La vida como elección continua es una revelación temprana en las fases del ser humano. En la mayoría de los casos, sin embargo, el peso de las consecuencias del que hablaba Jean Paul Sartre no se hace notar hasta la edad adulta. Una etapa —también de eso va la madurez— en la que empezamos a llenar nuestro propio carrito de la compra. Enfrentarse a los lineales del supermercado requiere la capacidad de observación de un ave rapaz, el conocimiento de un científico y la paciencia de un sabio. Eso, o leer esta breve guía con algunas “trampas” de los alimentos para no acabar comiendo un sándwich de almidón, peleando con un pulpo que es un calamar o mojando zanahorias en hummus sin garbanzos.
Aceitunas que no engorden (tanto)
Son tan sabrosas que hay hasta quien las toma en tortilla. ¿Su principal nutriente? La grasa, el 70% monoinsaturada (es decir, una de las buenas).
En qué te tienes que fijar… Si buscas ajustar la cuenta de las kilocalorías (no siempre es necesario, porque rara vez se consumen en grandes cantidades: 40 gramos es la ración normal), decántate siempre por las verdes (tienen la mitad de calorías que las negras, y la misma reducción en lípidos).
El valor premium. Revisa a conciencia la lata. Existen tres categorías para las aceitunas: enteras, deshuesadas o rellenas. La extra indica defectos mínimos en textura, aspecto de la piel y presentación (como un relleno incompleto).
Una bebida vegetal saludable
De la soja (bebida de legumbres) a las almendras (de frutos secos), pasando por el cáñamo (de semillas), las opciones se multiplican (también las hay de cereales, frutas y frutos secos). Pero ni todas son igual de nutritivas ni saben igual de bien.
Si no quieres arriesgar… El paladar suele decantarse por la de soja, debido a su parecido a la leche de vaca; es la que mejor aguanta la comparación si se le añade café. También agradece la de arroz y avena porque resultan muy dulces. En cambio, las de alpiste o espelta saben un poco a hierba.
Cuidado con… El azúcar añadido. “Que su elección no tenga más de entre 2 y 4 gramos por cada 100 mililitros”, advierte Arantza Muñoz, técnico superior en dietética especializada en nutrición vegetariana. “Y, en el caso de las de cereales, la leyenda ‘sin azúcar añadido’ no basta, porque ya llevan mucho de manera natural, por lo que personas con diabetes o resistencia a la insulina no deberían tomarlas”, añade.
El valor premium. Que vengan enriquecidas con calcio y vitamina D, “así igualan las propiedades nutricionales de la leche de vaca”.
El error recurrente. Pensar que las de frutos secos son ricas en proteínas y fibra, pues se pierde todo con el filtrado. “Si la queremos como sustituta de la leche, la de soja va a ser siempre la mejor alternativa”, zanja la experta.
El mejor hummus envasado del supermercado
Esta crema es uno de esos procesados que gozan de buena fama. Los fabricantes lo saben y experimentan sin pudor con las recetas, que a las que se añaden ingredientes como las lentejas, la zanahoria y el aguacate. Pero donde se ponga el clásico…
En qué te tienes que fijar… La cantidad de garbanzos, que está indicada en la etiqueta. Hay marcas que alcanzan el 88%, pero otras racanean y no llegan ni al 40%. “Como legumbre, es una importante fuente de proteína de elevada calidad, y tiene una cantidad de grasa muy limitada”, dice Beatriz Beltrán, miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética.
Cuidado con… Dar por hecho que si contiene aceite de oliva entre sus ingredientes es la mejor opción. Según Beltrán, hay que decantarse por el que tenga más fibra y menos grasa. “A no ser que sea 100% aceite de oliva virgen extra”.
No temas a… La siglas extrañas que aparecen en la parte baja de la lista de ingredientes. No hay evidencia de que aditivos como E-202 deban alejarnos de su consumo, según determinan rigurosas agencias oficiales.
Un jamón de York auténtico
Distingue entre jamón cocido, fiambre y magro de cerdo, aunque solo sea porque uno de ellos puede hasta llevar carne de otros animales…
De qué estamos hablando. El jamón de York empaquetado es, en su versión ortodoxa, carne cocida en lonchas que proviene de partes traseras del cerdo. Según la Base de Datos Española de Composición de Alimentos, es rico en sal y en proteínas, solo contiene un 3% de grasa. Apenas supera las 115 calorías por 100 gramos.
Los impostores. Hay productos que, con la misma apariencia, son en realidad magro de cerdo y fiambre del jamón, la paleta o del propio magro (con féculas añadidas en el caso de estas tres últimas). La ley permite que el embutido se despache en todas estas fórmulas, siempre que se indique en el paquete.
En qué te tienes que fijar… En la aparición de tres palabras mágicas: Jamón Cocido Extra. También guardan cierto parecido a la receta original las denominaciones Paleta Cocida Extra, Jamón Cocido o Paleta Cocida.
El valor premium. Que el porcentaje de carne sea lo más alto posible. “Por norma general, suele ser del 50%”, dice Aitor Sánchez, autor del libro y blog Mi dieta cojea. Pero hay marcas empaquetadas que rondan el 80%.
El falso amigo. El reclamo “extra jugoso”, pues no suele tener nada que ver con la calidad del jamón, sino que solo indica que se han añadido agentes capaces de retener agua, explica el tecnólogo de los alimentos Miguel Ángel Lurueña.
Café amargo o con un poco más de cafeína
Suele pensarse que cuanto más oscuro es, más amargo y cargado de cafeína está. Pero solo es una verdad a medias.
