Una marea roja, el color de la Liga Nacional para la Democracia (NLD, por sus siglas en inglés), ha tomado este domingo las calles en Yangón, la mayor ciudad de Myanmar (antigua Birmania), y en otras urbes del país. “¡Queremos democracia! ¡No queremos una dictadura militar!”, coreaban decenas de miles de manifestantes, que pedían también la liberación de la líder de esa formación y jefa de facto del Gobierno civil, Aung San Suu Kyi, desaparecida de la escena pública desde que fue detenida el pasado lunes por los militares durante un golpe de Estado. En la tarde de este domingo se reactivó el acceso a Internet, bloqueado desde el sábado, una medida que encendió aún más los ánimos entre la población.
En el segundo día de manifestaciones de grandes dimensiones, la multitud, pertrechada con globos, banderas rojas y fotos de Aung San Suu Kyi, desafió a las autoridades militares pidiendo la restauración de la democracia. “No queremos una dictadura para la siguiente generación”, enfatizó Thaw Zin, de 21 años, en Yangón, la antigua capital birmana. “No terminaremos esta revolución hasta que hagamos historia. Lucharemos hasta el final”, advertía con orgullo, en declaraciones recogidas por la agencia AFP.
En tono pacífico pero firme, los miles y miles de manifestantes, que se multiplicaron en número desde el sábado, repetían consignas con un denominador común: no aceptan el golpe de Estado que el pasado lunes expulsó del poder a Aung San Suu Kyi, cuya formación venció por goleada los comicios de noviembre, y reimpuso una dictadura militar que aisló a Myanmar de la comunidad internacional durante décadas (1962-2011). “No podemos aceptar el golpe. Este es nuestro futuro. Tenemos que salir a protestar”, señalaba por su parte también a AFP un joven de 22 años.
El restablecimiento de los servicios de Internet este domingo, tras 24 horas de bloqueo por los militares, facilitó la retransmisión de las protestas a través de las redes sociales, así como la comunicación entre sus participantes. Los clientes de las teleoperadoras MPT, Ooredoo, Telenor y Mytel pudieron conectarse a Internet a través del móvil a partir de las dos del mediodía, hora local (8.30 hora peninsular española).
“Inicialmente, la gente esperaba que los militares les escucharan, luego cortaron Internet. Eso es lo que nos ha sacado a la calle”, explicaba un estudiante que participaba en las protestas de Yangón, según el medio japonés Nikkei. “Suu Kyi es una líder que todo el mundo respeta, y no podemos aceptar esta situación. En una democracia, hay que escuchar a la población”, añadía.
Aung San Suu Kyi, de 75 años, se enfrenta a tres años de cárcel por violar la ley de importación y exportación al supuestamente adquirir en el extranjero unos aparatos de rastreo de ondas de radio (unos walkie-talkies). Su abogado asegura que no ha podido ver aún a la Nobel de la Paz, que está detenida en su casa hasta el 15 de febrero mientras supuestamente se investiga su caso. Suu Kyi pasó casi 15 años bajo arresto domiciliario hasta el inicio de la transición democrática en 2011.
Hasta el fin de semana, las muestras de descontento con el golpe habían sido más sutiles; desde caceroladas hasta cánticos o toques de claxon, pero el sábado, y sobre todo este domingo, la indignación se ha hecho explícita. Las mayores protestas han tenido lugar en Yangón, donde la ONU estima que han participado unas 60.000 personas, mientras unas 1.000 se congregaron en la capital, Naypyidaw, y otras tantas en Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, y en otras localidades más pequeñas.
En Yangón, centenares de personas se reunieron frente al Ayuntamiento mostrando el saludo de tres dedos, inspirado en la saga de Los juegos del hambre y muy popularizado en la región por las protestas prodemocracia que han tenido lugar durante meses en la vecina Tailandia. Los manifestantes marcharon hacia la pagoda de Sule, en pleno corazón de Yangón y uno de los puntos clave de las protestas de 2007, protagonizadas sobre todo por monjes budistas, contra el régimen militar de entonces. Al menos tres monjes murieron por disparos del Ejército en aquella movilización de hace 14 años.
Por el momento, la junta militar, liderada por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Min Aung Hlaing, no se ha pronunciado públicamente sobre las protestas, que se han desarrollado de modo pacífico. Más de 160 personas, entre ellas Suu Kyi y el presidente Win Mynt, han sido detenidas desde que el Ejército tomó el control el pasado lunes, según Thomas Andrews, el relator especial de la ONU para Myanmar. “El Ejército y la policía deben garantizar que el derecho a reunirse pacíficamente sea respetado y los manifestantes no sean objeto de represión”, ha subrayado la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos.
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