Dos periodistas católicos que colaboran con la diócesis nicaragüense de Matagalpa fueron aprehendidos la noche del domingo por la Policía de Nicaragua, denunciaron este lunes diversas fuentes.
Los arrestados son Manuel Antonio Obando Cortedano, jefe de medios de la diócesis de Matagalpa (norte), y Wilberto Artola, periodista del canal digital TV Merced, de esa misma diócesis, que dirige el obispo Rolando Álvarez, quien se encuentra detenido desde el pasado 19 de agosto.
“Denunciamos el secuestro de Manuel Antonio Obando Cortedano y Wilberto Artola, ambos periodistas de la Diócesis de Matagalpa, en horas de la noche de ayer domingo 11 de diciembre de 2022”, informó la opositora Articulación de Movimientos Sociales (AMS) en Twitter.
“Desde la AMS exigimos su liberación inmediata y la de todas las personas presas políticas”, agregó.
Por su lado, el denominado organismo Monitoreo Azul y Blanco, un grupo que da seguimiento, sistematiza y denuncia las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua, denunció que Obando Cortedano fue detenido al anochecer del domingo cuando regresaba a su hogar en la ciudad de Matagalpa.
“Demandamos el respeto a su integridad física y su liberación inmediata”, abogó.
Ese periodista acompañaba en las giras pastorales al obispo Álvarez, y era uno de los que estaba a cargo de las publicaciones de la diócesis de Matagalpa, desde donde se pedía orar por la liberación del jerarca católico y de otros sacerdotes.
En el caso del periodista Artola, trabajaba para el canal TV Merced, que se transmitía por cable y fue clausurado el pasado 27 de junio por orden del estatal Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor).
Hasta ahora la Policía de Nicaragua no ha explicado los motivos de las detenciones de los dos comunicadores católicos.
En septiembre pasado, la Fiscalía de Nicaragua acusó ante un juez a cuatro sacerdotes, dos seminaristas y un camarógrafo de la diócesis de Matagalpa, quienes están en la cárcel desde el 19 de agosto pasado, para responder por los presuntos delitos de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense.
Ese grupo de religiosos y laicos, junto al obispo Álvarez, fueron sustraídos la madrugada del viernes 19 de agosto por agentes policiales del palacio episcopal de la diócesis de Matagalpa, después de haber estado 15 días confinados, y desde entonces se encuentran en la cárcel policial “El Chipote”, oficialmente conocida como la Dirección de Auxilio Judicial, con excepción del obispo.
Álvarez, de 56 años y obispo de la diócesis de Matagalpa, administrador apostólico de la diócesis de Estelí, ambas en el norte de Nicaragua, y quien se encuentra desde entonces bajo “resguardo domiciliar” en Managua, según la Policía Nacional, no ha sido formalmente acusado.
La Policía de Nicaragua, que dirige Francisco Díaz, consuegro del presidente Daniel Ortega, acusa al jerarca y a sus colaboradores de intentar “organizar grupos violentos”, supuestamente “con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”.
En octubre pasado, Ortega arremetió contra la Iglesia católica que dirige el papa Francisco, la acusó de no practicar la democracia, de ser una “dictadura” y una “tiranía perfecta” y de haber utilizado “a sus obispos en Nicaragua para dar un golpe de Estado” a su Gobierno en el marco de las manifestaciones que estallaron en abril de 2018 por unas controvertidas reformas a la seguridad social.
El arresto de Álvarez y otros siete sacerdotes, y ahora dos de sus colaboradores, es el capítulo más reciente de un último año especialmente convulso para la Iglesia católica de Nicaragua con el Gobierno de Ortega, quien ha tildado de “golpistas” y “terroristas” a los jerarcas.
Las relaciones entre los sandinistas y la Iglesia católica de Nicaragua han estado marcadas por roces y desconfianzas en los últimos 43 años.
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