Hay que fijarse en… El tipo de tueste: natural, torrefacto y mezcla. Si lo quieres más cargado opta por el de tueste natural, con un 0,7% de cafeína. En el torrefacto, más oscuro y amargo por la caramelización del azúcar durante el tueste, el aporte de cafeína es ligeramente inferior.
Cómo potenciarlo en casa. Si te decantas por el café amargo y lo prefieres con leche, procura que esta esté hirviendo en el momento de verterla, pues potencia los matices. Atención al tiempo de infusión; por aguado que esté, si es de elaboración lenta (puchero o pota) podrías acabar pasando la noche en vela, pues la cafeína se desprende con el agua. Si buscas ponerte como una moto, no descartes los posos de la cafetera con el tipo de tueste natural (eso sí: no esperes nada exquisito).
Para encontrar un queso que sí lo es…
Este alimento existe desde tiempos inmemoriales y la pericia de generaciones de queseros españoles nos ha hecho unos expertos en el arte de elaborar el queso. ¿Qué podía salir mal a la hora de elegir? Pues que mucho de lo que se vende empaquetado no es más que almidón…
En qué te tienes que fijar… Ha de poner la palabra “queso” en el paquete. A veces se reemplaza por descripciones como “para gratinar” y “sándwich”… El envoltorio juega con la imagen del producto y simplemente le añade la utilidad que está buscando darle, pero nunca menciona que aquello que te quieren vender sea queso. Si miras los ingredientes verás que sobre todo contiene almidón, agua, grasa vegetal y lactosuero.
Cuidado con… El rallado, un producto en el que son habituales estas artimañas. La ley fija que, en estos preparados, la cantidad de queso ha de ser como mínimo del 35% (a partir del 60%, en el resto de productos). Los sucedáneos suelen usar menos microorganismos naturales y contener una mayor cantidad de grasas industriales. Leer la etiqueta no es tiempo perdido.
… y un pulpo que no sea un ‘fake’
Teniendo Galicia tan a mano, que uno tenga que aprender a diferenciar el pulpo del potón…
En qué te tienes que fijar… De nuevo, en la etiqueta. Sobre todo si va troceado, como en el caso de los tentáculos, pues el aspecto es igual al del calamar gigante del Pacífico o potón. Ambos son comestibles y saludables, pero el pulpo gana por goleada. También es más caro.
Cuidado con… Una vez identificada la especie, si lo vas a comprar fresco, que sepas que hace falta cierta pericia en la cocina para eviscerar y que la cantidad que adquieras quedará mermada tras la cocción (con un ejemplar de 1,5 kilos hay para 4 raciones).
No desprecies… Las opciones refrigeradas y congeladas. Con la primera se evita la cocción, y no siempre es fácil lograr que quede en su punto. En la segunda viene limpio y es más sencilla de cocinar, pues la rotura de fibras ablanda el producto.
Una hidratante de manos para estos tiempos
Lavarnos las manos con tanta frecuencia pasa factura a la capa más externa de la piel, que se debilita y da lugar a la aparición de heridas y pellejos. Bien lo saben los médicos.
En qué te tienes que fijar… Que aparezcan los ingredientes básicos: figuran en el INCI, el equivalente a las etiquetas alimentarias en la cosmética. Según Cristina Carvajal, química y autora del libro Inteligencia Cosmética (Arcopress), para tener unas manos de seda estos son los esenciales: hidratantes (aceites, ésteres o siliconas), oclusivos (como manteca de karité, ceras o ceramidas), emolientes (sorbitol y silicona: calman la sensación de escozor) y humectantes (glicerina, urea y ácido hialurónico).
El valor premium. Hay ingredientes que aceleran la reparación, y hay que buscarlos deliberadamente en el bote. A saber: pantenol (o provitamina B5), bisabolol, vitamina E y rosa mosqueta. Las leyendas “cicatrizante” o “reparadora” son un buen augurio.
No temas a… Cualquier referencia a la química. Es más, para que una crema hidratante penetre bien en la piel necesita mucho de estos procesos, según Lorea Bagazgoitia, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Y, cuanta más investigación, más probable es que la fórmula lleve tecnologías de acción retardada para que los efectos del cosmético duren más. Sí, ejem, hay que pagarlo.
Un gel hidroalcohólico que proteja
Son la solución perfecta para desinfectarte las manos cuando no dispones de agua y jabón. Pero no todos los hidrogeles acaban con el coronavirus SARS-CoV-2.
En qué te tienes que fijar… “Hay que saber diferenciar si queremos limpiar las manos o desinfectarlas. Para acabar con el virus es importante usar una solución antiséptica”, exhorta el decano del Colegio de Químicos de Madrid, Ricardo Díaz. Para ello, lo primero es constatar que pertenece a la categoría de biocidas y tiene una concentración de al menos el 70% de alcohol. Luego basta con que tenga agua y glicerina.
Cuidado con… Si tienes eccemas, piel hipersensible o atópica, en cuyo caso, tanto el químico como el dermatólogo José Manuel Carrascosa coinciden en que deberías buscar una solución que no te afecte tanto, “con el mínimo porcentaje de alcohol posible, más geles protectores y a medida de tus necesidades”.
Para el resto… No son estrictamente necesarias ninguna de las virguerías que añaden los fabricantes, como aroma de limón, aceites o aloe vera para dar sensación gelificante o antisépticos complementarios como cloruro de belfaconio, que lo que hacen es subir el precio.
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