En México, existen alrededor de 15 millones de personas mayores de 60 años, de éstas 1.9 millones no pueden valerse por sí mismas y casi 3 millones sufren algún deterioro funcional.
Sin festivales, bailes en las plazas, ni abrazos en familia, este año se festejó el Día de las Personas Adultas Mayores…
La celebración antes conocida como Día del Abuelo llegó en medio de una crisis sanitaria que ha puesto de manifiesto las grandes vulnerabilidades de un amplio sector de la población, las personas mayores, que enfrentan muchas veces desigualdad, discriminación y abandono.
En México, existen alrededor de 15 millones de personas mayores de 60 años, de éstas 1.9 millones no pueden valerse por sí mismas y casi 3 millones sufren algún deterioro funcional, pero sólo en el 40 por ciento de los casos reciben ayuda familiar.
El maltrato o abandono de las personas mayores es un problema social presente en todos los países y, por lo general, no se visualiza ni se valora su alcance.
Los defensores de derechos humanos y las instituciones de salud señalan la necesidad de generar una nueva cultura de la vejez y el envejecimiento, con bienestar, redes sociales de apoyo y espacios de trabajo digno y seguro.
“Debemos favorecer la participación activa de las personas mayores en todos los ámbitos de la vida nacional”, dice la Secretaría de Salud en un comunicado.
Habla también de la necesidad de impulsar un Sistema Nacional de Cuidados y una Nueva Ley General de los Derechos de las Personas Mayores, con una sociedad incluyente, basada en principios de no discriminación, no estigmatización, valoración de las personas mayores; dignidad, independencia, protagonismo y autonomía de las personas mayores; participación, integración e inclusión plena y efectiva en la sociedad; bienestar y cuidado; seguridad física, económica y social; autorrealización, solidaridad, apoyo intergeneracional, buen trato y atención preferente.
Grupo de riesgo
Con la edad y la falta de cuidados, muchas personas desarrollan enfermedades como diabetes o hipertensión, lo que las coloca en un estado de mayor desventaja frente a la pandemia.
Desde el principio de la epidemia, las autoridades mexicanas decidieron clasificar al grupo de las personas de la tercera edad, mayores de 60 años, como población vulnerable, junto con otros grupos con enfermedades crónicas. Y, hasta ahora, de las más de 60 mil personas fallecidas por Covid-19, el 40% eran personas de 60 a 69.
A medida que se incrementa la edad, la letalidad incrementa, de hasta 32%, según las autoridades de salud.
“Las personas de edad tienen los mismos derechos a la vida y a la salud que todos las demás. Al adoptar decisiones difíciles respecto a la atención médica para salvar vidas, se deben respetar los derechos humanos y la dignidad de todos”, subrayó António Guterres, secretario General de la ONU, meses atrás con respecto a la pandemia y los adultos mayores.
La estrategia en México para mitigar la epidemia, en el caso de las personas mayores, hizo énfasis en que se quedaran en casa y que no fueran visitados, centrándose casi exclusivamente en las personas mayores que viven solas, poco se consideró a las que viven acompañadas, a las que realizan labores de cuidado dentro y fuera de su hogar y a las que tienen que salir a trabajar.
Sin embargo, según el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), la emergencia reveló otras condiciones de los adultos mayores, como presencia y relevancia en las actividades económicas; que muchas personas mayores no pudieron quedarse en casa por no contar con una pensión por jubilación o a lo raquítico de la misma, y tuvieron que seguir trabajando, muchas de ellas en condiciones precarias, de informalidad y riesgo; que muchas de las situaciones que afectan a las personas mayores que normalmente se encuentran en sus casas, se han visto incrementadas y empezaron a ser sufridas por otras que tuvieron que quedarse ahora.
Según las Secretaría de Salud y el INAPAM, la experiencia de la crisis sanitaria plantea la necesidad de avanzar hacia una sociedad más humanista, solidaria y colaboradora, que disminuya las desigualdades, garantice los derechos y sea capaz de ofrecer bienestar a todas las personas durante todo el curso de su vida, y que ofrezca a todos y todas, una vejez digna de ser vivida.
“Las personas mayores no pueden ser confinadas al encierro, al aislamiento y a la marginación, tienen que continuar siendo personas activas dentro de nuestra sociedad, pero, en el panorama de la nueva normalidad, esto sólo será posible en un contexto comunitario de solidaridad y cooperación que involucre en primer lugar al Estado como responsable de garantizar el ejercicio pleno de los derechos de las personas mayores, y, en segundo lugar, a la sociedad y las familias en su conjunto”, señalan las dependencias en un comunicado.
Asilos, ¿abandono o cuidado profesional?
De los cerca de 15 millones de personas adultas mayores, apenas 40 mil viven en asilos y, precisamente, la pandemia puso en evidencia las fallas de muchos de estos establecimientos, que en algunos casos se convirtieron en focos de infección del Covid-19.
En varios estados de la república se registraron brotes, como en Nuevo León, Tabasco, Oaxaca, Chihuahua y Morelos; destaca el caso de Nuevo León, donde fueron seis los asilos con problemas de Covid-19; incluso, en uno de ellos la cifra de infectados rebasó los 50 casos.
Sin embargo, el problema de los asilos en México, que son apenas mil 769, no alcanzó los niveles de países como Estados Unidos, España o Italia, donde un alto porcentaje de fallecimientos de adultos mayores se suscitó en estos hogares, con casos extremos como el de la casa de retiro Francisco de Ventura, con decenas de muertos, u otra de Massachussets, donde fallecieron 66 veteranos.
En algunos casos, los asilos en México determinaron prohibir las visitas para prevenir la propagación del virus, pero recomiendan que mantengan otras vías de comunicación, para evitar que los ancianos sientan el abandono o se depriman.
En los establecimientos donde se permite la entrada a familiares, exhortan a extremar precauciones: no acudir si tienen cualquier síntoma o sospecha de infección, desinfectarse y desinfectar cualquier objeto o empaque que lleven, evitar el contacto físico (saludo de mano, besos o abrazos), no llevar a menores ni a otros adultos mayores y mantener una permanente sana distancia de dos metros durante la visita.
Por las afectaciones que la pandemia ha generado en asilos y casas de descanso, el diputado federal Raúl Bonifaz propuso desde mayo una iniciativa de ley para garantizar la salud y el bienestar de las personas adultas mayores.
El diputado dijo entonces que por el cambio de costumbres y la necesidad de las familias mexicanas se está optando cada vez más por este tipo de establecimientos para el cuidado de personas de la tercera edad, lo que obliga a regular la oferta de estos servicios, pues algunos no cuentan con las garantías mínimas de cuidado y protección; incluso, privilegian el lucro sobre el cuidado y la atención de los residentes.
“Muchos son clandestinos, no están sujetos a la revisión de ninguna autoridad, lo que ponen en grave riesgo a las personas que ahí se encuentran”, manifestó el legislador.
Y aunque esta ley no ha avanzado, el Instituto Nacional de Geriatría, elabora ya un censo de los asilos en el país en el que ha logrado registrar mil 769, que atienden en promedio a 25 personas. Además, elabora un programa enfocado a mejorar el esquema de atención a los adultos mayores, ya sea en familia o en instituciones de cuidado.