Detectan matarratas en los jabalíes que viven en áreas urbanas

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Un grupo de jabalíes busca comida en una calle de Barcelona. En vídeo, tres jabalíes circulan por la plaza Fonte dos Ranchos en Lugo. Laurent Geslin | cesión

De niño cosechaba las varillas de los cohetes que aparecían hincadas en la tierra después de las fiestas patronales, hacía acopio de plumas en el gallinero y preparaba puntas de hierro en alguna de las fraguas que todavía funcionaban en su pueblo. Así Manuel Vázquez fabricaba sus propias flechas caseras. De jugar a los indios pasó enseguida a competir y llenó su casa de trofeos conquistados en campeonatos de tiro con arco 3D, el que se practica disparando a blancos dispuestos en un recorrido por el bosque. Hace 15 años empezó a cazar jabalíes, y ahora que ya ha cumplido 42 se ha convertido en coordinador del grupo de arqueros del que planea echar mano el Gobierno gallego para acabar con las familias de cerdos salvajes que se han instalado en la ciudad de Lugo.
Según sus cuentas, cobijados en diferentes zonas urbanas donde abunda la maleza hay 28 animales que de noche pasean en fila por lugares tan céntricos como la ronda de la muralla romana. Habitan “en el polígono industrial, en la zona de las termas, en la del hospital, en la de los pabellones, en la orilla del río Rato… E irán a más”, avisa. No solo porque “ahora que el clima ha cambiado las madres tienen dos celos al año en vez de uno”, a razón de cinco rayones por parto, en otoño y primavera. Sino porque el campo les ha declarado “la guerra” y, como “les dan estopa”, los jabalíes han emprendido el éxodo a la ciudad, donde no les pegan tiros, “en busca de refugio”.
El cerdo bravo prolifera en Europa, es considerado un vecino problemático en muchas ciudades españolas y en la Galicia envejecida y despoblada donde el monte ocupa dos tercios del mapa ha hallado su paraíso. Encuentra cultivos de patata y maíz, en medio de un paisaje desordenado donde lo rural y lo urbano se funden y se confunden. No obstante, aunque hay colectivos que defienden que en menos de un lustro se duplicaron, una portavoz oficial de la Consellería de Medio Ambiente asegura que no se sabe cuántos hay ni existen datos suficientes para afirmar si la población de estos mamíferos “crece, decrece o se mantiene”.

“Está invadiendo” el campo y “rompiendo el equilibrio ecológico”, advierte un sindicalista agrario

Pero cada día en la comunidad autónoma se denuncian cuatro accidentes de tráfico y otros tantos casos de destrozos en propiedades agrarias y ganaderas a causa del jabalí, así que las batidas se extienden ya todo el año y superan las 22.000 cada temporada. A falta de lobos y otros depredadores naturales de los jabatos, el cazador es el principal enemigo de esta especie.
Empujado por las circunstancias, con el tiempo el suido se ha internado en parques naturales donde está prohibido el rifle, como las dunas de Corrubedo (Ribeira, A Coruña) o la isla de Cortegada (Vilagarcía, Pontevedra, dentro del Parque Nacional das Illas Atlánticas). Y en la bajamar ha aprendido a alimentarse de almejas y berberechos. Pero también ha emprendido la huida hacia el asfalto, y busca desperdicios humanos en los contenedores, o levanta el césped de los jardines públicos a la caza de lombrices.
Mientras tanto, como todo el mundo lleva smartphone, el jabalí urbanita corre como la pólvora por las redes sociales. Aparece en vídeos captados por transeúntes nocturnos, pisando la acera como un ciudadano más, aparentemente pacífico e impasible pero seguramente asustado. A finales de año, junto a la muralla de Lugo, algunos vecinos vieron “un grupo de cuatro y otro de nueve”. Hace unos días, a las afueras, una mujer contó “25 grandes y pequeños”. Otros tres ejemplares enormes caminaban en fila entre coches de policía. O se dejaban ver y casi tocar junto a la plaza de la Fonte dos Ranchos; como si supieran que el viejo topónimo recuperado para sustituir al de Plaza del Ejército Español hacía referencia a los “ranchos”, que en gallego son los cerdos y sobre todo los lechones.

