Cuál es la técnica de momificación en el Antiguo Egipto

Para muchas personas, las momias y la momificación evocan una sensación de terror y de algo macabro. Imágenes de momias envueltas en vendas que se arrastran en mitad de la noche suele ser en lo que pensamos cuando se las menciona. De hecho, durante muchas décadas las momias han estado en los elencos de películas de terror y novelas góticas y han sido archivadas en la imaginación del público como pertenecientes a ritos religiosos arcanos. Sin embargo, la momificación era una tradición extendida y honrada en el mundo antiguo, que estaba imbuida de un profundo significado religioso y, a menudo, la realizaban especialistas expertos. Descubramos entonces más sobre cómo era la técnica de momificación en el Antiguo Egipto.

Cuál era la técnica de momificación

Los antiguos egipcios creían firmemente en la vida después de la muerte, por lo que para ellos, preservar el cuerpo era de gran importancia. La vida era dura en el desierto, por lo que ellos pensaban que después de morir el mundo que tendrían sería idílico. Cuando una persona estaba preparada, los tres espíritus,  –el Ka, el Ab y el Akh– pasarán juntos al más allá.  A fin de sentirse confortables, debían llevar ropa, comida y pertenencias, así como también preservar su cuerpo. La momificación era la respuesta a sus necesidades.

La momificación y sus motivos

Lo que se pretendía era mantener el cuerpo aislado del resto de agentes  como la arena, humedad o bichos, por lo que era envuelto fuertemente ajustado en tiras de lino remojadas en resina. Muchas veces se creaban formas en los cuerpos para que parecieran vivos, pero las bacterias del interior del cuerpo seguían viviendo dentro del mismo y terminaban siendo esqueletos.

La experimentación hizo que se dieran cuenta de que el proceso de descomposición empezaba desde dentro, en los órganos internos, por lo que si se quería evitar la putrefacción, estos órganos se debían eliminar. Esto y el natrón, un agente de secado natural, es lo que lleva al proceso de momificación total.

La ciencia y la teología respecto del embalsamamiento evolucionaron con el tiempo, pero las momias que mejor se conservaron fueron las de las veinte dinastías del Nuevo Reino, pertenecientes al periodo de 1570 al 1075 d.C.

Procedimiento de momificación

Se hacía en Tierra Roja, zona desértica con fácil acceso a río y se trabajaba en tiendas de campaña abiertas para una buena ventilación. Antes de empezar el proceso se lavaba el cuerpo en el Nilo. Después se llevaba a Per -Nefer, colocándose en una mesa de madera, retirándose el cerebro, que nunca intentaron preservar, pues pensaban que no era necesario en la otra vida.

En concreto, era a través de la nariz, que se extraía el cerebro por medio de ganchos de bronce. Luego, a través de una incisión en el lado izquierdo del abdomen, se sacaban los órganos internos: intestino, estómago, hígado y pulmones; estos órganos, eran especialmente tratados lavándose con vino de palma y cubriéndose en resina, envolviéndose en lino guardándose en cuatro frasco de cerámica decorativos llamados «canopi».

El único órgano que quedaba dentro del cuerpo fue el corazón, que representaba la sede del intelecto, las pasiones y las facultades humanas. En este punto el cadáver, nuevamente lavado, era sumergido en una tina llena de «natrón», una sal con propiedades deshidratantes , donde permanecía unos 40 días, llevándose a la Casa de Purificación, limpiándose y sacándose el incienso para volver a rellenarse con natrón y ropa empapada en resina.  Luego se cosían las incisiones y se volvía a bañar en resina.

En este punto, los embalsamadores llenaban el cuerpo, ahora completamente seco, con paja y tela, para restaurar el cuerpo a su forma natural. Algunas partes, como la nariz, eran remodeladas, mientras que los ojos era reemplazados por piedras preciosas. Luego se rociaba el cuerpo con resinas, aceites y perfumes, y luego se vendaba con metros y metros de lino. Un proceso muy complejo, que solía tardar unas dos semanas en finalizarse.

Entre las diversas capas de telas, los sacerdotes deslizaban joyas y amuletos para proteger al difunto en su viaje al otro mundo. El rostro era cubierto con una máscara funeraria, que podía ser una representación de la cara del difunto o de un dios egipcio. Todo el proceso duraba 70 días, tras los cuales se enterraba al difunto en un suhet, un ataúd decorado para que se pareciera a la persona: primero, sin embargo, se celebraba el rito conocido como «abriendo la boca de la diosa», con el que los sacerdotes «reactivaban» sus funciones vitales.


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