Al menos cuatro personas resultaron muertas y una decena heridas al explotar un coche bomba en el aparcamiento del hotel Serena, el principal de Quetta (al oeste de Pakistán), en la noche del miércoles. Medios locales han relacionado el atentado, que este jueves se han atribuido los talibanes paquistaníes, con la presencia en la ciudad del embajador chino, Nong Rong. Pero el diplomático no se encontraba en el establecimiento en el momento de la explosión.
El estallido, casi al filo de la medianoche, provocó un aparatoso incendio cuyas imágenes enseguida circularon por las redes sociales. Poco después, el ministro del Interior paquistaní, Sheikh Rashid Ahmad, informó de que se había tratado de “un coche cargado de explosivos” y calificó el suceso de “acto de terrorismo”. También explicó que, cuando se produjo la deflagración, el embajador chino aún no había llegado al hotel.
El Serena aloja a empresarios, diplomáticos y periodistas de visita en Quetta, la capital de la conflictiva provincia de Baluchistán. También es un lugar de reunión favorito de las autoridades locales. Por eso, desde la ola de atentados que sacudió Pakistán a mediados de la primera década de este siglo, el hotel, como el resto de los grandes del país, instaló controles de acceso y otras medidas de protección. Al menos dos de los muertos son guardas de seguridad.
Baluchistán, limítrofe con Irán y Afganistán, es la región más atrasada de Pakistán a pesar de sus recursos naturales, en especial depósitos de gas. En ese caldo de cultivo han aparecido desde mediados del pasado siglo diferentes grupos insurgentes, desde islamistas radicales hasta separatistas. Estos, además de reclamar la independencia, se oponen a los proyectos de infraestructuras chinas en la zona porque aseguran que no benefician a la población local.
En esta ocasión, sin embargo, han sido los talibanes paquistaníes quienes se han atribuido el atentado, en un mensaje a la agencia Reuters. “Fue un ataque suicida en el que nuestro [militante] hizo estallar su coche lleno de explosivos en el hotel”, aseguraba el mensaje del portavoz de Tehrik-e-Taliban Pakistan. Este grupo y otras organizaciones de similar ideología han intensificado sus ataques contra las zonas tribales en la frontera con Afganistán durante los últimos meses.
China, que tiene una gran presencia en Pakistán a través de su multimillonario Corredor Económico, ha condenado el atentado. Su portavoz de Exteriores, Wang Wenbin, ha dicho que no tenía noticias de ninguna víctima entre los miembros de la delegación de su país. Wang no ha mencionado, sin embargo, la posibilidad de que esta fuera el objetivo de los terroristas. Aunque no se ha confirmado ese extremo, intereses chinos han sido objeto de ataques con anterioridad.
En mayo de 2019, un atentado dirigido contra inversores chinos mató a cuatro civiles en el hotel Pearl Continental de Gwadar. El nuevo puerto de esta ciudad paquistaní forma parte de la Nueva Ruta de la Seda china y da a Pekín acceso al mar Arábigo. Un año antes, un grupo de insurgentes baluches atacó el Consulado chino en Karachi y mató a dos policías y dos civiles. Los ciudadanos chinos que trabajan en las infraestructuras financiadas por el gigante asiático también han sufrido ataques y secuestros.
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