La Escuela Número 19 de Makiivka se convirtió esta Nochevieja en la tumba de decenas —o centenares— de soldados rusos. Makiivka es una ciudad minera en la periferia de Donetsk, capital de provincia, zona del este de Ucrania ocupada por Rusia desde 2014. En la Escuela 19, donde también se almacenaban kilos de munición, estaba concentrado aquella noche un batallón de la última hornada de soldados reclutados por Moscú el pasado otoño. Un ataque ucranio con artillería Himars destruyó el colegio reconvertido en base, causando la muerte de hasta 400 militares rusos, según el Estado Mayor ucranio. El ministerio de Defensa ruso rebaja la cifra a 63 pero otras fuentes próximas al ejército invasor estiman que el número de fallecidos es cercano a los 200 reclutas.
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Kiev asegura que habría conseguido dar el golpe más letal en la guerra. Así sería aunque la cifra real fuera a caballo entre las estimaciones de los 400 muertos del ejército ucranio y los 63 de Moscú, es decir, en torno a los 200 soldados liquidados. El Ministerio de Defensa ruso, en su boletín diario, añadió este lunes que sus bombardeos habían eliminado a 70 soldados de la legión extranjera ucrania en tres bases de la provincia de Járkov y de Donetsk. El Estado Mayor ucranio no aportó información sobre ello.
El ataque ha provocado una cascada de críticas por parte de analistas rusos que siguen a las tropas invasoras porque consideran que se ha producido una grave negligencia. La agencia estatal rusa TASS informó, citando a las autoridades militares locales de Donetsk, que las Fuerzas Armadas ucranias pudieron identificar el objetivo gracias a la elevada concentración de señales de teléfonos móviles en el edificio.
El Ministerio de Defensa ruso ha confirmado que la base fue bombardeada con artillería de precisión Himars, una de las armas clave en la contraofensiva ucrania y suministrada por los Estados Unidos. Los Himars, con un radio de acción de 80 kilómetros, han sido la pesadilla de la retaguardia rusa porque han causado múltiples interrupciones en la cadena de suministro de armas y equipación militar, forzando que las tropas de Moscú alejen todavía más del frente sus arsenales.
Las precauciones contra los Himars no fueron aplicadas en Makiivka. Los videos compartidos en las redes sociales por vecinos de la ciudad muestran que la explosión de la base se produjo en la medianoche del 1 de enero y que la detonación fue tan fuerte que los cuerpos de varios militares salieron proyectados decenas de metros. Las imágenes difundidas por los medios rusos confirman que el cuartel quedó arrasado.
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Igor Girkin, veterano oficial ruso de la guerra en el Donbás condenado por la justicia internacional, publicó el 1 de enero un texto en el que estimaba el número de fallecidos en 200. Girkin criticó “la incapacidad de formarse de los generales [rusos]” por permitir tal concentración de unidades y porque Ucrania ha demostrado la efectividad de los Himars. Destacados canales de Telegram de militares rusos en el frente añadían que como mínimo murieron 100 soldados. The Grey Zone, una de las cuentas de Telegram de referencia dentro del ejército ruso en Ucrania, informó que como mucho podía haber reunidos en el edificio 150 militares, y que el número de muertos serían 130. The Gray Zone y Sasha Kots, periodista ruso que acompaña al ejército invasor, han dado voz al malestar entre las tropas porque consideran que se está culpando a los soldados por no haber desconectado sus móviles.
Ucrania consiguió asestar un golpe similar el pasado octubre en la región de Jersón, al sur del país, cuando destruyó un cuartel de las fuerzas chechenas rusas, provocando no menos de 40 muertos, según las Fuerzas Armadas ucranias. Rusia, por su parte, afirmó que el pasado agosto liquidó a 200 soldados ucranios en el municipio ferroviario de Chaplino, en la provincia de Dnipró. Las autoridades de Kiev nunca admitieron que allí hubiese soldados, pero los testimonios entrevistados por en el lugar confirmaron que sí hubo decenas de militares muertos. En marzo de 2022, pocas semanas tras el inicio de la invasión, Rusia bombardeó un cuartel en la provincia de Mikolaiv en el que perdieron la vida entre 40 y 100 reclutas, según recogió la agencia AFP.
El ataque en Makiivka coincidió con un ataque ruso a gran escala contra Kiev con misiles y drones bomba. Desde la tarde del 31 de diciembre, las fuerzas aéreas rusas han castigado sin cesar la capital ucrania. La madrugada del 2 enero volvió a ser de angustia y miedo en la ciudad con la llegada de más de 20 drones shahed. Las explosiones se repitieron hasta pasadas las tres de la madrugada. Los vehículos no tripulados fueron en su gran mayoría abatidos por las defensas aéreas, pero alguno dieron en sus objetivos y la red energética volvió a sufrir desperfectos que han provocado nuevos cortes de luz durante el lunes.
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