Ser policía es una profesión de riesgo, aunque los profesionales que forman el cuerpo están preparados para encontrarse con todo tipo de situaciones. Como la que vivieron los policías locales del municipio sevillano de Castilleja de la Cuesta en la pasada madrugada del lunes al martes en un claro ejemplo de que el consumo de alcohol y ponerse al volante de un vehículo son dos cosas incompatibles.
Un joven de 27 años se había estrellado con su coche contra un bolardo, siendo incapaz de sacarlo de ahí. Al recibir el aviso, los policías que patrullaban la localidad durante la noche se personaron en el lugar del incidente y se encontraron con que el accidentado presentaba evidentes síntomas de embriaguez. El joven, que a duras penas pudo abandonar el vehículo, dio positivo de 0’81 (el máximo permitido es de 0’25) en una primera prueba de alcoholemia realizada con muchas dificultades, pero se negó a pasar un segundo control.
Ante la imposibilidad de completar la prueba, un agente le ayudó explicándole que tenía que coger el alcoholímetro como si estuviera tocando una trompeta. Pero, para sorpresa de los policías, el accidentado le dijo a una persona que le acompañaba que iba a interpretar una marcha de Semana Santa y acto seguido sostuvo el alcoholímetro a modo de trompeta para ‘entonar’ la marcha de Las Tres Caídas.
Los agentes se vieron obligados a detener al conductor por un presunto delito contra la seguridad vial al haber pruebas evidentes de que estaba conduciendo bajo los efectos del alcohol y también por su negativa a someterse al control de alcoholemia. Una vez instruidas las diligencias y presentadas en un juzgado de Sevilla, el detenido ha sido puesto en libertad.
Finalmente, y gracias a la pericia de la grúa municipal, el coche estrellado pudo ser desencajado del bolardo, por lo que la circulación volvió a la normalidad en las calles de Castilleja de la Cuesta.
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