Cuomo se rinde

El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, habla durante una rueda de prensa, en Nueva York (Estados Unidos), el pasado 10 de mayo.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, habla durante una rueda de prensa, en Nueva York (Estados Unidos), el pasado 10 de mayo.POOL / Reuters

Las conclusiones de la investigación realizada por la fiscal general del Estado de Nueva York dejaron poco margen de duda sobre el trato vejatorio del gobernador Andrew Cuomo hacia algunas mujeres que han trabajado en su equipo y lo forzaron, ayer, a presentar su dimisión. Al político demócrata, que estaba en su tercer mandato y que en 2018 endureció las leyes para combatir el abuso sexual, no le quedaba otra salida y su partido le exigía la retirada. Once mujeres han ofrecido su testimonio para la elaboración del contundente informe hecho público la semana pasada. Su empecinamiento en mantenerse en el cargo solo podía perjudicar a los demócratas: al final ha cedido a la presión.

En un año, el gobernador, cuyas ruedas de prensa diarias recibieron el aplauso por su firmeza ante la crisis de la covid y su posicionamiento contrario al negacionismo de la pandemia del entonces presidente Trump, se ha convertido en un foco de problemas. Su gestión de la pandemia, además, ha sido puesta en duda al confirmarse que no contabilizó en el censo de ancianos fallecidos aquellos que fueron trasladados desde las residencias a los hospitales. La Administración del Estado de Nueva York contabilizó 8.500 muertos en residencias, pero la cifra real asciende a 15.000.

Desde que saltó la primera acusación en diciembre de 2020, a la que se añadieron nuevos testimonios y denuncias en febrero y marzo, la presión contra Cuomo no ha cesado. De nada le ha servido la versión que ofreció en un comunicado hace cinco meses en el que afirmaba que lo que él consideraba “bromas” ha resultado que “herían sensibilidades”. Las pruebas que lo señalan resultan abrumadoras y van más allá de comentarios, puesto que hubo besos no consentidos y tocamientos. Los acercamientos sexuales por parte de un jefe hacia sus subordinadas hoy no se aceptan como simples gajes del oficio. Esta semana la dimisión de su colaboradora más cercana y mano derecha, Melissa DeRosa, subrayó aún más la incongruencia de que Cuomo se mantuviera aferrado a su silla, dispuesto incluso a combatir un impeachment.

Cuomo pasa a ser uno más de la lista de políticos que se han comportado como si todo les fuera permitido. Como el fiscal general Eric Schneiderman, que abandonó su puesto por acusaciones de violencia y abusos. Tres años después del movimiento Me Too, todavía siguen existiendo muchas conductas inaceptables hacia las mujeres que no consiguen ser erradicadas. Pero ahora pasan factura. La salida de Cuomo permite, además, la llegada de la que va a ser la primera gobernadora del Estado de Nueva York, Kathy Hochul. El mundo es definitivamente otro.


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