“Creo que las leyes del secreto bancario suizo son inmorales”. De esta forma tan contundente arranca el alegato que entregó al Süddeutsche Zeitung la persona que filtró la información en la que se basa la investigación periodística Suisse Secrets.
Se trata de datos sobre más de 18.000 cuentas abiertas en el banco Credit Suisse, desde los años cuarenta del siglo pasado hasta finales de la última década. En la investigación han participado 48 medios y 163 periodistas de 39 países, coordinados por la organización OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project) y el Süddeutsche Zeitung.
Esa persona, además de aportar la información, quería que se conocieran sus motivaciones. “El pretexto de proteger la privacidad financiera no es más que una hoja de parra que cubre el vergonzoso papel de los bancos suizos como colaboradores de los evasores fiscales”, denuncia.
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“UN ROBIN HOOD A LA INVERSA”
Además, apunta a que los países más perjudicados por la legislación bancaria suiza son aquellos que tienen menos recursos. La razón está en el llamado Estandar Común de Comunicación, conocido por sus siglas en inglés como CRS (Common Reporting Standard), que es un mecanismo de intercambio automático de información tributaria entre Estados firmantes del acuerdo.
La fuente ofrece la siguiente explicación en defensa de su postura: “Aunque el CRS es un paso en la dirección correcta para prevenir la evasión fiscal, muchos países en desarrollo no están incluidos en este acuerdo. Además, el requisito de reciprocidad del CRS impone una carga financiera y de infraestructura desproporcionada a las naciones en desarrollo, perpetuando su exclusión del sistema en el futuro próximo. Esta situación permite la corrupción y priva a los países en desarrollo de unos ingresos fiscales más que necesarios. Por lo tanto, estos son los países que más sufren con la treta suiza de actuar como un Robin Hood a la inversa”.
A la hora de buscar responsables, cree que no hay que fijarse únicamente en las entidades financieras: “Quiero subrayar que la responsabilidad de esta situación no recae sobre los bancos suizos, sino más bien sobre el sistema jurídico suizo. Los bancos simplemente están siendo buenos capitalistas al maximizar los beneficios dentro del marco legal en el que operan. En pocas palabras, los legisladores suizos son responsables de permitir los delitos financieros y el pueblo suizo, en virtud de su democracia directa, tienen el poder de hacer algo al respecto”. Por ello, apela a ambos para que introduzcan cambios en se sistema jurídico: “Aunque soy consciente de que las leyes sobre el secreto bancario son en parte responsables del éxito económico de Suiza, tengo la firme opinión de que un país tan rico puede permitirse tener una conciencia”.
El informante explica que es “conocedor de que tener una cuenta offshore en un banco suizo no implica necesariamente evasión fiscal o cualquier otro delito financiero”. Y confiesa estar “seguro de que algunas de las cuentas tienen una razón legítima para existir o que han sido declaradas a las autoridades fiscales, cumpliendo con la legislación pertinente”. Sin embargo, denuncia que “es probable que un número importante de estas cuentas se haya abierto con el único propósito de ocultar el patrimonio de su titular a las autoridades fiscales y/o evitar el pago de impuestos sobre las ganancias de capital”.
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