Miriam Pérez Martínez y sus cuatro hijas lograron llegar a Estados Unidos después de dos meses y miles de millas recorridas desde su natal Honduras hasta la frontera de Estados Unidos, donde pidió asilo político.
La familia comenzó su viaje el pasado 14 de octubre y caminaron por un mes para llegar a Tijuana, en donde permanecieron en un albergue otros 30 días. Las amenazas de muerte por parte de las pandillas las llevaron a sumarse a la caravana.
Hasta hace pocos días, cuando decidieron saltar el muro fronterizo. Fue su último recurso para solicitar asilo en Estados Unidos.
“Tenía miedo pero la verdad también estaba feliz porque al mirar que nos iban a agarrar, yo sabía que iba a estar con mi familia”, cuanta Pérez Martínez.
La familia, compuesta por la madre y sus cuatro hijas, con edades entre ocho y quince años, había intentado entrar caminando pero todo resultó infructuoso.
“Tres veces fuimos e intentamos entrar en la línea, pero no nos aceptaron. Nos rechazaban y nos decían que nos saliéramos”, dice Pérez Martínez.
Madre e hija fueron detenidas el lunes por agentes de la patrulla fronteriza en San Ysidro al ser interceptadas por la Patrulla Fronteriza.
Fueron colocadas en un centro de detención hasta miércoles 12 de diciembre, cuando se reunieron con sus familiares al ser liberadas.
Pérez Martínez fue dejada en libertad con un grillete electrónico en el tobillo y su estadía en el país depende de la benevolencia de un juez, a quien deberá enfrentar el 26 de diciembre y el 31 de enero.
Pero la familia carece de recursos para contratar a un abogado que los represente. Sin embargo, un representante legal de CHIRLA los contacto para ofrecerles asesoría legal.
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