Simone Weil, nacida en 1909 en Francia y fallecida en 1943 en Kent, Inglaterra, fue una filósofa francesa.
Estudió filosofía y literatura clásica, y se declaró como pacifista radical y posteriormente ejerció como sindicalista revolucionaria. Conocemos más qué pensaba a través de las frases de Simone Weil.
La herencia del Terror, por un lado, y la influencia del ejemplo inglés, por otro, instalaron a los partidos políticos en la vida pública europea. El hecho de que existan no es motivo suficiente para conservarlos… El mal de los partidos políticos salta a la vista…. «Un buen árbol jamás dará malos frutos, ni un árbol podrido buenos frutos».
Desde el momento en que el crecimiento del partido constituye un criterio del bien, se sigue inevitablemente la existencia de una presión colectiva del partido sobre el pensamiento de los hombres. Esa presión se ejerce de hecho. Se muestra públicamente. Se confiesa, se proclama. Nos horrorizaría, de no ser porque la costumbre nos ha endurecido.
Matar con el pensamiento todo cuanto se ama: única manera de morir.
Al luchar contra la angustia uno nunca produce serenidad; la lucha contra la angustia sólo produce nuevas formas de angustia.
La energía necesaria reside en mí, ya que con ella tengo para vivir.
La creencia en la existencia de otros seres humanos como tales es amor.
¿Por qué he de preocuparme? No es asunto mío pensar en mi. Asunto mío es pensar en Dios. Es cosa de Dios pensar en mi.
Desear la amistad es un gran error. La amistad debe ser un goce gratuito, como los que proporcionan el arte o la vida.
Si un hombre, miembro de un partido, está absolutamente decidido a ser fiel, en todos sus pensamientos, tan solo a la luz interior y a nada más, no puede dar a conocer esa resolución a su partido. Entonces se encuentra respecto del partido en estado de mentira.
Los partidos hablan, cierto es, de educación de los que se les han acercado, simpatizantes, jóvenes, nuevos adherentes. Esa palabra es una mentira. Se trata de un adiestramiento para preparar la influencia mucho más severa que el partido ejerce sobre el pensamiento de sus miembros.
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