Los animalistas cargan contra los arqueros: dicen que la agonía de sus presas es “especialmente dolorosa”

En los últimos meses los jabalíes emigrados del campo también han sido fotografiados en barrios de otras ciudades, como A Coruña y Vigo. De momento han causado algunos accidentes viales en zonas periurbanas, pero el portavoz de los arqueros vaticina otras posibles “desgracias”: “Cualquier día un niño se acercará a un rayón y la madre atacará”, porque las hembras “defienden a muerte a sus crías”. El plan con el que la Consellería de Medio Ambiente intenta atajar el asunto contempla los desbroces, la colocación de jaulas trampa en rincones urbanos que trata de mantener en secreto y la autorización de esperas nocturnas a cargo de arqueros voluntarios.
En esto Galicia no es pionera. Otros territorios, como Madrid o Vitoria, adoptaron hace ya años los mismos métodos. Además del equipo de arqueros de Lugo, esta semana se han sumado otros grupos voluntarios para tres zonas de Vigo. Manuel Vázquez asegura que por ahora no han salido a cazar y que aguardan la llamada de la Xunta. E insiste muchas veces en que solo actuarán “si no funcionan las jaulas”.
El secretario de desarrollo rural de Unións Agrarias, Jacobo Feijóo, pide que se empleen más recursos para frenar al jabalí en su propio medio, antes de llegar a las ciudades, porque “está invadiendo” el campo y “rompiendo el equilibrio ecológico”. El cerdo salvaje, defiende el sindicalista agrario, “es el gran vector de transmisión” de la peste porcina africana, algo que también ha recordado estos días la conselleira de Medio Ambiente, Ánxeles Vázquez.
Plataforma por la Convivencia Ética con la Fauna
Pero la polémica ya se ha disparado antes de que los arqueros salgan a la calle con sus chalecos de camuflaje. Varios colectivos cívicos y de defensa medioambiental han fundado la Plataforma po la Convivencia Ética coa Fauna Silvestre, que exige que se hagan estudios rigurosos para demostrar el aumento de manadas de jabalíes en las ciudades. El grupo denuncia la “falta de transparencia” sobre “los acuerdos a los que han llegado la Xunta, el Ayuntamiento de Lugo, la policía y la Federación de Caza”. Y advierte de que “las batidas nocturnas podrían vulnerar la ley” autonómica porque están previstas para “situaciones probadamente insostenibles” y no hay “ninguna certeza científica” de que esto ocurra.

En la bajamar las piaras han aprendido a alimentarse de almejas y berberechos

Por su parte, la Asociación Animalista Libera! y la Fundación Franz Weber (FFW) tachan de “bulos” algunas de las afirmaciones de la Xunta y han llevado esta semana su protesta al Senado de la mano de la representante de Izquierda Unida por Pontevedra Vanessa Angustia. Según Rubén Pérez, portavoz de Libera, las declaraciones de la conselleira sobre la transmisión de enfermedades solo sirven para generar “falsa alarma” porque “no hay ningún caso documentado en toda Galicia ni en España”, y el ejemplo más cercano se ha detectado en Bélgica.
Los animalistas cargan sobre todo contra las autorizaciones a arqueros porque, dicen, la agonía de sus presas es “especialmente dolorosa”. Si el impacto de la saeta es “en el pulmón los jabalíes morirán por asfixia” y “si son heridos en la zona abdominal podrán agonizar largo tiempo”, reprocha la senadora: “Es una crueldad extrema para atajar un conflicto sobredimensionado”.
“Los verdaderos cazadores no matamos por matar. Con los animales no se juega”, responde en su defensa el portavoz de los arqueros lucenses. “Un arma de fuego es mucho más destructiva y peligrosa. En mi vida habré matado unos 50 jabalíes. Tiro a 10 metros para no fallar, y siempre apunto al corazón”:
-Sienten la punzada de la flecha. Y notas que se agitan un poco… Echan a andar. Y a los tres o cuatro metros caen.


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