La serpiente es un animal realmente fascinante, aunque esta fascinación también tiene un aire de respeto ante uno de los reptiles más peligrosos del mundo. Hace unos días hablábamos de la ‘isla de las cobras’ situada en Brasil donde se calcula que existen más de una serpiente por metro cuadrado y toda presencia humana está prohibida.
A lo largo de la historia se han datado algunas especies de serpientes que son muy venenosas y que un solo contacto con su mordedura puede hacer caer hasta el animal más grande.
Según expertos en naturaleza, la cobra real es la serpiente más venenosa del mundo. Esta clase de reptil puede llegar a medir hasta seis metros y una mordedura puede matar a un elefante entero.
Su presencia está ampliamente extendida por Asia y aseguran que, donde habita la cobre real, es casi imposible que habiten otras serpientes. Su veneno produce náuseas, fatiga, vómitos, parálisis, visión doble o salivación, además de la muerte en pocos minutos.
Serpientes de récord
Si atendemos a la bibliografía y registros que se tienen de serpientes venenosas más grandes, el Guinnes de los Récords establece que la serpiente más grande y venenosa del mundo apareció en 1912 en la isla de Sulawesi.
Esa serpiente era la pitón reticulada que medía más de 10 metros de largo y era capaz de engullir a una persona adulta por la potente elasticidad de sus mandíbulas.
Se trata de una serpiente muy particular y una auténtica máquina de matar. Su piel, con colores amarillo y negro, tiene una peculiaridad que muy pocas de su especie tiene: es capaz de cambiar de color en función del ángulo desde donde se mire.
Al parecer, la mordedura de esta serpiente no es letal, aunque, llegado el caso, sin el tratamiento adecuado, podría matar a cualquier animal y persona. Además, cuenta con 100 piezas dentales afiladas y curvas que utiliza para estrangular a sus presas.
Al igual que la cobra real, su hábitat más común lo encontramos en Asia, mayormente en Indonesia y Filipinas. Consume animales de gran tamaño como leopardos, tigres, cocodrilos y los expertos la definen como un ejemplar «muy ágil y rápido».
Su método para cazar es conocido por su precisión y sigilo, y utiliza la emboscada para atrapar a sus víctimas.
Los expertos aseguran que no es peligrosa para los hombres, ya que no suele atacar a los humanos. Pero, si se siente amenazada, atacará con todas sus fuerzas. Esto le ocurrió a un joven de 25 años cuando fue atacado por una pitón reticulada en Indonesia en el año 2017. Acabó engulléndolo entero.
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