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De la Casa Rusia a la Casa de los Crímenes de Guerra de Rusia: Ucrania redobla su presencia en Davos

De la Casa Rusia a la Casa de los Crímenes de Guerra de Rusia: Ucrania redobla su presencia en Davos

La propaganda es un arma más en la guerra, en todas las guerras. Y la de Ucrania no es una excepción. El Gobierno de Kiev aprovecha la reunión anual del Foro Económico Mundial (WEF, en sus siglas en inglés) para sumar adeptos a la causa, remover conciencias y, sin duda, bolsillos, la especialidad del Foro de Davos. En esta ocasión con un guiño, o provocación, según se mire, a los habituales del encuentro. En Promenade, la calle principal que cruza la elitista estación de esquí y que durante el WEF se convierte en un continuo escaparate de países, empresas y sectores en busca de inversores, era donde habitualmente el Gobierno de Moscú abría la Casa Rusia, un café reconvertido durante la semana del WEF en un lugar donde los miembros del Gobierno podían mantener encuentros oficiales, donde celebrar alguna cita con la prensa u ofrecer una copa de vodka o champán a los visitantes. En ese mismo espacio, con la misma tipografía, se levanta en esta edición, que comienza este lunes, la denominada como Casa de los Crímenes de Guerra de Rusia.

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El recinto ofrece fotografías proporcionadas por la Asociación Ucrania de Fotógrafos Profesionales de algunas víctimas de los ataques, gente huyendo tras un bombardeo y otras imágenes con especial significado, como la de un Cristo crucificado al que un misil ha arrancado un brazo, pero que difícilmente podrían ser consideradas crímenes de guerra. También hay una pantalla que emite imágenes de los combates que se pueden ver desde la calle y un mapa de Ucrania con un recuento de los civiles fallecidos en los ataques en las principales ciudades hasta el pasado 9 de mayo.

La muestra está patrocinada por la oficina del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, y la Fundación Victor Pinchuk, un oligarca que organiza numerosos eventos en favor de Ucrania en este Foro. Pinchuk, que aparece en el puesto 1.250 de Forbes de los más ricos del mundo, ha hecho buena parte de su fortuna (estimada en 1.244 millones de dólares, según la publicación) construyendo la infraestructura de los gaseoductos y oleoductos rusos, además de producir mineral de hierro y poseer cuatro canales de televisión, entre otras inversiones. También en Promenade, unos metros más allá, junto a lo que suele ser el Casino de Davos cuando los participantes en el WEF se marchan, el Gobierno de Ucrania y de nuevo la fundación de Pinchuk han levantado la Casa de Ucrania.

La Casa de los Crímenes de Guerra de Rusia en Davos. Markus Schreiber (AP)

Los grandes magnates rusos, socios estratégicos del WEF hasta la última edición del Foro de Davos, que se celebró en formato virtual en enero pasado, y que por ello tenían un trato privilegiado por parte de los organizadores, han sido borrados del mapa. Los sancionados y los no sancionados. Pese a los estrechos vínculos que hasta hace nada mantenía el WEF y su fundador, Klaus Schwab, con el Gobierno ruso, incluida una delegación en aquel país, los organizadores han querido evitar toda equidistancia y dejar clara su posición en favor de Ucrania. De hecho, será Zelenski el encargado de pronunciar el discurso de inauguración del Foro, cuya clausura correrá el jueves a cargo del canciller alemán, Olaf Scholz. La Casa de los Crímenes de Guerra de Rusia es el único atisbo ruso en este Davos 2022.

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SuscríbeteEstación de esquí sin nieve

La invasión de Ucrania ha devuelto la geopolítica al primer plano político y económico, y eso se percibe en el programa de este Davos, el primero en persona en más de dos años y que gira alrededor de La historia en un punto de inflexión: políticas públicas y estrategias empresariales. Los más de 2.500 participantes que se dan cita en esta estación de esquí, por primera vez en muchos años sin nieve, van a debatir a lo largo de los próximos cuatro días sobre “los retos más importantes que afronta el mundo, incluida la pandemia, la guerra en Ucrania, los shocks geoeconómicos y el cambio climático”, reza el programa. Eso incluye a los 50 jefes de Estado y de Gobierno que van a pasar por este remoto pueblo suizo y más de 5.000 miembros de las fuerzas de seguridad suizas enviados para que el encuentro se desarrolle sin sorpresas indeseadas por los organizadores.

“El WEF de 2022 va a ser el encuentro anual más oportuno y relevante desde la creación del Foro hace 50 años”, aseguraba estos días Klaus Schwab. “Las circunstancias políticas, económicas y sociales que rodean el encuentro sin duda no tienen precedentes”, remataba. Las perspectivas económicas, en un momento decisivo y lleno de riesgos, ocuparán buena parte de las jornadas.

Por parte española, el presidente Pedro Sánchez, la vicepresidenta Teresa Ribera y los ministros de Exteriores, José Manuel Albares, e Industria, Reyes Maroto, encabezan la parte política de una delegación que incluye a los presidentes y consejeros delegados de algunas de las grandes empresas españolas, como Acciona, BBVA, Iberdrola, Ferrovial o Telefónica, entre otros.

Paseando por Promenade, uno también puede hacerse a la idea de quiénes buscan hacer negocio estos días, el verdadero motivo por el que tantas empresas están dispuestas a pagar una cara inscripción por asistir al WEF cada año. El alquiler de espacios cambia de una edición a otra y allí donde hace dos años, por ejemplo, la industria alrededor del cannabis buscaba atraer inversores, hoy las criptomonedas y la tecnología del blockchain intentan restaurar parte del atractivo que han perdido en Bolsa.

También hay regímenes que buscan ofrecer su cara más amable en estas montañas, como el Café de Arabia Saudí, donde “todo el mundo es bienvenido”, o el Pabellón de Indonesia, que promociona la presidencia del G-20 que este año ostenta el país asiático. En términos de expansión, nadie como la India, que no solo tiene representación del país, sino también de importantes Estados como Andhra Pradesh, Tamil Nadú o Maharastra. Y todo ese espacio cuesta mucho dinero.

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