Cueva del Gigante: ¿Existieron realmente los gigantes?

El libro Las cuevas y sus misterios (Juan Gómez, Ediciones Luciérnaga) nos lleva de viaje a lo largo y ancho del mundo descubriéndonos historias tan curiosas como la que tuvo lugar en Marcala (Honduras). Allí, protegida por una especie de valla de grandes árboles que parecieran elevarse hacia las nubes, existe una gruta que debido a sus características nunca recibe la lluvia. Tras un recorrido de aproximadamente 750 metros después de una cascada, se llega al encuentro de la cueva del Gigante, una gruta que en un pasado remoto pudo guarecer a seres de colosal estatura y que, a día de hoy, es el sitio arqueológico más antiguo de Honduras y la región mesoamericana.

Cuando se empezaron a hacer los diferentes hallazgos arqueológicos en la cueva del Gigante se encontraron huesos de gran tamaño, lo que llevó a pensar que eran de personas. Y aunque al estudiarlos se dieron cuenta de que pertenecían a grandes animales (“quizá a una megafauna”, como apunta Juan Gómez), en aquel lugar se creía en la existencia de auténticos gigantes, tal y como aseguran historiadores locales como Montgomery Ronaldo Melghem Mejía. Estos gigantes serían personas de una talla magnífica capaces de enfrentarse a las grandes fieras que, por aquel entonces, poblaban el paisaje de esa zona hondureña.

La ciencia da su propia explicación a este mito afirmando que esos habitantes eran grupos paleoindios que habrían coincidido con grandes animales. De hecho, se comprobó la existencia de tigres dientes de sable, algunos osos, armadillos y otras fieras que podían de alguna forma atacar a los seres humanos, pero que éste también intentaba cazar para conseguir alimento. Según sus leyendas, los seres que habitaban en la cueva del Gigante eran capaces de pelear de tú a tú con estas fieras, rivalizando con ellas en corpulencia, agilidad y destreza para el enfrentamiento.

Exploradores británicos como John Smith dejaron constancia en sus escritos de que en 1608 se topó con los que él llamaba ‘los sasquesahanougs’, que describía como una raza de gigantes a los que calificaba de personajes de un físico estupendo y tan hermosos como nunca antes había visto. Aunque es imposible no detenerse en que el nombre de ‘sasquesahanougs’ recuerda etimológicamente al múltiplemente referido ‘sasquatch’ o Yeti de los bosques americanos…




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