Agentes de la policía croata comprueban equipajes en la frontera con Bosnia-Herzegovina en Stara Gradiska, en el este de Croacia, el pasado 25 de noviembre.DENIS LOVROVIC (AFP)
Las autoridades croatas no disimulan su alegría —incrementada este viernes por la victoria frente a Brasil en el Mundial de fútbol, lo que le permite pasar a semifinales— por el próximo ingreso del país balcánico en el espacio Schengen a partir del próximo 1 de enero. La zona, establecida en 1995, está integrada por 26 países y la habitan 419 millones de habitantes que pueden circular sin necesidad de pasaporte por las fronteras comunes, un libre tránsito del que se beneficia de forma clara el turismo y que mejorará, previsiblemente, sus perspectivas económicas.
Esta buena noticia para los croatas, adoptada por los ministros del Interior de la UE este jueves, se suma a la del pasado julio, cuando el Consejo de la UE aprobó la incorporación del país a la zona euro, también desde enero. Atrás queda para sus 3,8 millones de habitantes un intenso camino que comenzó con la declaración de independencia en 1991, la guerra contra el ejército de la antigua Yugoslavia, que se prolongó hasta 1995; el ingreso en la OTAN en 2009 y el de la Unión Europea en 2013. En solo nueve años Croacia ha conseguido convencer a todos los socios europeos de que podrá garantizar la seguridad en sus fronteras exteriores frente a la inmigración irregular.
El primer ministro croata, el conservador Andrej Plenkovic (Zagreb, 52 años), pronunció el mismo jueves ante varios medios una frase que venía anhelando desde hace tiempo: “Solo 15 países en el mundo están en la OTAN, la UE, la Eurozona y el área Schengen. Y Croacia es uno de ellos”. Después ensalzó la importancia que tendrá el ingreso en la economía del país, sobre todo para el turismo. Esta industria abarcó el año pasado el 24,5% del Producto Interior Bruto (PIB), una cifra muy superior a la media de la Unión Europea (6,5%) y casi el doble de la que presentaba España en 2020, antes de la pandemia, cuando el turismo aportaba el 13,5% del PIB.
Marta Zorko, experta en geopolítica de la Universidad de Zagreb, indica por teléfono que el ingreso tiene más carácter simbólico que real. “En el sentido simbólico lo es todo, porque tanto la zona euro como Schengen hacen de Croacia un miembro igual que el resto. Pero en términos técnicos, no significa mucho, porque Croacia ya estaba cumpliendo con las normas de Schengen durante el tiempo de su candidatura. Realmente en Croacia, el ingreso en Schengen significa mucho, pero había una broma hoy [por este viernes]: la gente decía que cambiaría el ingreso por la final del Mundial”.
Un analista europeo que solicita el anonimato comenta desde Zagreb, en conversación telefónica: “Este país tiene un 30% menos de superficie que Andalucía, pero es muy diverso y ofrece muchas opciones turísticas. Zagreb, la capital, está a dos horas y media en coche de Trieste [Italia]; a tres y media de Budapest; a cuatro de Venecia o Belgrado, a cinco de Sarajevo… El siguiente paso que les queda es el de implantar una buena red de mercancías y de alta velocidad, porque el tren está atrasado respecto al resto de infraestructuras. Pero tiene mucho a su favor. La Universidad de Zagreb, por ejemplo, es muy activa en investigación. Y en la UE, si sabes sacar el máximo provecho de tu pequeña dimensión, te puedes convertir en una especie de Irlanda o Luxemburgo”.
En 2019 visitaron Croacia casi 20 millones de turistas, más de cinco veces superior al número de habitantes. La inmensa mayoría de los turistas extranjeros en Croacia son centroeuropeos y suman hasta un 75% los que llegan por carretera, según recordó el primer ministro este jueves. Muchos de ellos se ven obligados a menudo a esperar con sus vehículos colas de hasta tres horas en las fronteras terrestres. “Todo eso va a cambiar. Los propietarios de hoteles, los alcaldes y gobernadores con los que he hablado están contentísimos”, indicó la citada fuente.
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Croacia ingresó en la UE seis años más tarde que Rumania y Bulgaria. Sin embargo, ha obtenido el acceso a Schengen mientras estos dos países siguen llamando a la puerta, vetados este jueves por Austria (que bloquea a Bucarest), y por Países Bajos (a Sofía).
Desde la llegada de Plenkovic al poder, en 2016, los lazos con Bruselas no han hecho más que estrecharse. “Este país”, subraya el citado analista, “empezó con una relación algo atormentada con Europa. Durante su guerra de la independencia, la Unión Europea optó en principio por la unidad de Yugoslavia. Y se impuso un embargo de armas que perjudicó sobre todo a Croacia. Franjo Tudjman, que fue el primer presidente, impregnó al partido que fundó —la nacionalista Unión Democrática Croata (HDZ)— de cierto resquemor hacia Europa. Pero eso fue cambiando”. Para este experto, el actual primer ministro “ha sido el más europeísta de todos los mandatarios croatas”.
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