunque ETA solo aparece de forma explícita en el temario de cuarto: La necesidad de una memoria crítica en relación con el terrorismo de ETA y cualquier forma de terrorismo, Nacimiento de ETA y su historia, o GAL y otros grupos son los títulos a debatir en Historia o Filosofía.

Este curso se están impartiendo en varios centros las unidades pedagógicas Herenegun (Anteayer), que se extenderán a todo el sistema vasco en 2022-23, un material que ha generado polémicas, ya que asociaciones de víctimas consideraron que justificaba a la banda en sus primeras versiones.

En vídeo: ¿Es un tema tabú?

Actualmente, “el tema se imparte en las aulas como un fenómeno más dentro del franquismo, como la conflictividad laboral”, lamenta el historiador José Antonio Pérez, profesor de la Universidad del País Vasco que esta misma semana volvió a comprobar que los alumnos llegan a la universidad con una “noción muy vaga” de que ha supuesto ETA. Trató el asunto con estudiantes de primero a raíz de la irrupción de un joven armado en el campus de Leioa (Bizkaia): “Cuando les conté que ETA provocó en esta universidad cosas tremendas, como la colocación de bombas o que había profesores que tenían que ir escoltados, les sonó a chino”. “El tema no se imparte con el detenimiento necesario, más allá de que haya profesores que por su cuenta y con su implicación lo traten con más profundidad”, se queja.

El profesor de bachiller en Bizkaia Javier Peso, uno de los pocos docentes que ha querido hablar sobre su experiencia, afirma que en las aulas se trata “como un acontecimiento histórico más, sin ningún tono reflexivo”. “Hemos pasado página sin haber leído la página. No tenía que ser así”. Aitor (nombre ficticio), profesor de bachiller en Gipuzkoa, sostiene que entre los profesores hay “muchas reticencias y desdén” a tratar el pasado reciente de Euskadi: “La mayoría se limita a dar las cuatro nociones básicas: el origen de ETA, los atentados más sonoros y poco más; sin entrar en la inmoralidad que supuso su actividad terrorista”. En muchos casos, los padres de los alumnos, añade este profesor de Historia, prefieren “pasar por alto” esta cuestión y son partidarios de “hacer borrón y cuenta nueva”. En un instituto de Oiartzun se opusieron a que las víctimas fueran a contar su testimonio, asegura.

En vídeo: ¿Qué queda de ETA?

Marta Buesa, una de las hijas del político socialista Fernando Buesa, asesinado por la banda en 2001, participa en el programa Adi-adian (estar alerta) que ha llevado a 25.000 alumnos de secundaria y universitarios los testimonios de víctimas de ETA, los GAL y abusos policiales. “En los públicos, la adhesión es menor que en los concertados”, asegura, “y eso que la experiencia es muy buena, algunos se acercan después y te dan un abrazo, o te cuentan que han comprendido la dimensión de este dolor”. Su objetivo es “consolidar el concepto de deslegitimación”. “En el País Vasco y Navarra hay que hacer un esfuerzo especial porque los chavales se pueden encontrar aún pintadas que alientan a la banda o un ongi etorri (bienvenidos) a alguno de sus miembros cuando son excarcelados”, explica.

Los 11 entrevistados han tenido más contacto con familiares de presos que de víctimas. Algunos han hablado del tema en casa, aunque la mayoría solo comentando las noticias o anécdotas personales. “Todo lo que sé es gracias a mis padres”, dice Ane Rioboo, la menor, con 16 años. “Sí se me ha hablado, aunque no me sentaron como para otros temas”, dice Germán. Son los dos únicos que saben qué fueron los GAL.

Casi todos coinciden en que lo que queda en 2021 es el dolor de todas las partes y el prejuicio contra los vascos: incluso gente de su edad les ha preguntado si son “proetarras” al decir que eran vascos. ¿Sienten que 10 años después la herida de ETA sigue abierta? “Generó una división que poco a poco se está cerrando, pero todavía queda camino”, dice Iván. Unai apunta: “La herida está casi cerrada, pero es algo de lo que ya no se habla. Se deja un poco ahí”.

Con información de: Mikel Ormazabal, Pedro Gorospe y Mario de Jaime.

Créditos

Maquetación:  Alejandro Gallardo 


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