Desde giras internacionales hasta una película en Netflix, así han pasado el año los doce niños y su entrenador desde que se quedaron atrapados en una cueva en el norte de Tailandia de la que fueron rescatados de manera espectacular más de dos semanas después.
Actualmente, los menores cursan sus estudios en el colegio y el entrenador abrió su propia academia de fútbol en una vuelta a la normalidad, aunque su fama hace que sean reconocidos en todas partes y sus redes sociales atraen a miles o decenas de miles de seguidores.
Este domingo se cumple un año desde aquel 23 de junio en el que los menores -entonces de entre 11 y 16 años- y su tutor, de 25, del equipo de fútbol Los Jabalíes Salvajes se internaron en una gruta en la provincia norteña de Chiang Rai y quedaron atrapados dentro cuando se inundó parcialmente debido a un aguacero.
Conforme pasaron los días sin noticias del grupo, se empezó a temer por sus vidas, pero fueron rescatados “in extremis” por un equipo internacional de buceadores en una operación que fue retransmitida por medios de todo el mundo y los “jabatos” se convirtieron en héroes nacionales.
Debido a sus compromisos comerciales, los niños y el entrenador casi no pueden hablar con la prensa, mientras que una empresa formada por sus padres, 13 Tham Luang (nombre de la cueva), se encarga de velar por sus derechos de imagen.
“Los niños están bien y felices ahora, van a la escuela con normalidad. Dicen que aprendieron mucho después de estar atrapados en la cueva”, indicó a Efe Weerachon Sukhontapatipak, portavoz de la Oficina del Primer Ministro y que también está al frente del comité gubernamental creado para velar por los intereses del grupo.
“Al recibir el apoyo de tantas personas, yo creo que estarán bien siempre”, agregó el portavoz, quien señaló que la productora SK Global aún se encuentra en la fase de preproducción para el proyecto cinematográfico que se emitirá en Netflix.
El filme será dirigido por el director estadounidense Jon M. Chu (“Crazy Rich Asians”) y el tailandés Nattawut Poonpiriya (“Bad Genius”).
El entrenador, Eakapol Chanthawong, ha montado su propia academia de fútbol en Mae Sai, la humilde localidad donde vive cerca de la cueva Tham Luang, y cuenta con más de 183,000 seguidores en su página de Facebook.
Uno de los niños, Phonchai Khamluang, que ha cumplido 17 años, tiene 12,179 seguidores en Facebook y algunas fotos de las que cuelga, como una con el resto de los “jabatos” en el estadio del Manchester United en el Reino Unido o en una plantación de té en Tailandia, provocan más de 3,000 “me gusta”.
Ya se han escrito por lo menos dos libros sobre el rescate, que mantuvo en vilo a Tailandia durante más de dos semanas y generó una ola de generosidad hacia las personas implicadas en el rescate, incluidos monjes y gurús que trataban de localizar telepáticamente al grupo.
Fueron encontrados por dos buzos británicos el 2 de julio en una gruta oscura, donde habían sobrevivido en una ensenada sin alimento y bebiendo el agua que se filtraba por las paredes.
También hacían meditación para calmar los nervios y ahorrar energía, lo que les ayudó a sobrevivir en un ambiente frío y húmedo.
Entre el 8 y 10 de julio, los niños y el entrenador, que no sabían nadar, fueron sedados y sacados de la cueva por buzos a lo largo de grutas parcialmente inundadas a lo largo de 4 kilómetros.
Los buzos necesitaron unas tres horas y media para sacar a cada chico.
Dos meses después, el entrenador y tres de los niños, que eran apátridas pertenecientes a minorías étnicas, recibieron la nacionalidad tailandesa.
Tras su odisea, el grupo viajó invitado a Reino Unido para ver un partido del Manchester United en octubre de ese año, asistieron a los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires y fueron entrevistados por la popular Ellen DeGeneres en su programa en Estados Unidos, entre otros eventos internacionales.
También hay un museo dedicado al rescate con una estatua de bronce del buzo tailandés que falleció en la operación, Saman Kunan.
El lunes, los niños y el entrenador participarán en un ritual budista cerca de la entrada de la cueva para dar gracias por su milagroso rescate.