La humanidad no ha logrado aún corregir el rumbo de colisión que la lleva hacia un calentamiento catastrófico. El Acuerdo de París, de 2015, estableció que el límite de seguridad dentro de la crisis climática actual pasaba por lograr que el aumento de la temperatura media global se quedara entre los 1,5 y los dos grados respecto a los niveles preindustriales. Para ello es necesario que a partir de mediados de este siglo se reduzcan radicalmente hasta su eliminación casi total los gases de efecto invernadero que el ser humano emite y que se acumulan en la atmósfera sobrecalentando el planeta. Pero la trayectoria no es esa. Según ha informado este viernes el área de cambio climático de la ONU, las emisiones mundiales durante esta década seguirán creciendo: en 2030 habrán aumentado cerca de un 16,3% respecto a los niveles de 2010 (un 5% si se toma como referencia 2019). Los estudios científicos apuntan a que ese rumbo lleva a un incremento de la temperatura a final de siglo de unos 2,7 grados, lejos del límite de seguridad al que se comprometieron todos los países cuando firmaron el Acuerdo de París hace seis años.
Todos los Estados que se suman a ese pacto —ahora son 190 países, la práctica totalidad de naciones del planeta— deben presentar planes de recorte de sus emisiones para aplicar durante esta década. Cuando en 2015 se cerró el Acuerdo de París ya se sabía que esos planes no eran suficientes y por eso se necesitaba que se revisaran al alza. Hasta este verano, 112 países lo habían hecho, según ha informado el área de cambio climático. Esos 112 países —entre los que figuran todos los miembros de la Unión Europea y EE UU— acumulan alrededor del 49% de las emisiones mundiales y aunque sus nuevos planes suponen una mejora, no sirven para corregir la trayectoria mundial hacia esos 2,7 grados.
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Para conseguir que el incremento de la temperatura se quede en los 1,5 grados, los científicos estiman que las emisiones mundiales de dióxido de carbono (el principal gas de efecto invernadero) deberían caer en 2030 un 45% respecto a las de 2010. Para quedarse en un calentamiento de dos grados, la reducción debería ser del 25% en 2030. “El aumento del 16% es un gran motivo de preocupación. Contrasta fuertemente con los llamamientos de la ciencia a una reducción rápida, sostenida y a gran escala de las emisiones para evitar las consecuencias climáticas más graves”, ha sostenido este viernes Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de ONU Cambio Climático, durante una conferencia de prensa telemática.
Espinosa ha advertido del poco tiempo que queda para poder cambiar el rumbo y ha reconocido que es “muy pequeña” la ventana de oportunidad existente para limitar el calentamiento a los 1,5 grados. “Pero todavía es posible”, ha añadido.
No todos a la misma velocidad
Espinosa también ha lamentado que “algunos anuncios políticos” no se han llegado a materializar en los planes de recorte de emisiones que se deben presentar ante la ONU. Y, tras ser cuestionada por los periodistas sobre los países que no han cumplido, ha recordado que China anunció el pasado año que iba a endurecer algo su plan de recorte de emisiones, algo que no ha hecho todavía. Espinosa también ha recordado que tampoco Japón y Corea de Sur han concretado sus nuevas promesas climáticas.
No todos los países están actuando de la misma forma ahora. La Unión Europea, el Reino Unido, Canadá o Estados Unidos figuran entre las naciones que han incrementado claramente sus planes de recorte y sus objetivos para 2030. Si solo se tienen en cuenta los planes de los 112 Estados que han reforzado sus compromisos ya ante la ONU, las emisiones caerían un 12% en 2030.
Coincidiendo con la presentación de este informe, el Instituto de Recursos Mundiales ha difundido un análisis sobre los planes de recorte del G-20, las economías más poderosas del planeta y las que expulsan el 75% de los gases mundiales. Los analistas de esta organización recuerdan que Japón, Sudáfrica, Corea del Sur y China no han presentado sus nuevos planes a pesar de que los han anunciado. Tampoco han actualizado sus objetivos India, Arabia Saudí y Turquía. Otros, como Australia e Indonesia, han presentado planes con los mismos objetivos que antes. Y otros Estados —como Rusia, Brasil o México— han elaborado programas que “permitirían emisiones más altas que las que se habían comprometido” hasta ahora.
Financiación insuficiente
La mitigación del cambio climático a través de los recortes de emisiones es una de las patas fundamentales del Acuerdo de París. Pero en la negociación climática internacional hay otro aspecto clave: la ayuda que los países más desarrollados deben trasladar a los más pobres para que afronten las consecuencias del calentamiento y también puedan combatirlo. Los países desarrollados debían “movilizar” 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020. Pero la ONU ha recordado este viernes que ese compromiso “no se ha cumplido”.
Espinosa ha recordado que el apoyo financiero a los países en desarrollo, que han contribuido mucho menos al calentamiento global que les golpea más, es imprescindible para que actúen “de la manera más ambiciosa posible”. Es decir, para que también puedan aumentar sus compromisos de recorte de emisiones.
La OCDE (la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), el organismo en el que están representados los países más avanzados, ha presentado también este viernes su informe sobre la financiación climática. El estudio se refiere a los datos cerrados de 2019, cuando la “financiación climática proporcionada y movilizada” por los países desarrollados alcanzó los 79.600 millones de dólares, un 2% más que en 2018. La principal pega que se suele poner al balance que realiza la OCDE es que en esas cantidades se incluyen tanto subvenciones directas como créditos y ayudas reembolsables.
Además de instar a los países desarrollados a aumentar la financiación, Espinosa ha pedido este viernes a todos los países que todavía no lo hayan hecho que presenten sus nuevos planes de recorte. Ha recordado también que cualquier país puede endurecer todavía más sus objetivos en cualquier momento. Espinosa ha indicado que la cumbre climática de Glasgow (Reino Unido), que se celebra dentro de seis semanas, puede ser un buen momento para que los países muestren más ambición.
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