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Macedonia del Norte dinamitó la repesca del Mundial de Qatar eliminando a Italia de la semifinal. Con un gol de Trajkovski en el minuto 92, de tiro cruzado después de recoger una prolongación de Miovski, los macedonios explotaron la ocasión más favorable que encontraron y desempataron un 0-0 que parecía grabado en piedra en el marcador del estadio de Palermo. Se abrió así el telón de una de las mayores tragedias de la historia del fútbol de selecciones. Italia, tetracampeona de la Copa del Mundo y vigente campeona de la Eurocopa, se quedó fuera del segundo Mundial consecutivo después de haber acudido a todas las ediciones desde 1958. Ahora Macedonia del Norte, que nunca ha acudido a una fase final, disputará el billete de su repesca el próximo martes con Portugal, que venció a Turquía (3-1) en Oporto.
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Gianluigi Donnarumma, Gianluca Mancini (Chiellini, min. 89), Florenzi, Emerson, Alessandro Bastoni, Verratti, Jorginho , Barella (Sandro Tonali, min. 76), Insigne (Giacomo Raspadori, min. 63), Immobile (Lorenzo Pellegrini, min. 76) y Berardi (João Pedro, min. 88)
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Dimitrievski, Alioski, Ristovski, Musliu, Velkovski (Ristevski, min. 85), A. Trajkovski, Enis Bardhi, Churlinov, Ademi (Askovski, min. 58), Boban Nikolov (Spirovski, min. 58) y Milan Ristovski (Bojan Miovski, min. 71)
Goles 0-1 min. 91: A. Trajkovski.
Tarjetas amarillas Velkovski (min. 79)
“En julio pasado viví la gloria más bella de mi carrera”, lamentó Roberto Mancini, tras la eliminación. “Ahora he vivido la desilusión más grande”. El seleccionador italiano fue el autor del resurgimiento que supuso conducir al equipo desde la depresión, tras quedar fuera del Mundial de Rusia en 2018, a lo más alto del podio con la conquista de la Eurocopa en Wembley. En el recorrido, Italia completó una revolución futbolística. Inhibiéndose de los viejos procedimientos de catenaccio y contragolpe, Mancini convenció a sus jugadores de que la vía del éxito discurría por el juego elaborado del primero al último cuarto del campo. Para culminar esta hazaña contracultural, el cuerpo técnico debió sufrir la erosión de gran parte de la industria del calcio, refractaria al cambio desde el principio.
Portugal se disponía a enfrentarse a Italia en el que se anunciaba como el gran duelo de la repesca europea. El partido de Oporto, el próximo martes, se anunciaba como una final cuyo resultado sería inevitablemente cruel. Pero el drama se precipitó mucho antes. Italia, lastrada por la lesión de Chiesa, la baja forma de Chiellini y Bonucci, y la inconsistencia en la que anda embarcado Verratti, no consiguió destacarse por nada en Palermo.
Atenazados por una presión ambiental insoportable, aturdidos por la idea del fracaso, los jugadores italianos ni presionaron con determinación ni gozaron de lucidez en la circulación, ni imaginaron nada digno de un buen ataque en la lluvia de centros que desataron sobre los pesados infantes de la defensa macedonia, siempre vencedores en la acción directa contra el poderoso Ciro Immobile. Dominaron. Sí. Mandaron en la dimensión estadística, que señaló 32 remates a favor por cuatro en contra. Pero sin jugar bien. Haciéndolo todo de un modo atropellado que progresivamente, con el paso de los minutos, no hacía más que revelar falta de confianza. Las condiciones del accidente estaban dispuestas cuando Trajkovski, en el arrebato de un contragolpe cualquiera, cantó gol en el 92. Ni la estirada del largo Donnarumma interrumpió la trayectoria rasante del balón hacia el palo más lejano.
“El fútbol es así”, dijo Mancini. “A veces ocurren cosas increíbles. Me cuesta analizar este partido. La victoria en la Euro ha sido merecida. La fortuna que nos acompañó se ha convertido en mala suerte total. No debimos llegar a este punto. No sé qué será de mi futuro. Ahora la desilusión es demasiado grande”.
El empate ante Suiza, en el último partido de la fase regular de clasificación, clasificó a los helvéticos por la vía directa y condenó a los italianos al tormento de otra repesca. “Nunca olvidaré los dos penaltis que fallé”, dijo Jorginho al salir del estadio de Palermo, evocando los tiros malogrados ante Suiza en Basilea (0-0) y en Roma (1-1); “me pesa no haber podido ayudar al equipo”.
“Debemos hacernos muchas preguntas”, balbuceó Marco Verratti. “Esto no ha salido bien. Ese gol de Trajkovski ha sido una pesadilla, una locura”
La presión psicológica se alió con los macedonios y deshizo a los jugadores italianos, campeones de Europa en verano e incapaces al cabo del invierno de sobreponerse al miedo a repetir el fracaso de 2018.
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