La pandemia ha puesto de relieve algunos de los puntos más brillantes, y las mayores áreas de necesidad, en el sistema de salud de Estados Unidos. Por un lado, hemos sido testigos de la vitalidad del motor de innovación de Estados Unidos, con contribuciones notables de científicos y empresas estadounidenses para vacunas y tratamientos.
Por otro lado, la pandemia ha puesto de relieve tanto los desafíos de distribución como las ineficiencias de costos del sistema de salud, que ahora representa casi una quinta parte de nuestro PIB, mucho más que cualquier otro país, pero está por detrás de muchas otras naciones desarrolladas en cuanto a resultados clínicos.
Muchos de estos desafíos se derivan de la falta de alineación entre los modelos de pago e incentivos, así como de una dependencia excesiva de los hospitales como centros para la prestación de atención. Un tercio de los costos de la atención médica se realiza en hospitales, aunque los modelos domiciliarios pueden ser más efectivos y asequibles. Además, la mayoría de los proveedores dependen del pago por servicio en lugar de los arreglos de atención preventiva.
Estos factores se combinan para hacer que la atención en este país sea reactiva, transaccional e ineficiente. Podemos mejorar tanto los resultados como los costos al trasladar la atención del hospital al lugar donde comenzó: en casa.
En este momento, la atención domiciliaria representa solo el 3% del mercado de la atención médica. Predecimos que crecerá al 10% o más en la próxima década.
La atención domiciliaria no es nada nuevo. En la década de 1930, más del 40% de los encuentros médico-paciente se llevaban a cabo en el hogar, pero en la década de 1980, esa cifra se redujo a menos del 1%, impulsada por cambios en la economía y las tecnologías de la salud que llevaron al modelo actual de atención hospitalaria dominante.
Ese cambio de 50 años consolidó costos, centralizó el acceso a diagnósticos y tratamientos especializados y creó centros de excelencia. También creó una transición de la atención proactiva a la reactiva, eliminando la relación longitudinal entre el paciente y el proveedor. En el sistema actual, los pacientes a menudo son diagnosticados y reciben tratamiento de médicos individuales que no se consultan entre sí. Estos tratamientos altamente aislados a menudo se llevan a cabo solo después de que el paciente necesita atención de emergencia. Esto genera mayores costos y peores resultados.
Ahí es donde la atención domiciliaria puede ayudar. En este momento, la atención domiciliaria representa solo el 3% del mercado de la atención médica. Predecimos que crecerá al 10% o más en la próxima década. Este crecimiento mejorará la experiencia del paciente, logrará mejores resultados clínicos y reducirá los costos de atención médica.
Para realizar estas mejoras, las estrategias de atención médica en el hogar deberán aprovechar la tecnología de próxima generación y las estrategias de atención basadas en el valor. Afortunadamente, la ventana de oportunidad para el cambio está abierta en este momento.
Cinco factores que impulsan la oportunidad de cambio
En los últimos años, cinco innovaciones importantes han creado nuevos incentivos para impulsar cambios drásticos en la forma en que se brinda la atención.
Tecnologías como la monitorización remota de pacientes (RPM) y la telemedicina han madurado hasta un punto que se pueden implementar a escala. Estas tecnologías permiten a los proveedores gestionar de forma remota a los pacientes en una relación proactiva a largo plazo desde la comodidad de sus hogares y a un coste reducido.
Source link