Descubre la historia real de las brujas de Zugarramurdi

Las brujas de Zugarramurdi fue el caso más famoso de brujería en nuestro país. Este caso sigue vivo y se recuerdan los ecos de aquellas seis mujeres que se quemaron vivas y las cinco abrasadas en su efigie al haber muerto antes. La película de Álex de la Iglesia de hace unos años llevó a la fama este suceso para el gran público.

Un hecho de nuestra historia

Corría 1608 cuando Enrique IV el rey francés ferviente católico, hizo una cruzada en lo personal, al eliminar en sus tierras todo vestigio que hubiera de hechicerías y brujerías. Se desplegó un gran ejército de hombres y jueces que iban en pos de buscar a las brujas.

Tanto despliegue motivo que muchas mujeres decidieran huir de Francia temerosas de ser perseguidas o ajusticiadas por cualquier sospechas que vieran en ellas cualquier atisbo o rumor de actos favorables al Diablo.

Algunas llegaron  a sus pueblos natales, como una que llegó a Zugarramurdi. Una población donde también había muchas habladurías y acusaciones de unos a otros. María de Jurateguía acusó a otras mujeres de hacer ritos extraños y otras personas le acusaron a ellas. Todo esto llego incluso a oídos de la Inquisición.

Al final ella se derrumbó confesando ser bruja desde que era niña. La presión de los interrogatorios le obligó a dar nombres, donde se habló de otras personas del pueblo, con los que salía por la noche a buscar plantas milagrosas, buscar sapos y otras artes. Al final todos los acusados terminaron encarcelados por la Inquisición.

El proceso inquisitorial

El encargado de la investigación de Zugarramurdi, Juan Valle Alvarado. Los brujos y brujas solían reunirse en el Mongastón (el prado del Cabrón), junto a una cueva con un túnel subterráneo , en la que había una cateral de culto satánico.

Junio de 1610, los inquisidores del tribunal de la ciudad de Logroño decidieron condenar como culpables los 29 acusados. El Inquisidor Alfonso de Salazar votó contra de la condena de María de Arburu por falta de pruebas, así como de otros diez. Las dudas las redactó en un informe que todavía se conserva y donde dice  “Cometimos culpa al no reconocer la ambigüedad de la materia. Cometimos defectos en la fidelidad y el recto modo de proceder…”.

El 7 de noviembre de 1610 se celebró el «auto de fe» donde las once supuestas brujas terminaron ardiendo en la plaza mayor, aunque de ellas, cinco ya estaban muertas por torturas o suicidio.

A fin de proteger la plaza de las garras del mal y la sombra del demonio, la Iglesia terminaría decidiendo alzar 10 cruces por un tiempo para proteger al pueblo de aquel ajusticiamiento que se hizo famoso en toda Europa.


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