A lo largo de tu vida seguramente hayas visto varios desiertos, si no en persona en fotografías, documentales, películas… enormes superficies repletas de arena sin agua y que son realmente espectaculares para la vista. Hoy te contamos cómo se forman los desiertos y qué peculiaridades tienen estos paisajes tan singulares y especiales.
La principal característica de los desiertos es que son grandes extensiones de arena que cuentan con un clima extremadamente seco y ciertas particularidades climatológicas que lo hacen más seco aún, ya que suele hacer mucho calor en ellos durante el día, y mucho frío por la noche. Tal es la sequedad en ellos que se calcula que reciben menos de 25 cm cúbicos de nieve o lluvia al año.
Así se forman los desiertos
La gran mayoría de los desiertos se forman en zonas subtropicales de alta presión debido a los cinturones de viento ecuatorial, con un aire caliente que va en aumento y al descender en los trópicos es muy seco. También se pueden formar en zonas rodeadas por montañas, ya que estas ejercen de barrera e impiden que la lluvia llegue a las partes planas.
Hay desiertos, como los formados en la costa suroeste de África y América del Sur, que se han producido por las corrientes frías oceánicas, mientras que otros como los desiertos de nieve y hielo que hay en la Antártida y cuya formación es similar a la de los glaciares.
Aunque lo habitual es que un desierto lo forme la propia naturaleza, hay algunos casos que han sido formados por el hombre, como es el caso de la deforestación, ya que al no haber árboles hay una erosión eólica que, de actuar, hará imposible que las plantas se puedan regenerar.
Con más de 13 millones de kilómetros cuadrados, el desierto Antártico es el desierto de mayor extensión del mundo, siendo el del Sáhara el más grande de cuantos hay de arena con más de 9 millones de km2.
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