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Destello puntual

La Bolsa española cae el 0,22 % en los primeros compases de este viernes.Vega Alonso / EFE

El crecimiento de la economía española del 16,7% en el tercer trimestre, avanzado ayer por el INE, es la mayor tasa trimestral en la serie histórica que se inicia en 1970. Significativamente superior a la prevista por el Gobierno y los analistas privados, es sin duda favorable, tanto en su cuantía como en su composición. Sin embargo, se trata de un destello puntual que con mucha probabilidad no tenga continuidad en los próximos meses. El impacto de la segunda ola de contagios forzará un resultado para el trimestre en curso manifiestamente peor. El principio de 2021 tampoco se presenta fácil. En consecuencia, las autoridades españolas y europeas deben estar preparadas para un escenario muy adverso.

La española es una de las economías avanzadas que más ha crecido entre julio y septiembre. Entre las de la eurozona, solo Francia ha registrado una tasa superior, del 18%. Sin embargo, una mirada al contexto arroja una comparativa que sigue siendo poco halagüeña para España. En tasa interanual, pese al rebote, la economía española se sitúa en un retroceso del 8,7%, frente a contracción en el entorno del 4% de las economías alemana, francesa e italiana. Italia ha registrado un rebote del 16,1%, pero con una contracción en el segundo trimestre casi cinco puntos menor que la española.

De todas formas, la recuperación del tercer trimestre ha sido intensa y es relevante teniendo en cuenta que en los meses de verano la actividad del sector turístico siguió ensombrecida por las consecuencias de la pandemia. El consumo de las familias y la inversión de las empresas, sin embargo, han crecido por encima del 20%, compensando el menor dinamismo de la demanda externa. Al igual que en las restantes economías, esa expansión excepcional es el reflejo, en primer lugar, de los estímulos públicos suministrados, pero también de la restauración parcial de la confianza de los agentes económicos. En el tercer trimestre, la situación pandémica estuvo relativamente controlada y cuando la salud está garantizada, cuando la gestión sanitaria es la adecuada, la confianza vuelve traduciéndose en mayor consumo e inversión. Y también en mayor empleo.

El fuerte rebote no tendrá continuidad en el trimestre en curso. La mayoría de los indicadores adelantados de que se dispone para las economías europeas, la española incluida, anticipan una intensa desaceleración. Son presunciones que justifican la insistencia de las instituciones internacionales en mantener la orientación expansiva de las políticas monetaria y fiscal en todo el mundo. Insistencia muy válida en el caso de la UE, fuertemente golpeada por la segunda ola. En el caso de la eurozona, el BCE seguirá favoreciendo las condiciones de financiación pública y privada, incluso con medidas más estimuladoras. Pero la política monetaria no puede hacerlo todo. Por eso es necesario que la UE agilice la instrumentación del fondo Next Generation, señalizando que, con independencia de los momentos en que tengan lugar los correspondientes desembolsos de esos 750.000 millones de euros, las decisiones de inversión ya se encuentran en fase de análisis de viabilidad. En las economías más dañadas por la pandemia, como la española, la reducción de la incertidumbre constituye por sí sola un estímulo a la inversión. Será necesario, desde luego, que en paralelo a la agilización de la burocracia comunitaria los políticos españoles convengan en la prioridad de ese propósito.


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